El “cambio” del PRM implica adoptar el paradigma moderno del mejoramiento del producto turístico. Eso requerirá que el MITUR abandone sus actuales prácticas respecto a su gasto en “promoción turística nacional”. No ha sido posible conseguir el detalle sobre los componentes de ese gasto. Pero corre el rumor de que una gran parte de esos recursos se destinan a la propaganda regular del gobierno. Es vox populi que se concentra en el uso masivo de los medios de comunicación local con fines políticos que no dan frutos turísticos. Por eso ese gasto debe mudar la piel hacia un uso más cónsono con las necesidades del desarrollo sectorial.

Resulta fácil constatar en los medios de comunicación que los recursos se emplean en una avasalladora campaña publicitaria para convencer a la población de que nuestro país “lo tiene todo”, de que somos un paraíso digno de ser escudriñado. Ese mensaje publicitario es música para los oídos de nuestra autoestima y puede no ser objetable. Pero no existe justificación para emitir esos mensajes asidua y masivamente porque la población no tiene mayor necesidad de que le digan que tenemos un gran país. El innato sentimiento patriótico es suficiente para que lo aprecie.

¿Cuál es el propósito del mensaje aldeano? Este podría justificarse en una modesta medida si fuera el de convencer a los pudientes para que viajen al interior del país. Pero el grueso de la población no dispone de los recursos para poder hacer “turismo interno”, aun si se dispone de un vehículo propio. El 25% de la población califica como pobre y apenas cuenta con lo necesario para sobrevivir, mientras otra proporción que si dispone de alguna holgura monetaria prefiere destinar los recursos a otros fines urgentes. (Para Semana Santa y Navidad hay un gran desplazamiento de la población, pero no se requiere publicidad para motivar eso.) Por tanto, no más de un 10-15% de la población hace turismo interno y a ese segmento no hay que venderle el país porque su natural curiosidad los motivara a viajar al interior, si no es que pernoctan en los resorts para extranjeros.

De ahí que destinar una considerable suma a la “promoción nacional” es un soberbio contrasentido presupuestario. Ese gasto debe estar alineado con el paradigma moderno del mejoramiento del producto turístico que introduciría el gobierno del cambio, poniendo énfasis en la equidad social de su distribución. Es decir, la inversión de los recursos de promoción interna debe destinarse a fines que contribuyan a que la población pobre y de clase media tenga más fácil acceso a los atractivos turísticos del país, al tiempo que diversifican el producto turístico. Eso implicaría que cualquier gasto debe entonces focalizarse mayormente en la población pobre y no en la rica.

Son muchas las opciones para el uso de esos recursos en la satisfacción de las necesidades recreacionales del grueso de la poblacion. Mediante un rediseño creativo, esos recursos deberán reprogramarse junto a lo que se dedica en el presupuesto al “fomento y desarrollo de las infraestructuras turísticas”. De hecho, en el presupuesto del MITUR para el 2020 hay casi RD$4,000 millones asignados para estos últimos fines. En el paradigma moderno, este sería el gasto clave para apuntalar nuestro producto turístico. Las 10 inversiones turísticas prioritarias fueron identificadas en una entrega anterior y requerirán recursos adicionales.

Un más deseable uso de los recursos sería, en consonancia con el paradigma moderno, un programa de turismo social. Su orquestación emplearía las 32 oficinas del MITUR en el interior del país. Un primer proyecto destinaría recursos para que familias pobres del interior del país puedan disfrutar, si se evalúan como ejemplares respecto a su responsabilidad en la escolaridad de sus hijos, de algunos días de asueto en los más encumbrados resorts de playa. Eso no solo generaría simpatías políticas, sino que acrecentaría el nivel de conciencia turística al facilitar el conocimiento de la industria por parte de segmentos de la población que hoy viven a sus espaldas.

Por otro lado, se montaría un proyecto para la puesta en valor y equipamiento de los principales balnearios de ríos del interior del país. El mejoramiento del acceso y la creación de senderos facilitaría que los turistas extranjeros que deambulen por la geografía nacional acudan a ellos y se mezclen con la población llana. Lo mismo aplicaría a un proyecto de adecuación y embellecimiento de las playas de Najayo y Palenque, ofreciendo así una alternativa a Boca Chica para la ciudad capital. (Y en otras playas del norte del país podría hacerse lo mismo.) Otro complemento deseable sería la creación de arboledas de bienvenida, por lo menos de un kilómetro de largo, en las entradas de, para comenzar, los 32 municipios del país donde existen oficinas del MIUR. Dotar a los parques municipales con plantas florales sería el complemento. Un proyecto de señalización turística para todo el territorio nacional, finalmente, facilitaría el acceso a todos los atractivos del interior para turistas nacionales y extranjeros.

El paradigma moderno requerirá también que, en estrecha colaboración el Ministerio de Economía (y una vez aprobada la ley correspondiente), el MITUR elabore planes de ordenamiento territorial (provinciales, municipales y de distrito municipales) para Montecristi, Samaná, La Altagracia, El Seibo y Puerto Plata. (Ya Pedernales tiene uno turístico.) También se elaboraran los planes de desarrollo turístico urbano para acabar con la arrabalización en Sosua, Cabarete, Boca Chica, Miches, Najayo-Palenque, Jarabacoa y Las Terrenas. Un gran proyecto de remodelación y embellecimiento urbano se montará en Bávaro-Punta Cana con la colaboración de la Asociacion de Hoteles y el copatrocinio del Distrito Municipal Verón-Punta Cana. En todos los casos, el MITUR acordará con las autoridades locales la mejor forma de su ejecución y financiamiento.

Ya el proyecto del BID para la Ciudad Colonial contempla un plan de desarrollo institucional para el mismo MITUR. Este tendrá que entrelazarse con un Sistema de Indicadores de Monitoreo de la actividad turística y reflejar los lineamientos de los modernos destinos turísticos inteligentes. Deberá también fortalecerse, con planes estratégicos y una ejecución diligente, las comisiones existentes relativas a la seguridad turística y a turismo y salud. Por otro lado, con el Ministerio de Cultura el MITUR deberá crear un inventario de atractivos entre los cuales sobresalgan los del patrimonio histórico y monumental y las áreas protegidas. Se buscaría elaborar un proyecto con el BID para crear el sistema de atractivos que los ponga en valor y desarrollar la infraestructura de servicios para una docena de áreas protegidas seleccionadas. Para focalizarse mejor en sus tareas prioritarias, el MITUR transferirá al ADN y al Ministerio de Cultura la gestión del proyecto del BID para la Ciudad Colonial.

Por otro lado, se venderán en pública subasta los 20 hoteles estatales –un tinglado deleznable de canonjías– y los recursos así captados financiarán los nuevos proyectos. Estos incluirían, además de los mencionados: 1) creación de una unidad para apoyar el desarrollo de las mipymes, 2) gestación de alianzas público-privada para el desarrollo de un centro de convenciones en Santo Domingo, una planta de desalinización para la costa este y un proyecto viable para el puerto de cruceros de Santo Domingo, 3) ejecución de un proyecto de regeneración de playas y manglares,  4) desarrollo del canal de los manglares de Bávaro, y 5) un proyecto de eslabonamientos intersectoriales que acreciente el consumo de producción local por parte del sector. En particular, el fideicomiso existente para gestionar el proyecto de Pedernales recibirá un apoyo diligente para garantizar el rápido despegue del desarrollo turístico en la región más pobre del país. El “cambio” y su paradigma moderno deben lograr que al sur finalmente le llegue su hora.

El MITUR procurará la aprobación de un Código Turistico que compendie todas las normativas que deben regular al sector. Este deberá incluir lo referente a las costas y el acceso regulado a las playas del país. También las normas relativas a la clasificación de hoteles y restaurantes. En cumplimiento de las disposiciones del Código, el Departamento de Empresas y Servicios deberá fortalecer significativamente su gestión de inspectoría, junto al Ministerio de Salud Pública, especialmente en lo relativo a la operación de los establecimientos que estén fuera de los enclaves turísticos.

En materia impositiva el MITUR propugnara ante las autoridades competentes por la devolución de los impuestos pagados por los turistas, como hacen otros países y ha pedido ASONAHORES. Pero el asunto de la reingeniería de los incentivos fiscales al sector será una materia de responsabilidad directa del Ministerio de Hacienda, a quien el MITUR apoyará consultivamente.

Resulta evidente que a quien el PRM escoja para dirigir tan clave ministerio deberá tener dotes gerenciales y estar dispuesto a prescindir de la francachela internacional en favor del trabajo local que requiere el paradigma moderno. Pero sobre todo tener claro que la mejor promoción de nuestro destino estriba en el constante mejoramiento del producto turístico y que los intereses que debe servir prioritariamente son los colectivos, los que interesan al desarrollo del país, y no a los empresarios individuales. De ahí que la persona seleccionada no tendrá que ser simpático a los hoteleros sino alguien quien esté bien identificado con los objetivos nacionales de desarrollo y comprenda que la política pública debe ejercerse con probidad y equidad.