La gran noticia de la encuesta Penn & Schoen, publicada esta semana, es la comprobación de la derrota de Miguel Vargas Maldonado y el poco tiempo que fue necesario para el sepulcro del Partido Revolucionario Dominicano.

En las últimas elecciones el PRD fue el partido que más votos obtuvo individualmente, con Hipólito Mejía de candidato a la presidencia de la República, pese que la suma de votos aliados convirtió al candidato Danilo Medina, del Partido de la Liberación Dominicana en presidente de la República.

En los escenarios en que la encuesta midió las preferencias electorales por el PRD y por Miguel Vargas el fracaso de ese partido es de antología. Nunca en su historia de 75 años el PRD había caído en una miseria de apoyo tan baja, vergonzosa, habiendo sigo gobierno y además el partido “de la esperanza nacional” desde la caída de la dictadura de Trujillo. Fue el partido que sustituyó la dictadura trujillista y el partido que sustituyó los fatídicos y sangrientos 12 años (1966-1978) de Joaquín Balaguer.

Es algo que debe inducir a los actuales directivos del PRD a una reflexión sobre el destino de esa entidad, que podría incluso perder el reconocimiento de la Junta Central Electoral en caso de que no haya una variación de la política de empequeñecimiento desarrollada por sus autoridades, con el apoyo de la Junta Central Electoral (JCE) y el Tribunal Superior Electoral (TSE).

Estos dos organismos deberían incluso revisarse, porque con el aval que han dado insistentemente al sector de Vargas Maldonado han empujado a ese partido al desfiladero al que ha caído, sin tomar en cuenta que el rol de la JCE y el TSE es, y debe ser, mantener viva la institucionalidad en las fuerzas políticas y conseguir su vigencia y fortaleza, como forma de mantener sostenible el sistema de partidos políticos.

A quienes están ahora en ese partido debía darles vergüenza, incluso, utilizar la figura e imagen de Peña Gómez para enarbolar las ideas y los valores que transmiten, apoyando la exclusión del país de los organismos de derechos humanos, cuando ese líder fue el mayor entusiasta de los internacionalistas dominicanos

En todos los escenarios en que se ha medido al PRD apenas llega al 6%, pese a que es la única fuerza política que hace casi dos meses escogió, en forma irregular, a su candidato presidencial y tiene ahora a Miguel Vargas intentando crear un discurso de esperanza en la gente, sin que el público le crea sus promesas o le haga caso a sus propuestas. Es lo que dicen las últimas encuestas.

Entre las personas que se declaran del PRD apenas un 13% dice que votaría por Vargas Maldonado y un 71% dice que votaría por por un candidato de otro partido, Hipólito Mejía, en el caso de que éste fuera presentado por el Partido Revolucionario Moderno. Es decir, que aún entre los que dicen ser perredeístas y se mantienen afiliados a esa entidad, Miguel Vargas carece de apoyo.

Es un caso terriblemente penoso, que un dirigente político que fue candidato presidencial en 2008 y que obtuvo más de un 40 por ciento del apoyo del electorado, haya sucumbido tan estrepitosamente. En otros países los líderes políticos no se ponen a cuestionar las encuestas, como ocurre aquí. Tienen algo de vergüenza reconocen su fracaso y se van tranquilos a sus casas o a sus negocios, donde no están ante los focos de la opinión pública.

Hay que recordar que el PRD fue el partido del más grande líder de masas de la República Dominicana en toda su historia, el doctor José Francisco Peña Gómez, y que 16 años después de su muerte resulte con el rechazo que tiene ahora en la sociedad es más que una vergüenza para sus dirigentes, quienes ya ni se ocupan de rendir cuentas, ni de trazar políticas, porque en lo que el PRD se ha convertido es una absoluta negación de los valores e ideología que encarnó Peña Gómez.

A quienes están ahora en ese partido debía darles vergüenza, incluso, utilizar la figura e imagen de Peña Gómez para enarbolar las ideas y los valores que transmiten, apoyando la exclusión del país de los organismos de derechos humanos, cuando ese líder fue el mayor entusiasta de los internacionalistas dominicanos, y quien más recurrió al apoyo de los demócratas del mundo para detener la represión y el crimen políticos en la República Dominicana.

Peña Gómez jamás hubiese apoyado la desnacionalización masiva de ciudadanos dominicanos de origen haitiano, como lo fue él y venció todas las trabas y las discriminaciones, para demostrar que era más dominicano que quienes hoy se escudan bajo su sombra para auspiciar la segregación y se presentan como si de verdad fueran amantes de la patria.

Estos datos de la encuesta Penn & Schoen son una oportunidad para la reflexión de los que utilizan el símbolo del PRD y la figura de José Francisco Peña Gómez, y ya lanzan la tierra con la que se sepulta de forma irreversible el cadáver del que fuera un baluarte del sistema de partidos políticos: el PRD. Es apenas uno de los casos, el más notable, de los partidos que serán enterrados por las decisiones del Tribunal Superior Electoral para empujar el deseo de un partido único en el país.