“Los hombres a operar en la Guerra Revolucionaria no deben de pasar de 50 a 100 puesto que esto provocaría una muy grande concentración”, escribía un martes 7 de noviembre del 67, Francisco Alberto Caamaño Deñó, durante su exilio en Cuba.

Distribuidas en 20 puntos, la entrada de su bitácora de ese martes recoge, además de sus notas sobre la organización de los combatientes, advertencias sobre la dura jornada que les esperaría, no solo en febrero del 73, sino tal vez, a lo largo de su formación.

Sobre esto dice: “Hablar claro al personal sobre la necesidad de estar consciente de que la lucha será larga – difícil- que se sufrirán reveses, en fin que los hombres tengan una comprensión cabal de la tarea a realizar”.

Deseaba Caamaño, no solo entrenar a sus hombres, sino también adoctrinar a la población de los sectores donde la Guerrilla fuera creciendo.

La entrada, escrita de su puño y letra, recuerda la necesidad de perfeccionar la defensa: trincheras, minas, comunicaciones y emboscadas planeadas, dice, en las posibles vías de aproche dentro del territorio.

Arreglar y camuflar el equipo de Guerrillero era parte crucial de la estrategia y preparación militar para el héroe de la Revolución del 24 de Abril, quien subraya que esto era especialmente necesario "cuando se va a efectuar una operación contra el enemigo”.

La preparación incluía un aprendizaje sobre topografía práctica: “el combatiente deberá aprender a orientarse en el terreno que pisa”, el jefe deberá aprovechar  los descansos para instruir a sus hombres.- (Bautizar lugares, etc.), y de ingeniería: “Construcción de pozos de tiradores, trincheras, zanjas de comunicación, cubiertas y depósitos para diferentes fines (…)”.

Sobre entrenamiento físico y territorio a liberar

Marchas progresivas, diurnas y nocturnas, auguraba Francisco Alberto Caamaño Deñó en su diario sobre cómo sería el entrenamiento. Largas horas de preparación y a campo travieso: llegar a las 30 – 40 horas en 24 horas.

“Esa tropa estará en condiciones óptimas”, promete.

Asimismo, sobre el territorio a liberar, recomienda mover los asentamientos constantemente, evitando que el enemigo detecte el campo y lo destruya. “El cambio de campo deberá ser siempre a distancias no menores de 6 a 8 kilómetros del anterior, principalmente en las lomas montañosas”.

Se deben construir constantemente depósitos y escondites en la zona de base de la Guerrilla, indica el militar, instalándose en los mismos suministros de reserva. Recomienda también fijar buzones para correspondencia y lugares para establecer contacto con la red de base e informándose sobre la población local.

Con motivo del 50 aniversario de la muerte Francisco Alberto Caamaño (1932 – 1973), conmemorado el pasado 16 de febrero, Acento hace entrega de este fragmento del diario del héroe militar, escrito entre noviembre de 1967 y enero de 1973, durante su exilio en Cuba y poco antes del desembarco en Playa Caracoles, en la provincia de Azua.