Eran las 09:00 de la mañana del jueves 29 de septiembre y ya se empezaban a concentrar los primeros devotos de San Miguel Arcángel en los alrededores de la iglesia que lleva su nombre en la Ciudad Colonial de Santo Domingo.

Cada minuto que pasaba se sumaban más y más personas. Ya para las 10:00, cuando iniciaba la primera misa en honor al arcángel guerrero, la cifra alcanzaban las decenas de seguidores que llegaban allí para agradecer al santo algún deseo concedido o presentarles sus peticiones.

Una de ellas era Ambrosia Correo Espinosa, quien se trasladó a la Ciudad Colonial desde el barrio Vietnam, en el sector Los Mina, como lo hace desde hace 15 años cuando San Miguel intercedió con su hija que necesitaba una cesárea de emergencia.

“El niño ya se le estaba pasando. Hay que hacerle la cesárea de emergencia. Y yo he dicho: ’pero San Miguel', y me hinqué en la iglesia y dije 'pero San Miguel, es que tú me vas a dejar morir ese hijo tuyo que es mío. Ayuda a esa hija mía a que le hagan esa cesárea'. No sé de dónde apareció el médico que me lo hizo la cesárea a la niña y el muchacho nació morado. Ya se estaba muriendo. Apareció ese médico vestido de verde entero, con un gorrito verde, y me subió la muchacha y me le hizo la cesárea. Entonces, ¿quién me oyó esa petición?”, narra.

El niño ya tiene 13 años y se llama Miguel Ángel en honor al santo que también es conocido como Belié Belcan Toné.

Doña Ambriosa siente que San Miguel es un ángel de protección que la cuida, protege su hogar y a su familia.

Su agradecimiento por el santo hizo que este jueves 29 de septiembre, cuando se celebró el Día de San Miguel, le llevara a velones a la iglesia y brindara a los asistentes un arroz con leche.

 La Iglesia San Miguel es un templo construido en 1740, destruido por el terremoto de 1751, levantado nuevamente en 1765 y que acogió a los cófrades de negros.

Otros acuden a él en buscan sanación para sus dolencias, como doña Altagracia Ubrí, de 62 años, que tiene su pierna derecha rota desde hace tres años.

Dice que le han realizado dos operaciones y necesita dos más pero no tiene los recursos necesarios para realizarlas.

Acudió este jueves a la iglesia para pedir la intersección de San Miguel para encontrar a alguien que pueda ayudarla a lograr ser operada.

“Tengo tres años por hacerme una operación y no he podido. Siempre que voy (al médico) o tengo el papel del cardiólogo vencido, o tengo la prótesis vencida. Siempre tengo cita y no hay forma. Fui a una clínica y la operación cuesta 300 mil pesos y la prótesis 250 mil”, comentó.

Ambas señoras fueron parte de la celebración en la iglesia San Miguel, a la que los feligreses llegaron con decenas de velones rojos, verdes y blancos.

Pero el panorama en las afueras del templo era de alegría, celebrando a ritmo de tambores y salves en honor a su ángel guerrero.

Y del otro lado de la ciudad, en Mata los Indios, Villa Mella, el panorama no era diferente, aunque sí la manifestación era aún más ferviente.

Allí predominaban las vestimentas de colores rojo y verde; los globos del mismo color; las ofrendas de comida brindada a la gente que incluían pastel, arroz con leche, dulces, palomitas y bebidas alcohólicas.

Eran las 3:00 de la tarde y el calor era sofocante, el cual se hacía más ardiente con una fogata que había encendida en las afueras de una enramada en la que se concentraron niños, jóvenes, adultos y envejecientes.

La fiesta en conmemoración por el Día de San Miguel, jefe de las huestes angélicas, era amenizada por un grupo de paleros identificados con camisetas color verde.

San Miguel chiquito es muy peligroso, tiene a Satanás en un calabozo”, era parte del estribillo de una de las salves, la cual era coreada por las decenas de personas dentro de la estructura.

Tampoco faltaban los que fumaban tabaco, o, los que recibían espíritus o deidades, quienes son llamados caballos de misterios.