Un balcón de la Casa de la Moneda iluminado por el sol, un hombre de perfil que sale a saludar y jóvenes aplaudiéndole desde la calle: Era el adiós de Salvador Allende en la última foto que se hizo de él, obra del fotoperiodista argentino Horacio Villalobos, que ahora se muestra en Portugal.

Villalobos, que vive en el país europeo desde 2016 donde trabaja como fotoperiodista para la agencia Getty Images, llegó el 10 de septiembre de 1973 a Santiago de Chile, cuando tenía 27 años. En aquel entonces trabajaba como colaborador para varios medios como la revista Time.

"Aquel 10 de septiembre me llama la secretaria administrativa de 'Time Magazine' para ver si estaba disponible para ir a Santiago, fue muy gracioso porque en la confusión de la mañana temprano dije 'Santiago del Estero, provincia argentina' y dijo 'no, Santiago de Chile", rememora Villalobos en una entrevista a EFE.

El encargo era fotografiar al entonces presidente chileno, Salvador Allende, que había concedido una entrevista a 'Time' el día 11 por la mañana.

Nada más llegar a la capital de Chile, dos cosas le llamaron la atención: la presencia de un "enorme" avión militar estadounidense en el aeropuerto y, en el camino hacia el centro de la ciudad, varias caravanas de camioneros en huelga.

Aun así, nada le hacía presagiar que acabaría tomando en los próximos días las que serían las fotografías emblemáticas del golpe en Chile -la última instantánea de Allende y la primera de la junta militar liderada por el general Augusto Pinochet.

El 11 de septiembre, cuando el fotógrafo sale a la calle, el ambiente ya era extraño, se dirige a la Casa de la Moneda y allí los carabineros, encargados de la protección presidencial, no dejan entrar a los periodistas y están con tanquetas.

"Yo vi esto y digo como cuando me preguntan ¿qué se dice cuando hay una guerra? 'vamos viendo", comenta Villalobos.

Caminó rodeando la Casa de la Moneda; en la intendencia captó el momento en que varios presos eran subidos a un furgón para acabar desaparecidos para siempre o muertos; y poco después sigue en busca de otras escenas para fotografiar.

En ese instante otros periodistas y fotógrafos se marchan de la plaza, "quién sabe, a entregar su material", y Villalobos, que estaba con Ariel Oneto, camarógrafo de VisNews, cruza al otro lado.

"Ahí es cuando Allende se asoma porque los carabineros lo han abandonado", dice este argentino de La Plata, que salió corriendo al grito de "¡Allende, Allende!" al ver que el presidente volvía dentro, mientras su amigo Ariel exclamaba "¡señor presidente!".

Entonces, el gobernante volvió a asomarse y justo en ese momento pasan unos chicos que habían logrado acceder a esa zona, porque los carabineros se había marchado. Algunos jóvenes miran arriba, otros aplauden y hay uno que clama "deles duro, compañero presidente".

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SALVADOR ALLENDE, ÚLTIMA FOTO obra del fotoperiodista argentino Horacio Villalobos. Acervo de Getty.

Dos días después, muerto ya Allende, Villalobos se encontró en una tesitura diferente cuando Federico Willoughby, asesor de Pinochet, le musita si quiere hacer una foto de la junta militar. El fotógrafo es llevado a una sala donde Pinochet está sentado junto con los generales José Toribio Merino, Gustavo Leigh y César Mendoza.

"Estaban hablando de campos de concentración", rememora el fotógrafo, quien entendió tras salir de la habitación por qué le habían ofrecido retratar a la junta: "no tenían fotógrafo".

Este y otros episodios fueron inmortalizados durante los 12 días que Villalobos estuvo en Chile aquel septiembre de 1973 durante el golpe militar y se exhibirán en la Escuela Superior de Comunicación Social de Lisboa hasta el 15 de diciembre.

Han pasado 50 años de esos sucesos, pero las fotografías se le quedan a uno mirando fijamente: son imágenes en blanco y negro de tanques en las calles, bombardeos, de gente apresurándose a volver a casa antes del comienzo del toque de queda, de detenidos de los que nunca más volvió a saberse, de la junta del nuevo régimen…

Es una muestra que ha pasado ya por varios lugares con fotografías que forman parte del acervo de Getty, aunque los negativos originales los conserva Villalobos.

Este argentino es también autor de una de las pocas fotografías en las que se ve a Allende sonriendo, tomada meses antes del golpe, el 26 de mayo de 1973, en la embajada chilena en Buenos Aires.

Echando la vista atrás, Villalobos no duda en apuntar que al final quien ganó fue Allende, o más bien, puntualiza, "ganó el pueblo chileno gracias a Salvador Allende".

"El combate de la Moneda es el equivalente a Termópilas: Ellos saben que van a morir, pero saben, Allende sabe que va a dar el puente de plata para que la sociedad chilena pueda recuperar la democracia", reflexiona el fotógrafo.

Y es que "la derrota de Pinochet es que no logra que Salvador Allende se porte como un típico presidente latinoamericano de la época que se iba en un exilio dorado y disfrutaban de las mieles de haber tenido alguna vez el problema -subraya-. Ese es el gran triunfo de Salvador". EFE, Susana Samhan