Cuando empezó a aclarar el cielo, a eso de las 6:30 de la mañana del jueves, Madeline Colón y su esposo, Flor Colón, decidieron ir a ver cómo estaba su casa en Shadow Brook Lane, en la comunidad de Palmetto, al oeste de Florida. “Fue la noche más horrible de mi vida”, así describió el embate del huracán Milton.

Árboles caídos, calles inundadas y casas destrozadas conformaron su panorama rumbo a su hogar. Fue lo que dejaron los vientos de hasta 120 mph de Milton, cuyo ojo entró a Florida, Estados Unidos, en la noche del miércoles por la zona de Sarasota. La cifra de muertos asociados al ciclón ya sobrepasa la docena.

Su casa sobrevivió la tempestad. Pero la mayoría del vecindario, no. “Hay 300, casi 400 casas. Yo diría honestamente que el 80% de las casas tuvieron daños”, dijo al Centro de Periodismo Investigativo (CPI) vía telefónica.

No pegó un ojo en la casa de su hijo, nuera y nietas. Allí estuvo junto a su esposo durante el huracán. La puerta corrediza del family room se meneaba, a pesar de estar cubierta con los shutters, dijo. Se sentía cuando las ramas de los árboles chocaban contra esos protectores de las ventanas. Se movieron a las habitaciones, pero fue peor. “El ruido era como si alguien estuviera azotando las ventanas [de las habitaciones]”, describió. Sin luz y con un calor horrible pasaron las horas.

La casa de Madeline Colón no tuvo daños mayores. En el techo de la casa, su esposo Flor Colón arregla parte de los daños.
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“Ahora nos toca ayudar a los que están ahí en la comunidad tratando de poder sobrevivir y reponer lo que se les dañó”, añadió. Lo que encontró en su comunidad fueron casas de madera sin techos, verjas caídas, sin paredes, y muchos escombros.

Hubo una situación que le dio mucha lástima. Una vecina con sus tres hijos perdió el techo. La señora estaba sacando las cosas que se le dañaron. Madeline le preguntó si necesitaba algo. “Dijo que verdaderamente necesitaba comida”, narró Madeline.

En su mayoría, en esta comunidad habitan estadounidenses. También viven latinoamericanos, incluyendo a puertorriqueños.

Madeline aún no sabe cuándo regresará la luz. En el condado de Manatee, varias compañías, como Peace River y Florida Power & Light Company, suplen la energía. “Algunas trabajan más rápido, otras trabajan más lento”, expresó.

Mientras tanto, Madeline está cocinado en un grill de gas propano.

“El gobierno se enfoca en solamente las comunidades grandes y se olvida de las pequeñas. Y a veces las pequeñas son las que importan porque tienen menos ayuda del gobierno por el simple hecho de que son pequeñas”, lamentó.

Los vientos de Milton destruyeron muchas viviendas en la comunidad de Palmetto.
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Unos dan; otros quitan

Las personas que necesitan ayuda en el condado de Hillsborough, en el centro oeste del estado, se moverán a refugios transitorios. El condado informó que tuvo a más de 15,000 refugiados en 14 refugios.

“Al no tener luz no se puede enviar a nadie a su casa porque el gobierno tiene la responsabilidad de servir el desayuno, almuerzo y comida para todas las personas”, dijo Linda Pérez Luna, de la organización Boricuas de Corazón, quien solicitó a las personas que quieran ayudar que traigan sierras manuales para cortar los árboles caídos que obstaculizan las calles.

De hecho, este viernes, la organización sin fines de lucro estará ofreciendo desayuno y almuerzo en su sede, en Brandon, junto a la Cruz Roja. Según Pérez, se estima que no habrá energía por tres o cuatro días.

A una hora y media de distancia en carro, el chef José Martín Grau ofrecía el jueves un vasito de sancocho gratis en su restaurante de comida Grillers Puerto Rico, en Kissimmee. Tuvo pérdidas menores en su establecimiento, pero decidió abrir el local con un menú limitado, porque había mucha gente en la calle buscando comida. Dijo que a Kissimmee vino mucha gente de Tampa (condado de Hillsboroug), de St. Petersburg (condado de Pinellas) y de Sarasota (condado de Sarasota) a refugiarse. En estos tres condados en la costa oeste de Florida, se estima una población de casi 156,000 puertorriqueños.

Pero, ante la necesidad, también surgen el fraude y los estafadores. La comisionada del distrito 4 del condado de Orange, Maribel Gómez Cordero, dijo al CPI que personas afectadas por el huracán, entre ellos, hispanos y envejecientes, han recibido acercamientos de supuestos representantes de la Agencia Federal del Manejo de Emergencias (FEMA) para solicitarles datos personales.

“Hay informes de organizaciones e individuos en toda Florida que han sido blanco de amenazas de seguridad cibernética”, dijo el alcalde del condado de Orange, Jerry Demings, en conferencia de prensa. Ante la situación de emergencia, los estafadores envían archivos que aparentan ser documentos de FEMA pero son archivos maliciosos, que al abrirlos perjudican los dispositivos electrónicos.

La comisionada Gómez Cordero, de origen puertorriqueño, aconsejó a las personas tener mucha precaución, pues el personal de FEMA no llama o envía correos electrónicos al público para iniciar el proceso de ayuda. Las personas afectadas reciben las cartas de parte de la agencia federal después que las propias personas hayan solicitado las ayudas.

Igualmente, hizo hincapié en seguir las instrucciones a la hora de manejar un generador. Un fuego se suscitó el jueves en el hogar de una familia hispana que pasaron un gran susto porque no aparecía una hija menor.

Un incendio, aparentemente provocado por un generador, ocurrió en una vivienda, cerca de Oleander Drive y Semoran Boulevard, en Orlando.
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“El generador lo prendieron dentro de la marquesina”, dijo. Los rescatistas y los bomberos entraron a la vivienda a buscar a la menor. “Ella estaba afuera, pero los papás no sabían dónde estaba”, contó.

Los refugios permanecían abiertos en el condado de Orange, al centro de Florida, dijo Gómez Cordero. En los 11 refugios para el público en general, había 2,000 personas, añadió. En los tres refugios para personas con necesidades especiales, había 377. La transportación pública, operada por LYNX, estaba ofreciendo servicio gratis en sus guaguas a las personas que podían regresar a sus hogares, informó. El jueves todavía había más de 50,000 clientes sin el servicio de energía.

El río Wekiva, que se origina en la ciudad de Apopka, se salió de su cauce. Se reportaron inundaciones en las comunidades de Apopka, Altamonte Springs y Winter Park, dijo la comisionada.

Falta de información precisa en español 

Los mensajes del gobierno son en el idioma en inglés. Esto dificulta que se difundan las advertencias y los comunicados oficiales a las comunidades extranjeras, especialmente a la latinoamericana, explicó Yesica Ramírez, coordinadora general de la Asociación de Trabajadores Agrícolas de Florida, que cuenta con más de 10,000 miembros hispanos, afroamericanos y haitianos.

Ramírez dijo que le pidió a la ciudad de Apopka que tradujera al español las medidas de seguridad sobre el uso de los generadores, pues solamente las habían publicado en inglés en sus portales. Tras el pedido, personal de la ciudad le envió la traducción que compartió en sus redes sociales para beneficio de los hispanoparlantes.

Un día antes del huracán una de los miembros de la Asociación también se comunicó con ella pues trataba de comunicarse con funcionarios de la ciudad pues tenía una necesidad para su hijo de necesidades especiales. “En ese departamento [del gobierno de la ciudad] no hablaban español”, contó. Un compañero de la Asociación ayudó en la traducción.

Otro obstáculo en la comunidad que representa es la falta de orientación, pues muchos de los agricultores, de Guatemala, El Salvador, Honduras, México y Venezuela no necesariamente tienen experiencia con las precauciones que se deben tomar frente a un huracán. En Florida, la distribución de sacos de arena es parte de los preparativos ante un huracán. Sirven para contener la fuerza del agua en las casas ante una inundación.

“Una señora que vive en un segundo piso fue [a buscar] arena, pero ella no sabía para qué o cómo se iba a usar, pero le dijeron que fuera por arena”, dijo Ramírez. “La señora no la necesitaba. La falta de educación que tenemos [con relación a estos temas] es demasiada”.

En Florida, residentes recogen sacos de arena para colocarlos en las puertas de sus hogares para evitar que entre agua, principalmente en zonas inundables.
Foto por Brian Negrón | Centro de Periodismo Investigativo

Ante la emergencia, Ramírez trató de atender muchas peticiones de la comunidad. “La gente me preguntaba cosas tan sencillas como ¿yo tengo que llevar mi medicina?”, dijo la coordinadora de la Asociación de Trabajadores Agrícolas, que cuenta con cinco oficinas en Florida.

Ahora están en proceso de evaluar los daños, pues ha hablado con muchos contratistas que han tenido pérdidas en las fincas de fresas y blueberries afectadas por el huracán Milton. Ayudarán a los miembros de la comunidad, dependiendo de las donaciones que reciban.

Ante la falta de electricidad, “la gente va a perder toda la comida que tenga en el refrigerador.  Eso no se recupera así de fácil. La mayoría de los campesinos está perdiendo días de trabajar. Están perdiendo trabajo y comida. Y no sabemos cuántos días más van a dejar de trabajar”, expresó. A las personas que viven en casas rodantes (trailers) se les hará más difícil, añadió, porque no tienen un espacio afuera en dónde cocinar.

Queda la esperanza de que eventualmente haya mucho trabajo, porque hay que replantar los árbolitos de blueberries y se necesitarán muchas manos campesinas.