Desde las primeras horas de la mañana del 26 de diciembre, el bullicio se apodera de las inmediaciones de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode).
El sol apenas comienza a calentar cuando ya se pueden ver las cámaras de televisión instalándose estratégicamente, mientras una fila de personas, algunas con tarjetas en mano, serpentea por la acera y el estacionamiento, con rostros expectantes ante la celebración que está por comenzar.
Más de 150 personas, entre políticos, amigos cercanos y admiradores están en fila y esperan con calma, mientras conversan con sus cercanos sobre la razón de su presencia: Leonel Fernández.
Dentro de la fundación, el sencillo Auditorio Funglode se transforma en el epicentro de una celebración, los encargados de que todo este orden, mueven mesas, manipulan la consola de sonido y atienden llamadas para que todo este perfecto.
Un decorado árbol de Navidad se asoma en una esquina del recinto con sus esferas grandes y a juego con los globos que se encontraban en la pared de detrás, danzan bajo las luces del auditorio con los tonos de Funglode, azul, plateado y dorado.
Los periodistas, equipados con cámaras y micrófonos, ocupan las filas de enfrente del auditorio, mientras suaves notas de jazz flotan en el aire, creando una atmósfera relajada que envuelve a los asistentes que continúan llegando y se sientan a escribir cartas al cumpleañero.
El reloj marca las 10:51 AM, y entonces, el murmullo de los presentes se detiene. De repente, una coreografía perfectamente ejecutada, los miembros de la dirección política entra al auditorio y converge alrededor del pastel.
En el centro, detrás de ese pastel, el expresidente Fernández sonríe. Su figura, firme y elegante, pero con ojos caídos, saluda a los que se encuentran alrededor del escenario.
Sin mucho preámbulo, la potente voz de Andrea Mendoza, representante artística de la Fuerza del Pueblo, llena el espacio con emotivas interpretaciones.
Las notas de En tu día resuenan con particular dulzura, seguidas por las notas tristes de Ya te olvidé, culminando con el tradicional Celebro tu cumpleaños que provoca que todos los directivos se pongan de pie, sus aplausos mezclándose con la música en un momento de genuina celebración.
Las emocionales palabras del homenajeado interrumpen los aplausos. Con una mezcla de humor y reflexión, Fernández comparte anécdotas personales y pensamientos sobre su trayectoria.
"Cuando cumplí 60 años, algunos creían que estaba liquidado", recuerda con una sonrisa, "pero ahora a los 71, estoy en la adolescencia de la vejez", bromea, mencionando que su tía Elsa, de 101 años, le asegura que "la ancianidad empieza a los 110″.
El expresidente recuerda sus inicios junto a compañeros como Guaroa Guzmán, quien lo acompañó en la celebración de sus 15 años, y el doctor Rafael Alburquerque, a quien conoció en 1973.
Tras una pausa, con visible emoción, reflexiona sobre el significado del evento: "El gran significado de este encuentro es que no estamos en el poder, no estamos en la Presidencia de la República, y sin embargo, recibimos esta manifestación de afectos y de amistad. Eso demuestra que hay valores supremos que van más allá de lo material".
Concluye su intervención con optimismo, asegurando que "a los 71 años, es pa’lante que vamos", provocando aplausos y sonrisas entre los presentes.
La posterior ronda de saludos se convierte en un cálido intercambio de abrazos y buenos deseos, apenas interrumpido por las preguntas de los periodistas que buscan capturar las impresiones del expresidente en este el día de su natalicio.
Mientras el reloj se acerca al mediodía, la escena fuera del auditorio seguía tan viva como antes de que empezara el evento.
La fila de personas que esperan para felicitar a Fernández continúa extendiéndose hasta las afueras del edificio, en reflejo del gran aprecio y admiración que suscita el expresidente entre sus seguidores.