El fallecimiento del poeta e intelectual dominicano Norberto James Rawlings es una muy triste noticia para la poesía, la intelectualidad y para la sociedad dominicana.
Norberto falleció a los 75 años, en los Estados Unidos, donde vivió los últimos años de su vida, y donde se dedicó a la docencia y a la producción literaria, ofreciendo clases en el Boston Latín School.
La nota oficial sobre su fallecimiento, distribuida este viernes, decía lo siguiente: “Su último poema fue escrito sólo seis meses antes de su muerte; así, sus “poemas breves” se convertirían en el coronamiento de sus obras completas, Poesía Completa, Norberto James Rawlings, y vivió para verlas publicadas en 2020”.
Fue un hombre profundamente identificado con su pueblo, San Pedro de Macorís, y con su país. Metido en los movimientos juveniles y animado por la efervescencia política, se integró a la defensa de la soberanía nacional cuando Estados Unidos invadió la República Dominicana en 1965. Cuando algunos supuestos patriotas salieron huyendo a la batalla por la soberanía, Norberto se integró al comando de los artistas, en donde descubrió, al fragor de los fogonazos defendiendo el territorio, su amor por la poesía.
La nota luctuosa, distribuida en la República Dominicana por su esposa, hoy viuda, Elizabeth Wellington, dice lo siguiente:
“Durante la Guerra Civil, James descubrió por primera vez que era poeta. Su comando estaba compuesto en su mayoría por artistas, entre los que encajaba como pintor. Cuando leyó a los soldados una poesía que había escrito, la elogiaron tanto que empezó a pensar en escribir un libro. Ese libro se materializó cuatro años después con el título de Sobre La Marcha, que contiene su poema más famoso, “Los inmigrantes”, un homenaje y una historia lírica de la comunidad cocola. Seis libros más de poesía, seguirían a lo largo de su vida”.
Acento postuló, reiteradamente, durante más de cinco años, que Norberto James era más que merecedor del Premio Nacional de Literatura, y que pese a su ausencia temporal de la media isla, ha sido, era y seguirá siendo uno de los poetas más representativo de su generación y el que sintetizó con más precisión y hermosura su condición de dominicano de ascendencia cocola, de padre jamaiquino, que descubrió las venas poéticas al fragor de su relación con el ingenio y la caña de azúcar.
En el editorial del 19 de febrero de 2019 Acento apuntaba la necesidad de que el jurado, compuesto por rectores universitarios, finalmente reconociera a Norberto James Rawlings, y decíamos:
“No está demás recordar que un escritor vivo, de gran talento y de una producción poética de fuerte impacto y permanencia, petromacorisano, ha sido el doctor Norberto James Rawlings, cocolo dominicano, que durante algunos años se instaló en Estados Unidos, donde ha ejercido como profesor universitario, y ya se encuentra retirado. Es un excelente candidato que el jurado no debe despreciar u olvidar, si se quiere también hacer justicia con la diáspora dominicana, y en este caso con uno de los escritores de mayor peso de la generación del postrujillismo”.
En el editorial del 9 de marzo de 2018, Acento se hacía algunas preguntas al plantear nuevamente el tema del Premio Nacional de Literatura y Norberto James:
“¿Qué ha ocurrido con Norberto James Rawlings que los miembros del jurado no lo han considerado para este importante premio? ¿Los rectores universitarios que integran el jurado no reconocen la poesía de Norberto James como válida para ser reconocida, del mismo modo que ya lo han hecho con otros poetas dominicanos, incluso de generaciones posteriores a la suya?”.
Reafirmamos la necesidad de que se le otorgara el premio:
“Entendemos que llegó el momento para que el premio nacional de literatura reconozca la obra trascendente, madura, poéticamente superior, de Norberto James Rawlings, y que no sigamos profundizando una discriminación dolorosa y un ausentismo aún más desgarrante, en particular en un poeta que ha hablado desde las entrañas de la patria”. Pero nadie nos escuchó, y poetas y escritores más jóvenes, con posibilidad de ser reconocidos en años posteriores -con una obra más madura- recibieron el premio, alejando así la posibilidad de que el autor del poema Los Inmigrantes lo recibiera con justicia.
El 25 de noviembre de 2017 publicamos otro editorial titulado “El premio Nacional de Literatura para Norberto James Rawlings”, decíamos lo siguiente:
“Recomendamos con firmeza a los rectores universitarios, miembros del jurado del Premio Nacional de Literatura, que tomen en cuenta la historia, la obra y el aporte extraordinario de Norberto James Rawlings, y le concedan el gran premio nacional en uno de los años por venir. Sería un acto de justicia con un poeta grandioso”.
Y el 28 de noviembre de 2017, Miguel D. Mena, escribió en Acento un artículo que hacía justicia y aportaba claridad sobre la discriminación que se produjo siempre con Norberto James:
“Aunque sea el poeta vivo más importante de la República –al menos eso creen en el departamento de Romanística de la Universidad de Oxford, en Inglaterra-, a pesar de “Los inmigrantes” y “La urdimbre del silencio”, Norberto Pedro James Rawlings volverá a barrer la nieve que impide el paso en su casa de Beechwood Road, en Wellesley, Boston, si no es que Tito está por ahí y Beth lo espera con un café. Norberto esperará hablar con José Enrique y sus fieles oyentes, recibirá alguna llamada de René, Cuchi o Peter o mía, este sábado o cuando se pueda. Norberto seguirá oyendo el buen jazz de ECM, sintiendo además el cariño de muchísima gente, el cariño de todos los que lo siguen leyendo y agradeciéndole tanto coraje, tanta ternura, de aquél niño que en su infancia no tuvo juguetes”.
Aquí está, como despedida y como homenaje a su vida y a su obra poética, su poema Los inmigrantes. Paz a su alma y homenaje merecido a su calidad como ser humano y como poeta de la patria:
Los inmigrantes
Los inmigrantes
Aún no se ha escrito
la historia de su congoja.
Su viejo dolor unido al nuestro.
I
No tuvieron tiempo
-de niños-
para asir entre sus dedos
los múltiples colores de las mariposas.
Atar en la mirada los paisajes del archipiélago.
Conocer el canto húmedo de los ríos.
No tuvieron tiempo de decir
-Esta tierra es nuestra.
Juntaremos colores.
Haremos bandera.
La defenderemos.
II
Hubo un tiempo
-no lo conocí-
en que la caña
los millones
y la provincia de nombre indígena
de salobre y húmedo apellido
tenían música propio
y desde los más remotos lugares
llegaban los danzantes.
Por la caña.
Por la mar.
Por el raíl ondulante y frío
muchos quedaron atrapados.
Tras la alegre fuga de otros
quedó el simple sonido del apellido adulterado
difícil de pronunciar.
La vetusta ciudad.
El polvoriento barrio
cayéndose sin ruido.
La pereza lastimosa del caballo de coche.
El apaleado joven
requiriendo
la tibieza de su patria verdadera.
III
Los que quedan. Estos.
Los de borrosa sonrisa.
Lengua perezosa
para hilvanar los sonidos de nuestro idioma
son
la segura raíz de mi estirpe.
Vieja roca
donde crece y arde furioso
el odio antiguo a la corona.
A la mar.
A esta horrible oscuridad
plagada de monstruos.
IV
Oyeme viejo Willy
cochero
fiel enamorado de la masonería.
Oyeme tú George Jones
ciclista infatigable.
John Thomas
predicador
Winston Brodie
maestro.
Prudy Ferdinand
trompetista.
Cyril Chalanger
ferrocarrilero.
Aubrey James
químico.
Violeta Stephen
soprano.
Chico Contón
pelotero.
Vengo con todos los viejos tambores, arcos y flechas
espadas y hachas de madera
pintadas a todo color
ataviado
de la multicolor vestimenta de "Primo"
el Guloya-Enfermero.
Vengo a escribir vuestros nombres
junto al de los sencillos.
Ofrendaros
esta patria mía y vuestra
porque os la ganáis.
junto a nosotros
en la brega diaria
por el pan y la paz.
Por la luz y el amor.
Porque cada día que pasa
cada día que cae
sobre vuestra fatigada sal de obreros construímos
la luz que nos deseáis.
Aseguramos
la posibilidad del canto
para todos.
SPM, 1969
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