El trasiego de plantas y animales exóticos es tan lucrativo como el narcotráfico o el lavado, puntualizaron expertos-ambientalistas reunidos en la República Dominicana, quienes enfatizaron sobre la necesidad de crear conciencia en las poblaciones del Caribe y Centroamérica sobre la protección de especies en peligro de extinción.

El tráfico de animales ocupa el cuarto lugar, detrás de las drogas, la trata de personas, las falsificaciones y las armas, acorde a las informaciones suministradas en el Taller Regional Iniciativa Aduanas Verdes en Centroamérica: promoviendo la capacidad de las Aduanas en el Comercio Internacional de Mercancías “Ambientalmente Sensibles”, celebrado en el Centro Regional de Capacitación Aduanera OMA Prof. Juan Bosch.

El mercado negro no discrimina al comercializar cualquier animal o planta rara (exótica) que, por su forma o color, llama la atención. Estas especies van desde un caballito de mar, una cacatúa (loro), tarántula (araña) o una boa. Igualmente, el marfil de elefante o el cuerno de rinoceronte, sin importar el exterminio de estas criaturas.  De hecho, a principios del siglo XX había 500 mil rinocerontes en África y Asia. La población de este animal cayó a 70 mil en 1970 y en nuestros días asciende a apenas 29 mil ejemplares. La caza furtiva en gran escala del rinoceronte negro, ahora en peligro crítico, resultó en una dramática disminución del 96 por ciento de la especie que, de 65 mil ejemplares en 1970, pasó a apenas dos mil 300 en 1993. Gracias a los persistentes esfuerzos de los programas de conservación, los números de rinocerontes negros de África han aumentado desde principios de 1990 a una población actual de cinco mil 55. En el caso del elefante africano, gobiernos, oenegés y científicos de todo el mundo han vuelto sus miradas a ese continente para entender el alcance del peligro que vive esa especie. Se calcula que, a principios del siglo XX, el este y el sur de África era el hábitat de entre tres y cinco millones de ejemplares. Hoy en día, sin embargo, se estima que sólo quedan entre 690.000 y 472.000 elefantes, aunque muchos sospechan que el número puede ser mucho menor.

En cuanto a las plantas, entre otros tipos, están el cactus, el cedro y guaconejo, endémica de la sierra de Bahoruco en el país, y se comercializa de forma ilegal en Europa, donde se utiliza su esencia para la elaboración de perfumes.

Centroamérica y el Caribe

La Dirección General de Aduanas (DGA), a través de su Iniciativa Aduanas Verdes, reunió en Santo Domingo durante tres días a los más reputados expertos en medio ambiente, así como a representantes de las aduanas de ocho naciones del Caribe y América Central.

Una de las expositoras fue la representante de CITES (Comercio de Especies Amenazadas o en Peligro de Extinción de Fauna y Flora Silvestre), Pia Jonsson, quien explicó que esa entidad persigue judicialmente el fraude, regula el comercio y autoriza las ventas de cualquier especie.

Durante su exposición, Jonsson explicó que CITES rastrea, no sólo la comercialización de mascotas exóticas para circos, exposiciones o coleccionistas, sino también los derivados de plantas y animales como sus pieles, huesos, colmillos u órganos.

Citó que en los últimos tiempos fueron incautados  ocho mil pieles de tigres. En sentido general, se han hecho más de 7,000 incautaciones de fauna protegida. Expresó que en los EE.UU., en un contenedor fueron incautados 180 caballitos de mar muertos, cuando traficantes los estaban tratando de introducir por una de sus aduanas. Mientras que la policía española realizó un operativo donde se decomisaron al menos 560 tortugas, recuperándose mil 240 reptiles.

Unas cinco mil especies de animales y 30.000 plantas están amparadas por CITES contra la explotación excesiva de grupos de traficantes en todo el mundo. Pia Jonsson especificó que CITES regula el comercio internacional de fauna y flora silvestres, su exportación, reexportación e importación, estén vivos o muertos, de sus partes o derivados. La Convención opera mediante un sistema de permisos y certificados que son expedidos por profesionales encargados de su aplicación en cada uno de los 183 países donde funciona.

Estos profesionales pertenecen al sector gubernamental y constituyen a su vez la autoridad administrativa, únicos grupos acreditados para emitir los permisos o certificados para los diferentes movimientos comerciales internacionales.

Las Autoridades Administrativas se asesoran con autoridades científicas, conformadas por especialistas en diferentes grupos taxonómicos que emiten criterio, sustentado científicamente, respecto a la conveniencia o no de otorgar un permiso, asegurando que el movimiento comercial no pondrá en peligro la supervivencia de las poblaciones de especies silvestres reguladas.

De esta manera, la Convención vela porque el comercio internacional de animales y plantas silvestres no constituya una amenaza para su supervivencia, aplicando diversos mecanismos de conservación y protección; por ello promueve la sostenibilidad en el uso de los recursos naturales y se preocupa por la amenaza de extinción de especies silvestres.

Debido a este papel tan relevante de la Convención, la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD), ha desarrollado una agenda regional común en el tema CITES con el propósito de mejorar su aplicación en los países centroamericanos, incluida y República Dominicana.