Los cambios demográficos ocurridos en Latinoamérica y El Caribe en las últimas décadas, se insertan en el proceso de transformación denominado transición demográfica, que todos los países del mundo han experimentado con mayor o menor intensidad, y con mayor o menor rapidez. De ahí los grandes cambios en la estructura por edades en los países de la región.

Este fenómeno se caracteriza, principalmente, por una reducción en las tasas de mortalidad y fecundidad, que resulta en una disminución proporcional de la población infantil, acompañada de un aumento de la población en edad de trabajar y de un, todavía moderado, aumento de la población envejeciente. Mientras en algunos países está finalizando, en otros recién comienza.

La transición demográfica es una teoría que se inició con los estudios del demógrafo estadounidense Warren Thompson en el año 1929, quien observó los cambios que habían experimentado en los últimos doscientos años las sociedades industrializadas de su tiempo con respecto a las tasas de natalidad y de mortalidad.

La transición demográfica puede definirse como el proceso mediante el cual la población pasa de una situación de altos índices de natalidad y mortalidad, a otra caracterizada por bajas tasas de natalidad y mortalidad. Como implica un fuerte crecimiento de la población, puede denominarse explosión demográfica.

Según el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía, la República Dominicana está entre los países que están en plena transición, es decir, aquellos con natalidad moderada y mortalidad moderada o baja, lo que determina un crecimiento natural también moderado. Como el descenso de la fecundidad es reciente la estructura por edades se mantiene todavía relativamente joven, aun cuando ya ha disminuido la relación de dependencia.

El bono demográfico (BD) está asociado a la transición demográfica y se define  como el fenómeno en el cual la población en edad de trabajar es mayor que la  población dependiente (niños y adultos mayores).

El BD se caracteriza por una reducción en las tasas de mortalidad y natalidad, que resulta en una disminución proporcional de la población infantil (0-14 años), acompañada de un aumento de la población económicamente activa       (15-65 años), y de un moderado aumento de la población envejeciente (adultos mayores de 65 años).

Este período se conoce también como ventana demográfica de oportunidades, por las posibilidades que ofrece para aumentar las tasas de crecimiento económico per cápita y los niveles de bienestar de la  población, siempre y cuando se aproveche, como ha ocurrido en Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón,  Taiwán, India, China y otros.

Este fenómeno poco conocido por la población general, no dura para siempre; tampoco  sucede por casualidad. Se da cada 200 años aproximadamente y dura entre 30 y 40 años. Es al mismo tiempo, oportunidad y amenaza, dicen los expertos. En el país se inició en el año 2010 y cerrará aproximadamente en 2048, según la Comisión Económica para América Latina.

El éxito del BD depende de que se diseñen políticas, principalmente educativas, de salud y laborales, que posibiliten una adecuada inserción de la población joven al mercado de trabajo y coherentes con las necesidades específicas actuales en el país y a futuro.

Estas inversiones durante este período representan una oportunidad única para preparar el futuro, ya que sus resultados son fundamentales para lograr el ahorro y los saltos productivos necesarios para hacer frente al aumento exponencial de costos que acompañará el envejecimiento ineludible de la población.

En conclusión, el BD puede ser visto como un elemento motivador de la calidad de la educación, por lo cual es necesario difundir su importancia en todo el sistema educativo, pues es responsabilidad de autoridades y docentes el mejoramiento de la educación de hoy, para el bienestar futuro de la población.