En su introducción señala que el documento es el reflejo de “horas de sesiones de escucha en las que participaron mujeres de todos los continentes, incluida la reflexión de mujeres teólogas”.
Este discernimiento colectivo, dice el documento, “se generó a partir de una escucha profunda, enriquecedora e inclusiva de mujeres de contextos muy diversos que nos unimos para orar, soñar y visualizar juntas una Iglesia más generadora de vida.”
El informe indica que “a pesar de nuestras diferencias, compartimos la creencia de que la plena participación de las mujeres en la vida institucional y sacramental de la Iglesia es el signo más eficaz de que sus líderes están comprometidos con la construcción de una Iglesia verdaderamente sinodal”.
El Consejo de Mujeres Católicas (CWC sus siglas en inglés), un grupo de 60 asociaciones feministas de todo el mundo, publicó el 3 de octubre un informe en el marco del Sínodo sobre el futuro de la Iglesia que luego entregó en Roma a la subsecretaria del Sínodo de los Obispos, la hermana Nathalie Becquart.
"Tuvimos unas palabras muy francas, pero Nathalie Becquart se mostró totalmente receptiva", dice Carmen Chaumet, encargada de las relaciones con las asociaciones extranjeras del Comité.
"Hacer oír la voz de las mujeres en todo el mundo" es el objetivo de un informe redactado por el CWC, documento de unas 20 páginas que recoge entrevistas con mujeres católicas de los cinco continentes realizadas por las distintas asociaciones miembros del Consejo.
"A pesar de las diferencias en las culturas y las vidas de las mujeres entrevistadas, una palabra aparece: frustración", añadió Chaumet, de 29 años, de una asociación francesa miembro del CWC. "Las mujeres están frustradas por el abuso de poder, el clericalismo, la discriminación, el sexismo y el miedo que sienten en los círculos eclesiásticos", remarcó.
Tratadas como asistentes, abusadas sexualmente
Tras un recorrido por las cuestiones planteadas en cada continente, incluida Europa, donde "las mujeres son tratadas como asistentes y se alejan de la Iglesia para formar grupos que ofrecen espacios para compartir y rezar", el informe aborda los casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia católica.
En particular, denuncia las "redes católicas puramente masculinas" que "censuran" los reportajes y documentales sobre "temas de abusos, explotación y la posición de las mujeres en la Iglesia".
El texto también reflexiona sobre los sacramentos, incluida la Eucaristía y su lenguaje que "niega, excluye o disminuye simbólicamente la metáfora del rostro femenino de Dios".
El CWC aboga, entre otras cosas, por "facilitar la plena participación de las mujeres en la vida de la Iglesia", "construir comunidades (…) que sean inclusivas, participativas y acogedoras para todas las personas en la celebración de la Eucaristía" o "abrir todos los ministerios ordenados a las mujeres".
Recomendaciones
Desenmascarar ideologías y teologías que justifican erróneamente el sexismo, el racismo, el clasismo y toda forma de opresión o dominación por medio de las siguientes actuaciones:
-Reconocer los vínculos entre el colonialismo, el patriarcado y las estructuras de la Iglesia hoy y trabajar para desmantelarlos, para que todos puedan participar con igualdad y alegría en la vida de la Iglesia.
-Adoptar nuevas tecnologías y metodologías que permitan un mayor acceso, comunión y participación.
-Escuchar e incluir a las mujeres, no solo en los procesos de decisión, sino también en la propia toma de decisiones.
-Asegurar que los procesos sean transparentes y responsables ante los bautizados.
-Involucrar a los feligreses en la selección de sus párrocos.
-Ocupar los puestos de liderazgo y comités de manera profesional y no arbitraria, y limitar los mandatos a un período de tiempo específico. La ordenación no es prueba de competencia en todas las áreas. El abuso de poder y el desequilibrio entre hombres y mujeres se pueden evitar a través del liderazgo colaborativo.
-Crear una estructura y un entorno que permita a la Iglesia convertirse en líder mundial en la defensa y el modelado de los derechos humanos integrales, en particular aquellos que protegen a las mujeres contra la violencia, el extremismo y la limitación de su libertad.
-Renovar las estructuras de la Iglesia y las leyes canónicas para proteger los derechos de todos los miembros de la Iglesia, independientemente de su género o identidad sexual, y no solo los derechos de los sacerdotes y obispos. Hay que erradicar el clericalismo.
-Permitir la plena participación en la vida y el ministerio de la Iglesia de todos aquellos que se identifiquen como LGBTQI+.
-Reconocer que la salud de la Iglesia depende de la sanación de aquellos que han sido abusados por la institución. La Iglesia debe llamar a practicar la tolerancia cero ante cualquier forma de abuso y hacer justicia a los sobrevivientes. Para que los sacramentos sean reales y vivificantes, las iglesias deben ser lugares seguros.