No queremos una plantilla, un modelo, un manual básico

de cómo el genocidio sucederá. Sin embargo tenemos

muchos ejemplos, y de todas partes del globo,

del momento preciso cuando las leyes empezaron

a derrumbarse, la entrada de la izquierda y de la derecha

de la escena de la arbitrariedad, del asesinato sin

cámara en el chaleco o testigo en vivo. Entonces

tenemos que pesar lo relativo contra lo absoluto,

comparar las historias de dos pueblos destruidos.

¿Cuál genocidio amerita el termino holocausto?

Podemos identificar con los judíos aun si somos

tamiles con nuestras casas incendiadas?

¿Quiénes son los judíos de Asia, de África,

de América? ¿Es el término traducible hacia

atrás y hacia adelante en el tiempo? Los Uighurs,

¿ han vuelto ellos judíos? ¿Tendrán el mismo

peso en los estudios de pérdidas y exilio

que los parientes de los seis millones de judíos

gasificados en Auschwitz, en Buchenwald

y en los otros campos? Si, hubo millones

de gitanos, católicos, discapacitados,

variaciones que no ajustaron al molde nazi.

Recordaremos a ellos también cuando

nos reunimos en casas, en plazas, en museos

y en los bancos de la memoria, para sentarnos

en el shiva, en la banca de la iglesia cristiana,

en la alfombra de oración musulmán, ante

los dioses y los espíritus de la naturaleza,

en el silencio de la reunión cuáquera hasta

que el Espíritu te llame a decir lo que

no se debe ni jamás olvidar ni repetir.