Justamente, hará solo cuestión de cuatro años atrás escribimos sobre este preocupante tema, que no solo envolvía el actual Centro de la Ciudad en un lugar privilegiado, como lo es la Av 27 de Febrero, sino que enviaba una señal equivocada y distorsionada de la imágen de Santo Domingo, capital de la República Dominicana, y Punto Histórico del Gran Caribe Insular, Centro del Nuevo Mundo.

Este importante espacio es una joya desde el punto de vista urbano. Desde sus orígenes estuvo condenado al fracaso debido a que fue realizado sin ningún criterio que no fuese el establecimiento de un gran florero para adornar un espacio residual, dejado por la construcción, como solución a un tema de ingeniería vial que suponía el túnel soterrado de la Avenida 27 de Febrero, en el trayecto comprendido entre las Avenidas Abraham Lincoln y Winston Churchil.

Se presentó el proyecto en esa época, con el planteamiento de que se quería producir una especie de parecido a los grandes boulevares de ciudades en el mundo, mismas que surgieron, evolucionaron y se desarrollaron dentro de un contexto muy diferente al nuestro.

Este fue el argumento más erróneo que dió al traste con el proyecto. Y es que los espacios urbanos hay que diseñarlos, estudiarlos y enfocarlos para la gente que, al final, es el único objetivo y más importante a considerar.

Es impensable suponer que un espacio tan angosto bordeado de dos vías de alta velocidad brinde la seguridad necesaria para realizar ninguna actividad humana, poniendo en riesgo grave la integridad de los munícipes, así como la salud por el efecto de contaminación de todo género.

La Piazza o la Plaza, durante toda la historia de la humanidad, fue el lugar de reuniones céntrico, punto de encuentro, donde convergían los habitantes de la Casa Grande (como suele llamarse a las ciudades). Esta poseía características diferentes, según fuese la época que le tocó construirla.

En el contexto de la ocupación y colonización de nuestra América morena, dentro del marco del Renacimiento, la idea fundamental fue imponer a la fuerza un espacio urbano traído desde la madre patria sobre lugares de cultos aborígenes, sobresellando y borrando todo vestigio cultural existente de los habitantes de los diferentes lugares del continente, y estableciendo una postura de absoluto dominio, en todo el sentido estricto de la palabra.

Sin embargo, y muy a pesar de esta acción, siempre estos lugares eran la sala de los habitantes de ese entonces y de hoy en día. Es como se establece, y hemos escuchado posiciones de otros arquitectos, que el Parque Colón, frente a la Catedral, por ejemplo, se constituye en uno de los pocos espacios agradables y acogedores de la ciudad, en donde su uso cumple a cabalidad con los planteamientos de ciudad anteriormente expresados.

Luego del desarrollo exponencial de la ciudad de Santo Domingo, a partir de los años 60 tardíos, ocurre un crecimiento con ciertos criterios, pero sin planificación adecuada, y dentro de un mayúsculo desorden incontenido, al punto de que ya no se sabe cual es el Centro, cual es la Periferia, cuales son las zonas industriales y mucho menos qué vamos a hacer con la ciudad en los próximos años.

Siempre hemos sostenido que la única forma de proveer el carácter que necesita a gritos el Boulevard de la 27 , es reformulándolo de manera racional y coherente; es decir, conservando la vía sur donde está y mudando la vía norte justamente al lado de la sur, contigua a esta. De esta manera, el espacio al norte se integraría a los comercios, bancos y centros comerciales existentes, como una gran Plaza Urbana, arborizada de manera conveniente, con zonas verdes de grama, un modernísmo planteamiento paisajístico, iluminación con diseños vanguardistas de sus postes y luminarias, bancos para sentarse, manofactura zonificada metro a metro para el desarrollo de múltiples actividades reguladas, zona de quioscos de venta de comida debidamente vigilada , tanto en el diseño de los stands como en la calidad, construcción e imágen corporativa de la misma, dotando, en resúmen, de un mobiliario urbano de excelente calidad y expresión.

Asimismo , zonas de servicios sanitarios, Unidad de Control, Monitoreo y Vigilancia policial ( con destacamento incluído ), pero sobretodo áreas de solaz y esparcimiento para la familia dominicana. Se contemplan edificaciones de estacionamientos públicos en solares a identificar dentro de las calles secundarias laterales, a fin de que tengamos una peatonización total del espacio urbano, y podamos dotar de la seguridad para los usuarios de la Plaza. Obviamente que deberá establecerse límites físicos con una o dos entradas a lo sumo , desde la vía local de la avenida 27 de Febrero , superficial, y ahora colocada completa en ambas direcciones en el lado sur del gran espacio.

Solo así podremos dotar de un lugar adecuado céntrico, olvidando arcaicos conceptos de simetría, y adornos supérfluos en una vía de relativa alta velocidad, en donde nada de esto se aprecia desde el automovil. La Alcaldía que se dedique a este gran proyecto ha de casarse con la gloria, pues una gran Plaza de esta naturaleza dotará de razón de ser y de desahogo a todos los sectores clase media alta que supone Naco, Julieta, Serralles, Evaristo Morales, La Julia, etc.

Como se desplazaron en su momento todas las actividades comerciales de la Zona Intramuros, expandiéndose a otros lugares como fueron Plaza Naco y otros no menos importantes centros comerciales, así los lugares de recreación urbana necesitan de esta rápida acción. Tienen todo a su favor, solo está el reto de planificarla, ejecutarla y preservarla sostenidamente a través del tiempo, para beneficio de los munícipes.

***El autor es Arquitecto, egresado de la Facultad de Arquitectura y Artes, Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional Pedro Henriquez Ureña, Santo Domingo, Rep. Dominicana. Miembro del CODIA y de la Sociedad de Arquitectos de la República Dominicana (SARD)