Velones hacen guardia frente al mural dedicado al destacado locutor José Miguel Román, conocido como El Cafre o El Cafriao, en el barrio Los Pepines, de donde era oriundo el popular animador de la radio.
En la esquina de las calles 16 de Agosto y Santomé, los artistas plasmaron la imagen de El Cafre, con sus características pulseras y la ambientación de una cabina de radio, su pasión y a lo que se dedicó a tiempo completo.

El Cafre falleció tras un accidente de tránsito la madrugada del sábado 21 de diciembre de 2024, en la comunidad de Cabirmota, en la Autopista Duarte, en un tramo de la jurisdicción de La Vega, cuando regresaba de una presentación del cantante salsero Yiyo Sarante en San Francisco de Macorís. Junto a El Cafre viajaba el también locutor Henry Almonte, quien falleció en el mismo accidente.

En el barrio Los Pepines, así como en los sectores ligados a la locución y la comunicación, han lamentado profundamente la muerte de El Cafre. Sus admiradores destacan que conservarán la alegría que transmitía con su estilo peculiar, un sello distintivo desde su incursión en la animación a mediados de la década de 1970.

“Vete al cielo, hermano, con toda tu alegría, y alborota a todos allá con tu carisma”, escribió en su cuenta de Facebook el locutor Thony Genao Valerio.

“Hoy lloramos la pérdida del más grande exponente de la animación radial, José Miguel Román, El Cafre, víctima de un accidente de tránsito. La salsa hoy hace una pausa en honor a esta estrella de primera magnitud, para quien la vida fue una fiesta de gritos y sonidos que alegraron nuestros corazones”, expresó el locutor Alejandro Sánchez (El Feo Nuclear), quien además resaltó la peligrosidad de las carreteras en República Dominicana, especialmente durante la noche y la madrugada.

“Y como decía El Cafre: ‘Viejo es el viento y todavía sopla’. Nos vamos para el Son a recordarlo moverse desde la punta hasta el final, con su lente y copa de luces”, escribió la periodista Adalgisa Germoso, previo al homenaje que se le realizó en el área de El Son de Keka, en su barrio natal, Los Pepines.

“Con mucha juventud acumulada, el negro pepinero”, solía decir El Cafre en sus animaciones, en las que siempre hacía referencia a ser "el negro con más swing y estilo en la radio".

“El hijo de Doña Tala”, “El Cafre for ever”, “Pepinero, la tierra del gran Johnny Pacheco”, eran frases habituales del legendario animador, cuyo cuerpo fue sepultado este domingo en el cementerio 30 de Marzo en Santiago de los Caballeros, luego de ser velado en la Funeraria Blandino, donde desfilaron locutores de todo el país para despedirlo con guardia de honor.

Sobre El Cafre

José Miguel Román, conocido en la locución como El Cafre, El Cafriao o El Negro Cafre, comenzó su cercanía con las emisoras haciendo mandados para los locutores y organizando discos. Más adelante, se encargó de colocar música como disk jockey.
Desde 1975, se destacó en la animación, imponiendo un estilo novedoso en varias emisoras de Santiago, considerado en su época como uno de los más alegres de la radio. También incursionó en la televisión, trabajando junto a Nelson Javier (El Cocodrilo) y Frederick Martínez (El Pachá) en el programa "TV Can", transmitido por Canal 7 Cibao.

En la televisión, El Cafre produjo y condujo el programa "El Campamento de la Salsa", ritmo que era su pasión y al cual dedicó gran parte de su trayectoria.

Algunos datos sobre El Cafre revelan que fue el primer locutor santiaguero en trabajar en una emisora computarizada, La Z 101. También llevó su estilo de animación a otras emisoras en Santo Domingo, como Hit 92, entre otras.

Panegírico El Cafre

Símbolo de los ritmos caribeños y tropicales

Las voces resuenan en un bullicio colectivo, para un llamado urgente de liberación armónica, donde las congas entonan su parsimonia con vehemencia y convicción melódica.

El timbal protagoniza la descarga predilecta de la pantomima de la muchedumbre, que convierte la coreografía en un arcoíris de colores en el solsticio de invierno.

Las maracas, idiófonos del trópico, hijas distinguidas de nuestra flora, son guías imperecederas del cantor que entona lo cotidiano.

El guaguancó, el nengón, la rumba y la guaracha, ritmos de herencia ancestral, confluyen con la postmodernidad de la salsa, creación del legendario Johnny Pacheco, miembro distinguido del otrora espacio geográfico de Pueblo Arriba, Los Pepines.

De ese entorno rítmico surge la voz inconfundible de El Cafre, innovador de un estilo particular que, a través de las ondas hertzianas, conquistó a los ciudadanos de la Ciudad Corazón y del Caribe.

Su territorio libre en Los Pepines lo elevó a la cúspide, donde su micrófono estaba presente en los eventos cotidianos celebrados en la centenaria calle Cuba, cuna del colmado "La Felicidad", hogar de recuerdos artísticos.

Desde esa emblemática calle, El Cafre dejó un legado festivo permanente, donde la magia, la luz y el compás rítmico predominan. Su voz era el motivo y el hilo conductor, con su gracia y entonación únicas.

El Cafre, ciudadano ejemplar, de sentimientos amplios y aptitud solidaria, donde la maldad, la hipocresía y la ignominia no tenían cabida. Su amor y pasión por el arte nacional lo convirtieron en un bohemio, soñador incansable con su micrófono y su agigantada animación.

Vete en paz, maestro.
Que la tierra te sea leve.

Rafael Almánzar Mármol