¡Un fantasma recorre los espacios de la academia! ¡Se trata del farandulismo!

En un artículo anterior (https://acento.com.do/opinion/del-tigueraje-intelectual-al-farandulismo-academico-1-de-2-9451908.html) abordé el tigueraje intelectual como una crítica a las prácticas deshonestas en el ámbito académico dominicano. Ahora hablaré de su equivalente: el farandulismo académico, el cual está estrechamente vinculado al primero. Es importante comprender esta relación como un fenómeno dialéctico y no como aspectos separados, pues ambos se retroalimentan constantemente hasta desvanecer la línea que los divide.

¿Qué es el farandulismo académico?

El término "farandulismo" hace referencia a un comportamiento centrado en la búsqueda de notoriedad o fama. Aunque la palabra deriva de "farándula", vinculada al mundo del espectáculo y el entretenimiento, el farandulismo no se limita a este ámbito. Puede aplicarse a otras áreas, como la política, la academia o el activismo, cuando el afán de protagonismo personal eclipsa los objetivos colectivos o profesionales.

En un sentido más amplio, este término se utiliza para criticar la trivialización de actividades serias, como la investigación, la política o el activismo social, cuando estas se reducen a un mero espectáculo mediático. Sus características principales se pueden identificar en ciertas actitudes recurrentes, como el afán de convertirse en el centro de atención sin considerar el contenido de fondo.

En el ámbito profesional, al igual que el tigueraje intelectual, el farandulismo académico erosiona la credibilidad de los profesionales.

En estos casos, los supuestos intelectuales y académicos que practican el farandulismo priorizan ganar notoriedad personal en lugar de aportar sustancialmente al debate o al conocimiento. En continuidad con esto, otro rasgo característico es la superficialidad. Los académicos que adoptan la farándula como estrategia priorizan la imagen y el espectáculo por encima del contenido y el conocimiento. El farandulista académico hace un uso excesivo de los medios de comunicación y las redes sociales. Le gusta subir fotos en Facebook o Instagram con poses dramáticas o provocativas, utilizando estas plataformas como herramientas clave para reforzar su imagen pública, incluso a costa de sacrificar el rigor y la profundidad del mensaje.

Eclipsar a otros y la construcción de su ego es uno de sus objetivos. Por esa razón, su comportamiento tiende a minimizar o invisibilizar los logros colectivos y, en muchos casos, a rechazar sin más las autoridades que han hecho aportes significativos a un campo de estudio. Solo destacan sus supuestos logros, centrándose en su propia persona. Si pasas dos horas hablando con un farandulista académico, solo escucharás sus triunfos, sin recibir ideas que enriquezcan el debate.

Frecuentemente, estos individuos establecen relaciones con figuras de poder para obtener cargos o avanzar en sus carreras. Para ellos, los eventos académicos son oportunidades de visibilidad personal, en lugar de espacios para aportar a la ciencia, las humanidades o la sociedad.

En la política, esto se traduce en promesas grandilocuentes sin planes concretos o en el uso exagerado de gestos, mentiras y amenazas para proyectar una supuesta capacidad de resolución de problemas. Los políticos farandulistas priorizan las apariciones mediáticas y los escándalos sobre la implementación de propuestas efectivas. Esto suele traducirse en:

  • Promesas populistas sin sustento.
  • Apariciones polémicas para captar atención.
  • Discursos cargados de espectáculo, con frases efectistas en lugar de ideas concretas.

En el arte y la cultura, el farandulismo ocurre cuando los artistas priorizan su imagen mediática sobre la calidad de su obra. Muchos buscan alianzas con el poder o con grandes empresas para obtener beneficios, produciendo arte en función de estos intereses. En muchos casos, terminan colaborando con el sistema en lugar de cuestionarlo.

¿Cuáles son las implicaciones del farandulismo académico?

En el ámbito profesional, al igual que el tigueraje intelectual, el farandulismo académico erosiona la credibilidad de los profesionales. Esto genera la percepción de que se enfocan más en su imagen que en sus contribuciones reales. En el debate público, este fenómeno trivializa temas importantes, reduciéndolos a eslóganes vacíos y dificultando un diálogo serio y constructivo.

A diferencia del "tigueraje intelectual", que instrumentaliza el conocimiento para obtener beneficios mercuriales, el farandulista académico solo se enfoca en su imagen. Aunque exprese ideas absurdas, sabe explotarlas para captar la atención y mantener su relevancia mediática. En cuanto a la sociedad en general, el farandulismo académico refuerza una cultura de superficialidad, donde el éxito se mide por la notoriedad en lugar de la profundidad del conocimiento.

Si bien este fenómeno es en parte una respuesta a la era digital y la influencia de las redes sociales, su impacto es perjudicial cuando la búsqueda de protagonismo interfiere con los objetivos fundamentales de la ciencia y las humanidades.

¿Cómo contrarrestar el farandulismo académico?

Para evitar la proliferación de este fenómeno, es fundamental:

  • Fomentar una cultura basada en el contenido y la autenticidad.
  • Priorizar la contribución real al conocimiento sobre la autopromoción.
  • Incentivar la discusión seria y el pensamiento crítico.
  • Revalorar la profundidad del debate académico frente al espectáculo mediático.

El farandulismo académico es una amenaza a la seriedad y al rigor del conocimiento, pero puede combatirse con un enfoque más consciente sobre lo que realmente importa en la academia: la calidad, la ética y la búsqueda genuina de saber.

Edickson Minaya

Filósofo y profesor universitario

Doctor en Filosofía por la Universidad del País Vasco. Profesor de filosofía de la UASD. Miembro de Número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, por su Comisión de Filosofía y Epistemología. Es actual director de la Escuela de Filosofía de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Miembro-Fundador de la Asociación Dominicana de Filosofía (2009). Ha sido becario de la Fundación Carolina para realizar un Máster en Estudios Avanzados en Filosofía por la Universidad de Salamanca y Valladolid. Autor de Ser-en-(la)-relación. Ensayos para una hermenéutica relacionista (2018); Filosofía y sentido. Apuntes para una concepción hermenéutica de la filosofía (2004), así como de diversos artículos publicados en revistas especializadas nacionales e internacionales. (eminaya45@uasd.edu.do).

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