En su casita de madera y zinc, en el sector Pueblo Abajo, San José de Ocoa, Adelia Custodio Custodio llora de manera desconsolada la muerte de su hijo José Gregorio Custodio.
“Si es Dios que me lo quita yo me siento conforme, pero fue la Policía que me mató a mi hijo”, dice entre sollozos.
En su humilde vivienda solo le quedan las fotografías de su vástago, quien en la madrugada del domingo 17 de abril fue apresado por agentes policiales frente a una clínica. Esa sería la última vez que se vio bien…
En la siguiente ocasión, ya estaba en una camilla del Hospital San José, casi muriendo.
Pero, ¿cómo pasó Gregorio de poder sostenerse en sus propios pies a no poder ni moverse?
De acuerdo a sus familiares, el Sábado Santo, Gregorio había tomado alcohol, se puso un poco impertinente y su pareja llamó a la Policía.
Al ver a los agentes, el hombre, de 38 años, se había asustado porque anteriormente habían sucedido otros episodios con policías y ya “les tenía miedo”. Corrió e intentó esconderse en la clínica Arias, en donde los agentes empezaron a golpearlo.
En un video de las cámaras de seguridad de la zona se observa cuando los policías lo lanzan al suelo, le ponen un pie en el cuello, inmovilizándolo.
Los agentes lo trasladaron al cuartel policial y ahí siguieron golpeándolo de tal manera, que en la noche del siguiente día tuvieron que llamar a una ambulancia del 911 para trasladarlo al hospital.
Una fuente dijo a ACENTO que ese día escuchó cuando alguien dentro del cuartel habría dicho: “llévalo, que ese muchacho está frío”.
Y ciertamente, Gregorio estaba en una condición tan mal, que murió unas horas después.
Versión de familiares
“Me dicen que mi hijo está preso (el domingo 18 en la mañana). Agarro y preparo un desayuno para llevárselo. Cuando voy y les digo (a los agentes del cuartel) llévenle eso a mi hijo o déjenme pasar. Me dicen: está durmiendo. Cuando vuelvo a las 12:00 a llevarle la comida y les digo: quiero pasar a ver a mi hijo… él está compartiendo con los presos. En la noche vuelvo y lo mismo”, inicia su narración la señora Adelia, madre del joven fallecido.
Continúa narrando: “como está preso en la Fortaleza pienso que mi hijo está resguardado. Ya en la madrugada vienen y me llaman: fulana, levántese que su hijo está malo. Me tiro y me llevan para el hospital. Cuando llego me dice: Milanda me estoy muriendo. Me muero hoy, y me masacró la Policía. Y yo le hago así (muestra que lo tocó) y me dice: ay, no me toque que me duele. Me dice dame agua. Salgo a comprarle su juguito y al ratito”, cuenta que después le informaron que su hijo había fallecido.
Ahora, a Milanda, como cariñosamente la llamaba su hijo Gregorio, solo le queda pedir justicia por la muerte de su hijo. Ella solicita que a los agentes responsables no solo lo trasladen (como dispusieron las autoridades policiales), sino que sean sometidos a la acción de la justicia.
“Preso con la ropa quitada y 30 años. Y cuidado porque ni así estoy yo conforme con ese asesinato que fue ahí en la Policía que me lo asesinaron. Ahí oían los gritos, esposado lo tenían. Yo no duerno, yo no como…”, dice entre llantos.
Mientras que Carlos Alberto Custodio, hermano de la víctima, explica que la pareja de Gregorio llamó a la Policía porque estaba consumiendo alcohol y se puso impertinente, algo que ya había pasado en otras ocasiones.
"Pero nunca la tocó ni nada. Estaba borracho y salió huyendo, porque la Policía, en momentos atrás, le había dado golpes. Ya tenía una psicosis y murió por esa psicosis, porque murió en manos de la Policía", indica, al señalar que su hermano era un muchacho serio, que trabajaba en una empresa en Santo Domingo y en esos días se encontraba de vacaciones en Ocoa.
Comenta que, en su huida, Gregorio llegó hasta la Clínica Arias y se cayó al frente del centro.
"El portero, cuando la Policía pasa los llama. Y tampoco se ha investigado el portero. Cuando él los llama, le cruza hasta por encima (a Gregorio que ya estaba tirado en el suelo). Se metió para la clínica a socorrerse y ahí entró la Policía. Duara como seis minutos dentro, en un cuarto donde no se ve en las cámaras, ¿haciendo qué con él? dándole sus golpes. Lo sacan, esposado, lo estallan, le ponen en los pies en la cabeza, dándole patadas. Se lo llevaron, lo machacaron, lo desbarataron", narra.
Dice que eran alrededor de las 2:00 de la madrugada, y que cuando su madre quiso verlo a la mañana siguiente, no se lo permitieron.
"Ahí (en la clínica) fue el comienzo. Donde lo mataron fue en el cuartel. Quien llamó al 911 fueron los mismos policías y estaban alegando que era la familia. Los golpes se lo dieron con la misma macanilla manual, por dentro, lo mataron por dentro", precisa.
Carlos Alberto también precisa que, después de muerto, en el hospital no dejaban pasar a la familia a la morgue, la cual estaba custodiada por dos policías.
Los familiares creen que la médico legista del Hospital San José que actuó en el caso supuestamente ocultó la información para proteger a los policías.
Esto fue negado por una fuente del centro médico, quien dijo a ACENTO que al paciente se le brindó las atenciones que necesitaba, pero el estado de Gregorio ya era muy grave.
"Él primero vino con un dolor de estómago. Ese dolor no sabemos la causa, pero tenemos conocimiento que en el cuartel ya le habían dado golpes. No sabemos si los agentes o los presos, pero cuando llegó aquí ya le habían dado golpes. El preliminar de la médico legista fue basado en el informe que hicieron los médicos del área de emergencia, en base a las lesiones del maltrato. Llegó (Gregorio) con golpes, vomitando, y un probable shock anafiláctico", dijo la fuente consultada.
Precisa que los moretones eran visibles en el cuerpo, lo que se evidencia en las imágenes que el padre de la víctima logró tomar en la morgue, luego de mucho insistir para que los policías que custodiaban el área lo dejaran pasar.
Sobre esto, la familia indica que, para poner la vigilancia en la puerta de la morgue, la Policía alegaba que Gregorio estaba contagiado de la sarna o escabiosis detectada recientemente en Haití, lo que luego habría sido descartado.
Los familiares de Gregorio están a la espera de los resultados de la autopsia y de una citología realizada por el Instituto de Patología Forense en Azua para determinar las causas reales de la muerte. Según la fuente médica consultada por ACENTO, los resultados podrían tardar hasta tres meses.