“…La arquitectura debe de ser la expresión de nuestro tiempo y no un plagio de las culturas pasadas…” (Frase atribuida a Le Corbusier)
Esta gran verdad con la que hemos tenido a bien comenzar nuestras letras de hoy, es una frase atribuida a Charles-Édouard Jeanneret-Gris, el grande por siempre, Le Corbusier. En ella se resume una de las claves de la arquitectura, una de las que fue claramente interpretada por el gran maestro de la arquitectura moderna dominicana Guillermo González Sánchez.
El pasado día 3 de noviembre, se ha celebrado, como cada año y desde el finales de los 80, el día de la arquitectura dominicana. Esta fecha no es casualidad, fue una misión promovida por un grupo de arquitectos dominicanos, para hacer coincidir este día con el cumpleaños de Don Guillermo González Sánchez, nacido en el 1900 y fallecido en el 1970.
Hablar de la obra de González Sánchez es hablar de la arquitectura moderna en la República Dominicana, y además de ser una tarea magistralmente abordada por otros, entre ellos por Gustavo Luis Moré (1) , no es el objeto de este breve espacio de opinión.
Lo que si nos llama la atención es ver como la arquitectura dominicana alcanza cotas de calidad – de la que nunca se ha apartado – cada vez más altas. Pero evidentemente dentro del gran boom constructivo que se ha venido produciendo, sobre todo en los cascos urbanos del país como Santo Domingo y Santiago, también podemos encontrarnos con verdaderos bodrios, desprovistos de todo sentido común.
Hoy, cuando muchos de los tesoros materiales dejados por Don Guillermo han desaparecido, víctimas del negocio inmobiliario, también se levantan en otros lugares de la ciudad de Santo Domingo, por ejemplo, “grandes” proyectos habitacionales verticales promovidos por dicho negocio, emplazados en zonas en las que antes solo encontrábamos viviendas unifamiliares.
Mucho se ha hablado de dos aspectos que se plantean paralelamente dentro del asunto de la densificación urbana de las ciudades dominicanas. Uno de estos aspectos es, precisamente, la necesidad de densificar el suelo urbano de ciudades como Santo Domingo y el otro aspecto es la repercusión a nivel de infraestructuras de servicios no habilitadas previamente a para servir a estos procesos de densificación. Hablando en cristiano, a lo que nos referimos es a la realidad actual de barrio o urbanización con secciones de vías (ancho de las calles) para una densidad poblacional determinada, propia de viviendas unifamiliares, a las que se le “montan arriba” edificios de 8 o 10 plantas. Con esto conseguimos pasar de 1 familia a 16 o 20 familias por solar o parcela; y de 20 o 30 familias por calle, pasamos a cientos de ellas. Ciertamente esto que se plantea es un tema de demanda habitacional de la clase media de los centros urbanos, y esta a su vez, en palabras de Le Corbusier, es, “…la expresión de nuestro tiempo…”
Reconocemos que este tema ya lo hemos tocado en otras ocasiones y que nunca hemos pasado de hacerlo a modo de reflexión, más que de planteamiento de una solución. Probablemente este no sea el espacio para plantear una solución de esta envergadura, siendo el espacio natural para ello los tableros de dibujo (más bien ordenadores/computadoras) de los proyectistas de la ciudad.
Extrapolando esta realidad a la obra de Don Guillermo, vemos como este interpretó el tiempo en que le tocó, incluso salvando algún retraso en términos de respuestas arquitectónicas y proyectándonos hacia adelante con la obra de los grandes como referencia. Hoy, con un desafío a escala arquitectónica y urbana, es preciso proyectar de acuerdo a las necesidades actuales y de cara al futuro….Y antes de proyectar, planificar, si fuera posible separar estos términos.
Arquitectura muy alta, cara y vistosa, debe ir, necesariamente, de la mano de un plan más sólido de planificación urbana, con todo lo que esto significa a nivel de arquitectura y urbanismo ( viarios, transito, zonas restringidas de circulación vehicular, preeminencia peatonal y de sistema de transporte público eficiente y adecuado para la ciudad, etc.)…La consecuencia negativa de no hacerlo, es una ciudad aún más caótica; cada vez más.
Interpretemos nuestro tiempo.
(1) Moré G. (2015). Trazos en el Mar. Guillermo González, Arquitecto de la Modernidad Dominicana.
Santo Domingo, Rep. Dom: AAA-Banco Popular.