El papa Francisco lamentó las acusaciones que recibió sobre sus acciones durante la dictadura militar en Argentina y defendió su inocencia: "Algunos en el Gobierno (de Cristina Fernández de Kirchner) querían 'cortarme la cabeza'", dijo en una entrevista publicada hoy por la revista jesuita "La Civiltà Cattolica".

"Algunos en el Gobierno querían 'cortarme la cabeza', y sacaron a relucir no tanto este asunto de (el cura apresado Franz) Jálics, sino que pusieron en duda todo mi modo de actuar durante la dictadura. Entonces, me llamaron a juicio", recordó el ahora pontífice en un encuentro con los jesuitas húngaros en su reciente viaje a Budapest.

Bergoglio, entonces cardenal y arzobispo de Buenos Aires, eligió responder al interrogatorio en la sede del arzobispado en 2010 -en el primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner- y durante 4 horas y 10 minutos respondió a las preguntas de los investigadores.

"Uno de los jueces insistía mucho en mi modo de comportarme. Yo siempre respondí con la verdad. Pero, para mí, la única pregunta seria y bien fundada, fue la del abogado que pertenecía al Partido Comunista. Y gracias a esa pregunta las cosas se aclararon", dijo.

Y agregó: "Al final se comprobó mi inocencia. Pero en ese juicio no se habló casi nada de Jálics, sino de otros casos de personas que habían pedido ayuda".

Para unos comunista para otros  delator o cómplice silencioso

Bergoglio, testigo en juicios por la dictadura del general Jorge Rafael Videla.

Tras su elección como papa, el tenido por "comunista" por algunos, recibió sin embargo críticas por parte de algunos sectores progresistas en su país sobre su supuesto silencio durante la dictadura militar (1976-1982) e incluso la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, le invitó a entonar el "mea culpa" por el papel de la Iglesia en ese periodo.

El impulso que los Kirchner dieron a los juicios por los delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar salpicó a la Iglesia católica y Bergoglio declaró como testigo en el juicio por Plan Sistemático de apropiación de niños y en la megacausa de torturas y desapariciones en la escuela de Mecánica de la Armada (Esma).

La organización Abuelas de Plaza de Mayo recordó que Bergoglio declaró en el caso de Elena de la Cuadra, desaparecida cuando estaba embarazada, y cuya familia acudió a él en busca de ayuda.

Las Abuelas reprodujeron un fragmento de la declaración del entonces cardenal en el que admitía que tuvo conocimiento de la apropiación de niños durante la dictadura "en el tiempo del Juicio a las Juntas", poco antes de los años 90.

Bergoglio contó a los jesuitas húngaros que años más tarde, cuando ya era papa, los jueces le revelaron que habían sido presionados por el Gobierno para que lo condenaran.

“He vuelto a ver aquí, en Roma, como papa, a dos de los jueces. Uno de ellos junto a un grupo de argentinos. No lo había reconocido, pero tenía la impresión de haberlo visto. Lo miraba y lo miraba, y me decía: ‘a este lo conozco’. Me dio un abrazo y se marchó. Lo volví a ver una vez más, y se presentó.

Le dije: ‘Merezco ser castigado cien veces, pero no por ese motivo’. Le dije que estuviera en paz con esta historia. Sí, merezco ser juzgado por mis pecados, pero sobre este punto quiero ser claro. Vino también otro de los tres jueces, y me dijo claramente que habían recibido indicaciones del Gobierno para condenarme”, relató Francisco.

Sacerdotes torturados en los calabozos de la dictadura

En la entrevista, Francisco habla en concreto de los casos de los sacerdotes Franz Jálics y Orlando Yorio, apresados durante la dictadura y de los que en un principio le acusaron de no haber hecho lo suficiente para impedirlo e incluso de haberlos entregado a los militares.

"En el barrio en que trabajaba había una célula guerrillera. Pero los dos jesuitas no tenían nada que ver con ellos: eran pastores, no políticos. Pero fueron hechos prisioneros, siendo inocentes. No encontraron nada con que acusarlos, pero tuvieron que cumplir nueve meses de cárcel, sufriendo amenazas y torturas", recordó.

Y agregó: "Luego fueron liberados, pero estas cosas dejan heridas profundas. Jálics vino a verme inmediatamente, y charlamos. Yo le aconsejé ir a ver a su madre a Estados Unidos. La situación era realmente demasiado incierta y confusa".

Francisco explicó que después de todo esto "surgió la leyenda" de que había sido él quien los había entregado para su encarcelamiento.

Posteriormente, tras el final de la dictadura, Jálics volvió a Argentina para ver a Bergoglio (incluso oficiaron misa juntos) y también pasó por Roma para visitarle como papa.

"Pero cuando vino a verme al Vaticano, la última vez, vi que sufría porque no sabía cómo hablarme. Había una distancia. Las heridas de esos años pasados permanecían en mi y en él, porque los dos vivimos esa persecución", refirió.

"Quiero agregar que cuando Jálics y Yorio fueron apresados por los militares la situación que se vivía en Argentina era confusa y no estaba para nada claro qué se debía hacer. Yo hice lo que sentía que tenía que hacer para defenderlos. Fue una situación muy dolorosa", terminó.