La estudiante Odalisa Santos de la Cruz, de El Gramazo, Padre Las Casas, le envió una carta al ministro de Educación Ángel Hernández, en la que le expone la cruda situación de la escuela de la comunidad y lo invita a conocer la realidad de la educación en la zona.

La comunicación fue escrita el 24 de enero del presente año. Ahora, cuando la comunidad reitera el reclamo para que le reparen la escuela, decidió hacerla pública.

Escuela de El Gramazo, Padre Las Casas, Azua.

“Le solicito, señor ministro que visite nuestra escuela. Ustedes, allá en la capital y en sus oficinas, hablan mucho de la educación y pronuncian muchos discursos sobre los avances que dicen que tiene la República Dominicana en la educación. Pero tiene que venir a El Gramazo y ver nuestra realidad, para que se dé cuenta de que todos esos discursos que se dicen en la capital aquí no funcionan. Aquí lo único que funciona es el olvido y el desprecio con que los gobiernos, todos sin excepción, nos han tratado siempre.”

“Aquí –añade- estudiar da mucha dificultad. Muchos niños tienen que recorrer grandes distancias, atravesar caminos solitarios y llenos de peligro y generalmente bajo la lluvia para poder ir a una escuela, que ni siquiera es una escuela de verdad, sino una simulación de escuela, un lugar sin ninguna condición.

"Usted no me va creer, pero cuando los estudiantes llegan a sexto sus padres deciden que repitan ese curso para que no pierdan la costumbre de estudiar por si un día las cosas mejoran nos encuentren sentados en un pupitre"

A continuación la carta:

El Gramazo, Padre Las Casas,

Lunes 24 de enero de 2023

 

Señor Ángel Hernández

Ministro de Educación

Su Despacho

 

Soy Odalisa Santos de la Cruz, estudiante del segundo año del bachillerato. Soy de un pueblito de la cordillera Central que quizás usted nunca ha oído mencionar. Se llama El Gramazo. Está situado en un lugar muy alto en la cadena de montañas que va de Constanza a Padres Casas y pertenece a la sección Las Cañitas, Azua.

Le escribo para hablarle de las condiciones en que se encuentra la escuela de nuestra comunidad. Fue construida hace treinta años por la propia comunidad y sin ningún apoyo de los gobiernos; solo con la ayuda de la Iglesia Católica.

A pesar de nuestra voluntad de estudiar y salir adelante, nunca hemos recibido atención de ningún gobierno. Todos los gobiernos se han olvidado de nosotros, unos detrás de otros, y este va por el mismo camino. El resultado ha sido este: que la escuela no sirve, que los estudiantes, unos cien, no caben, y que solo hay tres maestros para cubrir todos los grados.

La escuela solo llega hasta sexto. Una vez la pusieron hasta a octavo, pero eso casi fue de boca. Como no dispusieron de maestros suficientes, se tuvo que volver atrás. Usted no me va creer, pero cuando los estudiantes llegan a sexto sus padres deciden que repitan ese curso para que no pierdan la costumbre de estudiar por si un día las cosas mejoran nos encuentren sentados en un pupitre.

Le solicito, señor ministro que visite nuestra escuela. Es más, lo invito formalmente. Ustedes, allá en la capital y en sus oficinas, hablan mucho de la educación y pronuncian muchos discursos sobre los avances que dicen que tiene la República Dominicana en la educación. Pero tiene que venir a El Gramazo y ver nuestra realidad, para que se dé cuenta de que todos esos discursos que se dicen en la capital, aquí no funcionan. Aquí lo único que funciona es el olvido y el desprecio con que los gobiernos, todos sin excepción, nos han tratado siempre.

En la capital y en las demás ciudades hay de todo, pero nuestra escuela ni siquiera tiene luz, y cuando se nubla o llueve hay que suspender las clases y perder el día. Aquí estudiar da mucha dificultad. Muchos niños tienen que recorrer grandes distancias, atravesar caminos solitarios y llenos de peligro y generalmente bajo la lluvia para poder ir a una escuela, que ni siquiera es una escuela de verdad, sino una simulación de escuela, un lugar sin ninguna condición.

Para llegar desde Constanza hay que pasar por el puente de Arroyo Hondo, luego por Los Corralitos, después por La Paila y el puente de La Unión, más tarde por Fundo Viejo y después por un último puente de palos que tuvimos que hacer y que casi siempre se lo lleva el rio cuando crece.

Yo estudié en esa escuela y pasé todas las dificultades del mundo. El último grado que hice fue el 6° de primaria. Sólo había tres profesores y dos aulas, cada una con 70 estudiantes en un espacio que estaba hecho para menos de 30. Teníamos que sentarnos de a tres y cuatro en un pupitre y teníamos que turnarnos para sentarnos por ratos. Y lo lamentable, señor ministro, que eso aun continua así.

Los que terminan y no tienen ingresos para seguir estudiando, repiten de curso esperando que alguien los ayude a ver si los cursos avanzan. Algunos, muy pocos, tienen oportunidad de venir a Constanza a estudiar los sábados. En tiempos de lluvia los que estudian los sábados no siempre pueden llegar debido a que el puente se derrumba y se quedan sin poder pasar para ningún lado.

Mis padres han hecho un sacrificio muy grande para que yo y mis hermanos sigamos estudiando y nos mandaron a Constanza. Y aquí estamos, añorando nuestra tierra y viendo cómo los estudiantes de El Gramazo tenemos que quedarnos atrasados mientras en otros lugares del país se avanza.

Antes, una parte de los estudiantes recibía clases en la pequeña iglesia de la comunidad. La iglesia era una casita normal de cemento y madera que nos protegía malamente del agua. Pero se fue desgastando y hace poco se derrumbó. Y ahora no hay donde meter esa parte de estudiantes. Ahora, la pregunta es ¿Qué harán ahora esos estudiantes, que no caben en la casita que sirve de escuela y que se han quedado sin escuela para terminar el año? ¿Vamos a dejar que pierdan el año escolar?

¿A usted no le parece que dejar a un niño sin escuela, sin importar el lugar donde viva, es una injusticia muy grande, señor ministro?

Nuestros padres no pudieron estudiar y eso nos hizo más pobres. Pero ahora aquí hay una nueva generación de estudiantes que quiere hacerlo. ¡Pero cómo lo vamos a hacer si ni siquiera tenemos una escuela de verdad!

La comunidad de El Gramazo ha pedido sin descanso y durante años una escuela y una iglesia, pero de nada ha valido porque nadie nos ha hecho caso. Una vez nos engañaron, les dijeron a nuestros padres que compraran block y varilla e hicieran una zanja. Ellos lo hicieron y aun así nadie se ha dignado en aparecer.

Eso es lo que han hecho los gobiernos, uno detrás de otros, allantarnos, vendernos sueños y hacer promesas que nunca han cumplido y que siempre se las lleva el viento.

Y es bueno que usted, señor ministro, que la situación de la escuela de El Gramazo no es la única en malas condiciones. En esta franja de la cordillera hay 18 comunidades y solo hay escuelas suficientes. La mayoría está en muy malas condiciones y otras han resultado muy pequeñas para alojar a la cantidad de estudiantes que hay. Y esto tiene que ser constatado por usted mismo, señor ministro.

Yo tengo un gran sueño, y es cuando termine el bachillerato ir a la universidad y graduarme en Educación para volver a mi comunidad como maestra y ayudar a los niños a salir adelante; y para devolverle a mi comunidad todo lo que me ha dado.

Esta carta, señor ministro, no es una súplica ni un ruego. Es una exigencia a las autoridades a que se reconozca nuestro derecho a la educación, que en El Gramazo hace tiempo que está rodando montaña abajo.

Esperando que cuando lea esta carta ponga su mirada en nuestra comunidad, y con la confianza que nos visite, queda de usted,

 

Odalisa Santos de la Cruz

Estudiante del 2do. año del bachillerato