El obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, monseñor Alfredo de la Cruz Baldera, afirmó que los corruptos, que roban al estado, son traidores a la patria, y llamó al Poder Judicial a darles un escarmiento como lo propuso Juan Pablo Duarte, el padre de la Patria.
Exhortó al Poder Judicial, bajo el amparo de la palabra de Dios, a cumplir un sueño de Juan Pablo Duarte, a saber “mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos, serán siempre víctimas de sus maquinaciones, esto es, no dejemos espacio a la violencia, a la inseguridad, a la corrupción, a la injusticia social”.
Proclamó que todo aquel que comete corrupción (robo al estado) siembra violencia en las calles, en los hogares o pone en riesgo la vida de un dominicano, es un traidor a la patria, la patria que soñó el patricio Juan Pablo Duarte.
“Quiero que a Juan Pablo Duarte, lo recordemos, entre otras cosas, por su honestidad y precisamente la iglesia Católica en la República Dominicana, ha querido dedicar este año su plan pastoral al tema de la honestidad”, refirió el prelado católico.
Advirtió que en República Dominicana no se puede seguir permitiendo que la falta de honestidad en las instituciones gubernamentales, militares, en la sociedad civil y en las entidades eclesiásticas, se marchiten vidas, se empobrezca a las personas, se destruya a las familias y se debilite la fe de los creyentes.
Monseñor Alfredo de la Cruz Baldera emitió sus consideraciones al pronunciar esta mañana la homilía en la Catedral Santa Ana, en ocasión de la celebración del 210 aniversario del natalicio del padre de la patria, donde asistieron las principales autoridades civiles y militares de la provincia Duarte.
Agregó que “todo aquel que siembra violencia en las calles, en los hogares, el que le roba al Estado o pone en riesgo la vida de un dominicano, es un traidor a esa patria que soñó Duarte”.
Sugirió que se honre al padre de la patria, trabajando intensamente el tema de la honestidad en las familias, en los centros educativos, en los lugares de trabajo y las comunidades cristianas.
Advirtió que “no podemos seguir permitiendo que, en nuestras instituciones gubernamentales, militares, de la sociedad civil y eclesiásticas, la falta de honestidad y transparencia marchite vidas, empobrezca a las personas, destruya a las familias y debilite la fe de nuestros creyentes”.
El obispo de la diócesis de San Francisco de Macorís, estimó que Juan Pablo Duarte puso los intereses del pueblo, por encima de todos los demás intereses.
“Es lo que Dios le pidió y nos pide a nosotros, que agradecidos de él, continuemos su gran obra de una patria libre y llena de paz. Una patria, que al igual de aquella Jerusalén, de la cual nos habla la primera lectura, los ancianos y las ancianas puedan sentarse en las plazas y en cuyas calles puedan jugar los niños y las niñas.
Citó que la a primera lectura del profeta Ezequiel “es el sueño de la nueva Jerusalén. En el caso de nuestro país, junto a Duarte, soñamos con un país donde los ancianos sean protegidos, nuestros niños puedan nacer en los hospitales sin ser robados, jugar en las calles sin ser violados. Soñamos por un país basado en la justicia para todos, donde los que se afanan más en las riquezas fáciles y roban al Estado sean juzgados de acuerdo a sus malas acciones y donde los buenos y honestos ciudadanos puedan alcanzar un nivel de vida digno, según sus esfuerzos”.
Agregó que soñamos por un país en cuyas calles los jóvenes puedan transitar sin el miedo de ser asaltados o asesinados, en fin, un país donde todos nos sintamos seguros.
“Es propicia la ocasión para honrar a Juan Pablo Duarte bajo la perspectiva de la Palabra de Dios, elegida para esta acción de gracias, pues el Evangelio de San Mateo, nos invita a buscar sobre todo el reino de Dios y su justicia y nos dice que además, todo lo demás nos vendrá por añadidura (Mt. 6,33)”.
Entiende que Juan Pablo Duarte confió en el logro de una patria libre e independiente, que bajo el designio de Dios se encaminará por los senderos de la paz, la justicia y la libertad.