Para el mediodía del miércoles, ocho días después de que fuera vista por última vez, el destino de Emely Peguero ya se había asumido como un hecho entre sus familiares y vecinos: no volvería a casa.
Pero en San José de Cenoví, en la provincia Hermanas Mirabal, no hubo silencio. Las calles, angostas, maltrechas, polvorientas y abandonadas a su suerte por el Estado, se llenaron de escombros, de fuego y de proclamas para exigir justicia y que el cuerpo de “Emy” fuera encontrado.
La casa, igual de maltrecha y cansada como las calles, tampoco se mantuvo en silencio.
Entre llantos, súplicas y preguntas, hileras de brazos y rostros teñidos de angustia, cubrieron a Genaro Peguero, quien deja caer su cuerpo sobre una silla de plástico, con la fatiga de 8 días de no saber y luego de confirmar lo peor.
“Ese muchacho se crio aquí. Había confianza, o eso pensaba…. A la familia que le hace una cosa así, es porque cree que uno no es nadie”, lamenta, entre sollozos. Según explica, sus puertas siempre estuvieron abiertas para Marlon Martínez y su familia.
Emely cursaba el tercer grado del bachillerato y quería estudiar derecho, según su padre, para defender a los pobres.
El embarazo de su hija fue recibido por ellos con resignación, afirmando que la llegada contaría con el apoyo familiar. Sin embargo, el padrastro de Marlon había asegurado que su hijastro y su familia asumirían la responsabilidad.
Recuerda que la tarde del miércoles 23, tomó una llamada de su esposa en la que le avisaba que “Emy” no había vuelto a casa.
Genaro cuenta que su servicio de Internet estaba desconectado, por lo que fue entrada la tarde que pudo ver dos mensajes enviados a las 11:25 de la mañana desde el celular de su hija, a través de dos sistemas de mensajería. Ambos tenían la misma escueta información, en la que dice que realizaría una diligencia con un tío el cual no nombra, y sin rumbo específico.
Hasta el momento, lo que ocurrió con Emely desde que su novio Marlon Martínez la recogiera en su vivienda ese miércoles 23, a las 8 de la mañana, sigue sin confirmarse.
“Se llevaron dos vidas”
“Ella lo sabía y lo encubrió”, grita una mujer al lado de un cartel con la imagen de Emely, pegado en un árbol. Sus palmas golpean con fuerza la imagen mientras dispara críticas y acusaciones en contra de Marlon y su madre Marlin Martínez, quien se puso “a disposición” de la justicia, a pesar de que no existía una orden de arresto en su contra.
Emely era pobre y fue esa vida de pobreza lo que, asegura la mujer, permitió hacerle “eso” que aún sigue sin respuesta.
“Queremos justicia. Que Marlon pague y que Marlin pague. Ella sabía todo”.
En su voz aflora el conformismo de no encontrar con vida a la niña. Todo lo que la comunidad desea es recuperar sus restos, explica, mientras que el denso humo negro se extendía con el viento.
Los escombros se agolparon en los descalabrados caminos junto con los reclamos en las gargantas de las personas que tomaron las calles de Cenoví para demandar a las autoridades resolver el caso y que no quede impune, un temor azuzado por la influencia política de la otrora candidata por la Alcaldía de Salcedo y exaspirante a diputada por la provincia Hermanas Mirabal, Marlin Martínez.
“Ha sido una historia de horror”
Joselyn Jiménez, directora del liceo Max Henríquez Ureña describe a Emely como una niña amorosa, que se ganaba el cariño de las personas alrededor de ella.
Su desaparición ha dejado un halo de consternación entre sus compañeros y maestros, que define como “una historia de horror”.
“Es algo que no se le ve el fin, y cada vez que van pasando las horas, las cosas están en una incógnita de nunca acabar”.
Detalla que el día de la desaparición, la madre de Emely visitó el centro para explicarle que no había asistido al plantel los días previos porque “se había casado”, por lo que se reintegraría el viernes 25.
Asegura que los educadores no vieron en Emely señales de un embarazo, en especial porque los alumnos se acababan de reintegrar a las docencias luego del período de vacaciones.
“Como madre, a veces tomamos malas decisiones sobre nuestros hijos, y pensando que vamos a hacer un bien, hacemos un mal”.
Algunos datos
Emely Peguero, de 16 años de edad, desapareció el miércoles 23 de agosto, luego de salir de su casa con su novio Marlon Martínez, de 19 años, con quien tenía cuatro años de relación. Eran vecinos de la comunidad de Cenoví, que pertenece al municipio de Villa Tapia.
Según la familia, ambos irían a recoger unos análisis practicados a la joven con cinco meses de embarazo el lunes anterior.
Los estudios fueron realizados por la doctora Anny Lissette Tavares, ahijada de Marlin Martínez.
La madre de Emely, Adalgiza Polanco, dice no vio señales del embarazo, y afirma se enteró el sábado 20 de agosto.
Marlon Martínez indicó que Emely Peguero confundió la fecha de entrega de los resultados, por lo que decidieron devolverse. En el trayecto, según el relato de Martínez, su novia le pidió dejarla en la bomba de Cenoví, donde se reuniría con un tío para hacer diligencias, abordando un motor blanco CG150.
La madre de la adolescente, Adalgiza Polanco, al notar la ausencia de Emely, le preguntó a Marlon por su hija él solo le contesto que ella “cogió para Bandera”.
Los familiares revisaron las cámaras de seguridad de la estación de expendio de combustible, pero no se pudo encontrar rastro de la joven. La denuncia de la desaparición fue puesta el mismo día.
En una entrevista, en la que participó junto a su madre Marlin Martínez, excandidata a alcalde por Salcedo y excandidata a diputada por la provincia Hermanas Mirabal, aseguró que le sugirió a Emely que se comunicara con un familiar para dejarle saber que iba hacia otro lugar después de salir del médico.
La Oficina Judicial de Atención Permanente en la provincia Hermanas Mirabal, impuso tres meses de prisión preventiva a Marlon Martínez, el pasado sábado 26 de agosto.
El lunes 28 se realizó un allanamiento al edificio Torre Don Luis I, en el que viven Marlin y Marlon Martínez, en donde se incautaron un colchón y toallas ensangrentadas.
Un mapeo a las llamadas del teléfono de Emely Peguero colocó el móvil en la vivienda en la que reside Marlon, misma en la que fue hallado el colchón ensangrentado.
El martes 29, Kelvin Jiménez, miembro de la seguridad del edificio Torre Don Luis I, afirmó que las cámaras captaron a Marlon Martínez sacando un saco y entrándolo en un vehículo. Agregó que Marlin Martínez vio la fílmica. Sin embargo, la grabación se encuentra desaparecida.
Ese mismo día, las autoridades iniciaron una búsqueda por la zona, que incluyó la participación de la unidad canina.
El miércoles 30, Marlin Martínez, funcionaria de la Dirección General de Pasaportes, se puso a disposición de las autoridades, afirmando que “actuó como una madre”, mientras que los moradores de Cenoví y de comunidades cercanas, incendiaron neumáticos y bloqueaban las calles para exigir a las autoridades resolver el caso.
En el transcurso del día, se informó del hallazgo del cuerpo sin vida de Emely, lo que fue desmentido posteriormente por las autoridades.
Horas más tarde, los miembros de la Fiscalía afirmaron que Marlon Martínez confesó haber trasladado el cuerpo de Emely al vertedero de San Francisco de Macorís. Martínez fue llevado hasta el lugar, donde miembros de la Defensa Civil realizaron un rastreo, sin que se pudiera hallar los restos de la joven de 16 años.
El procurador general de la República, Jean Alain Rodríguez, creó una comisión de alto nivel para profundizar las investigaciones en torno a la desaparición de la adolescente de 16 años embarazada.
El jueves 31, las autoridades reactivaron la búsqueda del cuerpo de Peguero en distintas zonas, luego de que circulara la información de que Marlin Martínez pagó la suma de 100 mil pesos para que los restos fueran trasladados del sitio.
El procurador General Adjunto, Bolívar Sánchez, afirmó que la única “línea que ha recibido es de la del procurador general de la República”, para que investigue el caso de la desaparición de Peguero, “caiga quien caiga”, esto luego de que lo cuestionaran sobre supuestas líneas que le habían bajado con relación a funcionarios que habrían sido mencionados en el caso.