El país espera mucho de la gestión del nuevo Ministro de Turismo. Las altas expectativas nacen de la estela de buenas realizaciones que dejo a su paso por la Alcaldía del Distrito Nacional. La negligencia y anquilosamiento del predecesor son responsables de que se espere corajudas decisiones para acabar con el nepotismo y profesionalizar la gestión pública del sector. De ahí que, amparado por el derecho a la imaginación, conviene externar una visión de cuáles deben ser las primeras tareas y decisiones que se me antojan como pertinentes.
Como el equipo turístico del presidente electo puede ser percibido como sesgado a favor de los empresarios hoteleros es preciso que el Ministro de Turismo corrija esa percepción. Consciente de que su futuro político dependerá de que pueda ser percibido como un funcionario que privilegia los intereses colectivos sobre los particulares, su primer empeño debe cifrarse en despegar, de una vez por todas, el desarrollo turístico en el suroeste, la región más pobre del país. Esa meta compagina con la promesa del presidente electo de construir 3,000 habitaciones hoteleras en Pedernales, dejando claro que “ha llegado la hora del sur”.
Para eso existe un fideicomiso regido por el Banreservas y que debe eliminarse por decreto presidencial. Así el ministro pasaría a ser el protagonista asignando al proyecto una alta prioridad. La decisión fundamental para viabilizar las inversiones privadas es la de que las habitaciones se construyan en el entorno de Bahía de las Águilas (y no en Cabo Rojo), desarrollando un Plan Maestro que cuente con la asesoría de la Comisión Ambiental de la Academia de Ciencias y la ong norteamericana The Nature Conservancy. El resultado debe ser un modelo de desarrollo que armonice con las prioridades de conservación ambiental y garantice la salud del ecosistema.
Las inversiones privadas, empero, no fluirán a menos que el gobierno se comprometa a crear las infraestructuras necesarias, tal y como lo hizo en Puerto Plata. Para ello se deberá tomar un préstamo del BID que contemple un aeropuerto, las carreteras, el acueducto, el servicio eléctrico y una gran planta de tratamiento de aguas residuales (con un emisor marino que deposite las aguas tratadas en alta mar). El proyecto debe incluir el remozamiento de la ciudad de Pedernales y la puesta en valor de algunos de los atractivos principales de la comarca. No debe descartarse que el gobierno construya el primer hotel si fuere necesario para seducir a los inversionistas privados, como sucedió en Puerto Plata.
Una segunda promesa de campana que debe abordarse de inmediato es la creación de un fideicomiso que maneje la promoción turística. Conviene que se diseñe en base a un borrador de ASONAHORES donde el consejo de administración tenga 5 miembros –tres privados y dos públicos—y la presidencia se rote entre sus miembros cada seis meses. El director ejecutivo debe ser escogido en concurso público. La primera tarea seria comisionar, mediante licitación pública internacional, la elaboración de un Plan de Mercadeo y Promoción cuyos resultados sean evaluados anualmente por una consultora externa. En el nuevo proyecto para la Ciudad Colonial existe ya una partida asignada para financiar ambas tareas.
El fideicomiso debe eliminar 20 de las 26 oficinas de promoción en el exterior (OPT). Las que se queden serian las de New York y Chicago para nuestro principal mercado emisor (EU), una en Toronto, una en Madrid, una en Londres y la de mejor desempeño en Suramérica. Su personal (de no más de tres personas) debe ser escogido por concurso y tener una sobresaliente calificación en los medios virtuales. Este deberá elaborar anualmente 1) un análisis del mercado a su cargo, 2) un reporte de actividades y 3) un plan de trabajo. Esta documentación seria evaluada dentro de la evaluación anual del Plan de Mercadeo y Promoción. El Plan estipulara las ferias y otros eventos del comercio de los viajes a que deban asistir los directores de las OPT.
De similar trascendencia fue la promesa de un plan integral de desarrollo turístico. Su metodología debe ser participativa para evitar que sea relegado a anaqueles polvorientos. Por un lado, se licitaría un análisis de mercado y una estrategia entre consultoras internacionales de probada reputación profesional. Por el otro se encargaría a un grupo de no mas de 5 técnicos nacionales el diseño de una estrategia sobre la base del análisis del mercado externo. Una vez se tengan las dos estrategias se articularia un proceso con los lideres nacionales del sector para consensuar la definitiva. Un mecanismo de monitoreo anual –a cargo del fideicomiso y/o del Ministerio de Economía– se encargaría de manejar el seguimiento a la ejecución de la estrategia final.
Ahora que la nueva administración eliminará dependencias redundantes e innecesarias seria muy apropiado eliminar a CORPHOTELS, un anacronismo heredado de la Era de Trujillo. Sus 21 hoteles representan una competencia desleal a los empresarios hoteleros privados porque el Estado no está para participar en operaciones comerciales propias del sector privado. La manera de vender esos activos es convocando una subasta pública donde se venderían al mejor postor, siempre que se haya establecido una primera puja que refleje adecuadamente el valor consignado en su tasación. El dinero así recaudado podrá usarse para financiar el aporte publico al proyecto del centro de convenciones del Gran Santo Domingo.
De común acuerdo con los hoteleros de Bávaro-Punta Cana, con las autoridades provinciales y con el Ministerio de Economía, el ministro deberá propiciar la elaboración del Plan de Ordenamiento Territorial de la provincia La Altagracia. Aunque su concepción podría licitarse a una firma de arquitectos calificada, el ministro deberá emplearse a fondo para que se acepten e internalicen las prescripciones del plan entre todos los constituyentes. La otra cara de la moneda seria un Proyecto de Desarrollo Urbano para el polo que embellezca los entornos dotándolos del equipamiento y mobiliario urbano. Es hora de que superemos a Cancún en ese aspecto.
El otro gran proyecto que deberá de atenderse de inmediato es el segundo programa del BID para la Ciudad Colonial. Aunque su ejecución esta asignada al MITUR, el nuevo ministro debe renunciar a esa responsabilidad en favor de que se comparta con el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento del Distrito Nacional, siendo esta ultima entidad la coordinadora ejecutiva. La decisión reconocería así que ese proyecto tiene muy poco contenido propiamente turístico y es mas bien un proyecto de remodelación urbana. Las tres instituciones deberán orquestar un concurso publico para seleccionar su gerente y, si se les antoja, examinar la posibilidad de que la Ciudad Colonial se convierta en un municipio especial.
Otro desafío inicial sería la de un plan de rescate del medio ambiente turístico. Juntamente con el Ministerio Ambiente se deberá concebir un proyecto que englobe 1) el cambio climático, 2) la regeneración de playas, 3) la eliminación de los plásticos, 4) la disposición de residuos sólidos en los polos turísticos, 5) la puesta en valor de las principales áreas protegidas, 6) la protección del acuífero de la región este (mediante posibles plantas de desalinización) y 7) la puesta en valor de los principales balnearios de ríos con que cuenta el país. Lo ideal sería que este proyecto fuera financiado por el BID y contara con aportes del sector privado en los casos pertinentes.
Lo dibujado anteriormente es una gran carga de trabajo. Pero a juzgar por los resultados que el nuevo ministro obtuvo como alcalde parecería que podemos confiar en sus destrezas gerenciales. Con su flamante asesor honorífico los frutos serian todavía más impresionantes.