Nairovi Castillo, desde los 13 años en la calle por “ser maricón”

 

 

Por Mery Lois Dorrejo | Ella nació con pene, le asignaron el sexo masculino, y su madre le puso Andrés. Sin embargo, el nombre con el que se siente representada es Nairovi Castillo, hoy una mujer activista trans y directora de la Comunidad de Trans, Travesti Trabajadoras Sexuales de República Dominicana (COTRAVETD).

Del sector San Carlos en el Distrito Nacional, Nairovi supo desde muy joven que “era diferente” y por expresar su identidad, padeció el rechazo y exclusión de su familia.

En medio de una adolescencia temprana a los 13 años de edad su madre sacó al joven Andrés de la casa. Nairovi cuenta que fue por mostrar inclinaciones hacia las personas de su mismo sexo, “que yo era en pocas palabras, maricón”.

En las calles Nairovi comenzó a perfilar su identidad. Entendió que no era gay, sino que era trans. Que no era un hombre con pene, era una mujer con pene.

Las mujeres con pene y los hombres con vagina forman parte de la comunidad trans, y a falta de estadísticas oficiales que cuantifique a este grupo en el territorio nacional, existe el dato de la organización Amigos Siempre Amigos (ASA) que reportó en 2011 que los gais, trans y hombres que tienen sexo con hombres representan aproximadamente el 4.5% de la población dominicana.

En busca de una fuente de ingresos, Nairovi comenzó a ejercer el trabajo sexual en las calles, práctica que acompañaba del consumo de sustancias psicoactivas como el alcohol y otras drogas.

"La mayoría" de las trabajadoras sexuales trans trabajan en las calles, lo que las expone a la coerción y a la violencia tanto de policías como de clientes, reportaron el Centro de Orientación e Investigación Integral (COIN) y la Asociación Pan Caribeña contra el VIH y el SIDA (PANCAP), en un estudio que tomó como muestra a 90 trabajadoras sexuales trans en las dos principales ciudades del país, Santo Domingo y Santiago.

 

Nairovi Castillo, en reuniones de trabajo como directora de COTRAVETD

 

Nairovi recuerda la vez que fue abalanzada del vehículo de una patrulla de agentes de la Policía Nacional, luego de recibir golpes y seguido de insultos sobre su persona.

Al igual que Nairovi,  a un 80% de las mujeres trans entrevistadas por el COIN/PANCAP les coartaron la libertad en sus horas de trabajo, con detención o bajo arresto de la Policía Nacional.

Un 36% admitió intercambiar favores sexuales en la espera de un mejor trato de los agentes armados, y cerca de la mitad de las trabajadoras sexuales entrevistadas coincidieron en recibir violencia de los clientes.

Y cuando la violencia no era física o verbal, se relacionaba al uso del condón, asevera Nairovi. Un condón de difícil negociación con los clientes. Sin el preservativo, el trabajo trans se torna más vulnerable respecto a las enfermedades de transmisión sexual y/o el virus del VIH.

Con un promedio de diez clientes en un mes y algunas hasta 49 clientes según el estudio, una persona trans que ejerce el trabajo sexual como actividad económica principal es sujeta a la violencia en su día a día.

Nairovi tiene grabadas las experiencias abusivas sobre su cuerpo en forma de cicatrices. Dice recordar la historia de cada una de ellas.

EMPODERAMIENTO

 

Lo que le permite a Nairovi disminuir el trabajo sexual se relaciona al momento en que decide participar de los talleres educativos de la Red de Voluntarios Amigos Siempre Amigos (REVASA), un grupo de apoyo donde edifican sobre identidad a través de estudios de género, de las problemáticas trans y de prevención de VIH / sida.

El empoderamiento sobre ella misma se robustece y comienza a trabajar por la defensoría de los derechos de las trabajadoras sexuales, LGTBIQ y en incidencia para las políticas públicas.  

Ahora habla de frente a las fuerzas policiales dominicanas en entrenamientos y capacitaciones.

Si bien supo trascender, Nairovi no olvida la pérdida de sus compañeras trans asesinadas en crímenes de odio y aversión, cuyos homicidas disfrutan de la impunidad del sistema judicial. “Porque mataron a un maricón”, lamenta.

Y a su madre, Nairovi la perdonó y ya no le guarda rencor. Los talleres formativos le hicieron entender que su pensamiento resulta de los prejuicios sociales generalizados que existen en contra de las personas trans, que fue víctima de la ignorancia.

Mataron muchas compañeras y nunca hubo justicia, todo se quedaba así porque mataron un maricón, decían”

“La sociedad fue quien impuso todo a mi mamá, mi mamá nunca tuvo la culpa, yo amo a mi madre”

 

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