" Sí, nuestro querido Haití atraviesa una etapa difícil de su historia. ¿Quién detendrá su descenso al infierno?. En verdad, el pueblo haitiano ya no aguanta más". Este dramático párrafo consta en una nueva declaración de Conferencia Episcopal de Haití que evalúa que "la hora que vivimos es extremadamente grave y particularmente decisiva".
Tras un balance de los detalles principales de la crisis que tiene al pueblo "cansado, extenuado, agotado… en condiciones de vida totalmente alienantes, humillantes, inhumanas, deshumanizantes", dice, los obispos haitianos piden que el lunes 7 de febrero arranque un diálogo definitivo.
"Haitianas y haitianos, debemos conjugar todas nuestras fuerzas, nuestras energías, nuestras inteligencias, nuestros recursos y trabajar juntos para que el 7 de febrero sea un día de diálogo, de consenso y de compromisos históricos hacia la unidad de nuestro pueblo, la salvaguarda y la transformación de nuestro país que se encuentra al borde del abismo", sostiene el documento.
El 7 de febrero de 1986 fue cuando la familia de los dictadores Duvalier abandonó Haití y desde entonces ese día marca el inicio y el fin de cada período presidencial. El del presidente Juvenel Moise termina el lunes, pero su asesinato hace medio año en teoría significa que es su primer ministro, Ariel Henry, quien debe dejar el poder, pero este ya ha anunciado que no lo hará sino cuando se defina al vencedor de unas elecciones sin fecha.
"Frente a la situación dramática en la cual se hunde nuestro querido país, nosotros, los Obispos Católicos de Haití, dirigimos una vez más un llamado urgente a todos los protagonistas del escenario socio político para que juntos logremos el consenso más amplio posible que permita conducir una salida definitiva de la crisis", añade el texto de los prelados católicos.
El llamado no excluye a "los grupos armados y a los secuestradores que siembran con toda impunidad la violencia, el miedo, la muerte, el duelo, la desolación, la angustia y la desesperanza en las familias haitianas".
A estos, "les pedimos deponer las armas, renunciar a la violencia, al secuestro y cesar el derramamiento de sangre de sus hermanas y hermanos", exhorta.
El documento está fechado en Lilabois, sede de la CEH, el 2 de febrero 2022.