Caracas, Venezuela (EFE).- Henri Falcón es un militar retirado que ha bailado en las arenas del chavismo y de la oposición venezolana sin remordimientos y que ahora, convertido en uno de los favoritos en estas elecciones presidenciales venezolanas, se enfrenta a todos los que una vez fueron sus amigos y compañeros políticos.
El líder fundador de Avanzada Progresista no ha tenido reparos en hacer y deshacer alianzas en su carrera política, en la que ha sido elegido dos veces consecutivas alcalde del municipio de Iribarren, en el estado de Lara, y dos veces gobernador de ese estado, en el oeste de Venezuela.
Saltó de las filas de los precursores de la "revolución bolivariana" a ser parte de la cúpula conocida como el G-7 de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la mayor alianza antichavista que lideró las protestas antigubernamentales del último quinquenio y que en 2015 derrotó en las legislativas por primera vez a los oficialistas en veinte años.
Su posición dentro de la dirección de la MUD siempre ha sido vista con reservas por sus compañeros de plataforma, no tanto por sus orígenes chavistas como por ser considerado un moderado que duda en respaldar las convocatorias de sectores más radicales, como los que representan la formación de Leopoldo López, Voluntad Popular, o Vente, de la exdiputada María Corina Machado.
Su decisión de presentarse a la Presidencia, para lo que desobedeció la decisión de la MUD de no participar en los comicios, lo rescató de uno de los últimos puestos en la listas de popularidad, según las principales encuestadoras del país, hasta llegar a ser el primer opositor con respaldo popular que aspira a convertirse en jefe de Estado electo el 20 de mayo.
Su escalada en los sondeos se vio favorecida al quedar fuera de la jugada todos los que estaban antes que él en la lista de preferencias, debido a medidas y penas judiciales por liderar protestas contra el Gobierno o por sanciones administrativas que prohibían expresamente presentarse a las elecciones, como ocurre con López, en arresto domiciliario y con una condena de casi 14 años.
También está inhabilitado por una investigación administrativa durante su gestión como gobernador Henrique Capriles, quien se presentó dos veces a la Presidencia, en la última de las cuales fue derrotado por Nicolás Maduro por un estrechísimo margen de diferencia, tras una breve e intensa campaña de la que Falcón fue el jefe.
Falcón se ha sentado a la mesa en casi todos diálogos convocados por el Gobierno de Maduro para contener las crisis y las protestas callejeras, incluso cuando los principales partidos de la MUD tenían previsto no participar o habían puesto en duda su presencia.
Esta vez el precio de inscribir su nombre como aspirante a la Presidencia ha sido separarse de la MUD, la alianza que lavó su pasado chavista y que decidió no participar en los comicios.
Desde entonces ha librado una campaña no solo contra Maduro, sino también para contrarrestar los llamamientos de sus antiguos aliados opositores que desplegaron planes y estrategias para evitar el voto de sus partidarios, los mismos que pueden dar a Falcón una posibilidad de victoria.
Incluso antes de que comenzará la campaña oficialmente, los líderes de la MUD ya habían pedido a Falcón que se retirase, a sus partidarios que no le votaran y disciplina a los partidos para mantener firme a su militancia.
El argumento de la MUD para no participar en estos comicios es que, asegura, el sistema electoral es fraudulento y al servicio del Gobierno, por lo que concurrir daría legitimidad a un proceso en el que, dice, Maduro tiene la victoria adelantada.
Miembros del equipo de Falcón afirman que una de las motivaciones de la MUD para no ir a la batalla electoral, es que las direcciones de los partidos que controlan la plataforma estaban inhabilitadas para participar en los comicios y que el líder de Avanzada Progresista no formaban parte del círculo de favoritos.
Su candidatura -atípica en la política venezolana, más habituada a los personalismos- se presentó como una propuesta de experimentados políticos y tecnócratas económicos con un plan para destrabar la crítica situación venezolana.
Algunas personas que trabajaron con él cuando fue gobernador aseguran que Falcón tiene gestos autoritarios con su equipo, pero que goza de la simpatía de sus colaboradores.
Falcón se casó hace 30 años con Marielba Díaz, hija de una maestra y un comerciante de origen sencillo que se licenció en mercadotecnia y publicidad, y de esa unión han tenido cuatro hijos.
Aunque no ha involucrado a su familia en la campaña política, algunos de sus hijos le han acompañado en actividades de la misma. EFE