BATEY PALMAREJO, Los Alcarrizos.-Más de 248 Jóvenes del batey Palmarejo que no tienen acceso a la Educación han sido beneficiados con el proyecto educativo Articulando esfuerzos a favor de la educación para todos y todas, que ejecutan el Movimiento de Mujeres Dominico Haitiana (Mudha) y Ce Mujer, a través de la escuela Anaisa.
Esta iniciativa se lleva a cabo desde hace 4 años, con una inversión de 109 mil euros, y es auspiciada por AECID y Educación Sin Frontera.
Con la ejecución de este proyecto educativo, se ha beneficiado a jóvenes, niñas y niños de ascendencia haitiana, que viven en este batey, que no solo han recibido docencia de forma gratuita, sino que también se les ha proporcionado mecanismos útiles para el desarrollo de su autoestima, la prevención de embarazos en la adolescencia y de infecciones de transmisión sexual. También han logrado obtener sus documentos de identificación.
A este proceso se han integrado la Asociación de Padres, Madres y Amigos de la Escuela, educadores/as y dirigentes comunitarios y la Asociación de Jóvenes Afrodescendientes.
Ahora estas organizaciones reclaman unidas que el Ministerio de Educación oficialice la escuela, es decir, que sea dotada de un código en el sistema educativo, a fin de que el Distrito Escolar 15_01 le de seguimiento al proceso iniciado por Mudha y Ce-Mujer.
“Esto se logra gracias a las terapias que se les da y a la integración de los padres y las madres en el proceso de enseñanza”, sostiene Mejía Rosario
Juana Clase, representante de Mudha explica que se han realizado diversos encuentros de reflexión con autoridades educativas y la comunidad de Palmarejo, pero que no se han logrado los resultados esperados.
Una experiencia positiva
Estudiantes, maestras/ os y comunitarios valoran positivamente la experiencia educativa y piden el apoyo de las autoridades. La profesora del centro, Juliana Mejía Rosario narra que se han logrado buenos resultados en el trabajo con niños y niñas con problemas de aprendizajes que egresaron de otras escuelas.
“Esto se logra gracias a las terapias que se les da y a la integración de los padres y las madres en el proceso de enseñanza”, sostiene Mejía Rosario.
Otro logro que resalta es la reducción de la deserción escolar en el batey. “Tenemos cambios en la comunidad con los padres y las madres que no ayudaban a los niños en las tareas y ya están ayudando, ya entienden la importancia de la escuela, los niños y niñas faltaban mucho a clase, pero luego de que empezamos a trabajar con los padres y las madres, asisten con regularidad”, refiere la maestra.
Baniris Segura estudio en la escuela Anaisa desde 4 años y asegura que en este proyecto no solo se aprende a leer y escribir sino que se abordan temas que afectan a la comunidad. “Hemos aprendido a detectar cuándo estamos en un círculo de violencia, a elevar nuestra autoestima y a respetar las ideas de los demás”, explica la joven.
“Antes, por ejemplo se usaban mucho los sobrenombre y ahora hemos aprendido a llamar a cada quien por su nombre, porque si yo te hago algo que no te agrada, te estoy violentando”, narra Segura.
Evelin Victoria de Jesús, alumna del tercer curso expresa su satisfacción con los resultados: “Yo estaba en otra escuela, pero no aprendía nada. No sabía nada de letra, pero ahora con la ayuda de la profesora y la sicóloga, aprendí a escribir, se de matemáticas, se de Lengua Española, se mucho y he aprendido mucho en esta escuela”, destaca la estudiante.
Andrés Ramírez, padre de 4 estudiantes de la escuela y presidente de la Junta de Vecinos de Palmarejos, sostiene que con este proyecto se está enfrentando el problema de falta de aula y profesores en el sector
“Es un proyecto diferente y se siente como más familiar, nos involucran a los padres más que en las demás escuelas, nos sentimos comprometidos e identificados con el proyecto”.
Cuenta que su primera hija fue declarada en esa escuela, lo cual califica como una acción grandiosa.
Este proyecto se llevó a cabo con la intención de fortalecer el liderazgo de la comunidad educativa, especialmente de las organizaciones de mujeres, de jóvenes y los comités de padres, madres y amigos/as de la escuela. Está basado en un enfoque de equidad de género y de Derechos Humanos.
Con esta experiencia se busca también mejorar la calidad de la educación, a través de una participación más activa en la gestión educativa, e incidir ante las autoridades locales y nacionales.