El lamento entre lágrimas e impotencia de una víctima de agresión sexual escuchado por la doctora que la atendió tras la violación sexual –"si tan solo tuviera dientes ahí abajo"– llevó a esta profesión sudafricana a idear un dispositivo para contribuir a la lucha contra la pandemia de las violaciones sexuales.

Según ONU Mujeres, alrededor de 15 millones de niñas de entre 15 y 19 años son violadas cada año en todo el mundo, sin contar a mujeres de otras edades.

La doctora sudafricana Sonette Ehlers decidió tomar cartas en el asunto inventando y fabricando el dispositivo que llama Rape-axe, una especie de preservativo femenino de látex que se inserta en la vagina como si fuera un tampón.

La mujer no lo notará mientras lo usa, pero el violador quedará con el pene atrapado, lo que permitirá que su víctima huya y pida auxilio.

Las púas internas que tiene este artilugio se incrustarán en el pene si el violador intenta quitárselo por si mismo, en lugar de acudir a un centro médico para que le sea retirado sometiéndose a una pequeña cirugía.

Sin ayuda médica, el violador no podrá quitárselo ni podrá orinar como explica la doctora sudafricana en el siguiente video.

"Duele, no podrá orinar, ni caminar cuando lo tenga enganchado. Si intenta quitárselo, se aferrará aún más… Sin embargo, no rompe la piel y no hay peligro de exposición a líquidos", afirma la doctora Ehlers.

El ADN que quede en las púas del Rape-axe ayudará a la Justicia a condenar con mayores pruebas al agresor, quien, además, no podrá embarazar a su víctima ni contagiarla de enfermedades ni infecciones de transmisión sexual.

Críticas al invento

El invento de Ehlers no cosecha un beneplácito unánime y hay quienes alertan que podría dársele un "uso indebido", por ejemplo en relaciones de sexo consentido, pero con alguna extorsión o venganza de por medio…

También que no se trata de una solución a largo plazo en la lucha contra el abuso sexual y que las mujeres que lo usen podrían ser vulnerables "a más violencia por parte de los hombres atrapados por el dispositivo”.

Victoria Kajja, miembro de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Uganda, considera, además, que las mujeres no tienen porqué llevar de antemano un dispositivo que las hace víctima de "otra forma de esclavitud a la que ninguna mujer debería ser sometida".