Nos encontramos en un momento social, político y económico difícil. A mí se me ocurre que nos encontramos en una especie de estado de guerra. Una guerra de baja intensidad. La diferencia es que en esta guerra no nos disparan para que muramos inmediatamente, sino que nos van matando de a poco, mientras y para aprovechar sacarnos hasta la última gota de jugo, de nuestra sangre pensante y de nuestros brazos laboriosos.

Damos vueltas y vueltas sobre lo mismo. Nos parecemos al planeta que nos alberga, dando vueltas y vueltas alrededor del sol, una, otra y otra vez. Su movimiento, empero, ha producido importantes avances en cuanto a la evolución de la naturaleza, y tal vez, por qué no decirlo, de las sociedades humanas. Pero viéndolo más de cerca: en verdad avanzamos nosotros? Me lo pregunto viendo los acontecimientos que últimamente ocurren en nuestro continente. Bolivia, Chile, Brasil, Colombia, Ecuador, Dominicana, Haití.

No me parece que avanzamos. Damos vuelta sobre lo mismo, una, otra y otra vez. Y armamos tan burdas discusiones, que si populismo, que si comunismo, que si libre mercado. Y mientras tanto nos quemamos el coco pensando cuál será la fórmula perfecta para llevar la sociedad hacia adelante, hacia algo que hemos llamado arbitrariamente DESARROLLO, pero que no es más que conseguir cosas banales que satisfacen un capricho momentáneo. Para volver a sentirnos al día siguiente con la misma necesidad de búsqueda. Con las mismas insatisfacciones.

Podríamos pasar la vida preguntándonos cómo poder resolver los problemas sociales, cuando a cada paso nos encontramos con terribles choques de intereses en los que pequeños grupos no se conforman con todo, mientras la mayor cantidad de gente, como podemos ver en las emisiones noticiosas que provienen de Bolivia, en las que los indígenas se llaman entre sí HERMANOS, preguntándose por qué disparan a matar a la gente, por qué se extrema el conflicto entre los descendientes de la colonización europea y los ciudadanos que viven desde hace miles de años en ese territorio, entonces esa mayor cantidad de gente tiene que vérselas con esta situación de conflicto interminable en que no hay manera de que respetes el derecho de los demás a lo que le corresponde, porque tú quieres más de lo que necesitas.

Por el mismo estilo la situación en la Dominicana. Todo se mueve en un círculo de cuatro años y una repartiña. Han pasado 20 años de este nuevo siglo XXI y consideramos que hemos avanzado porque tenemos un vehículo para movilizarnos, aunque en realidad solo sea para que nos tenga atascados en un tapón durante tres horas en la mañana y tres horas en la tarde, pero a fin de cuentas en un vehículo. Los más avispados han aprovechado la institucionalidad del DAME LO MÍO, para establecer sus empresas al vapor, o agilizar cualquier trámite que permita sacar algún dinerito de la oscuridad, aprovechando inclusive las circunstancias de la violencia de género, tema que también se presta para resolver, ya que la carrera de derecho sí que les ha costado esfuerzos, como me llegaron a comentar.

Y ahora un año electoral. Muchos mencionan que debe haber un CAMBIO. En qué consiste el cambio que anhelamos? El que permite que ahora sea Juan y no Pedro el que pueda resolver alguna gestión que le facilite resolver las necesidades de su familia porque es aquél y no éste el que tiene al amigo del amigo del amigo que le puede ayudar a resolver? Toda la sociedad considera que ésa es la dinámica social que funciona y debe seguir funcionando, pero mientras esto sea así, no habrá cambio realmente, sino diferentes personas con la posibilidades que deberían ser derechos ciudadanos de todos. Pero no lo queremos. No lo queremos como lo quieren los chilenos, que han arrodillado al gobierno obligándolo a aceptar la creación de una nueva constitución mediante la participación de un 100% de la población, sin participación de los sectores políticos. No lo queremos como los chilenos, porque cuando el 16 de julio de 2017 la Marcha Verde movilizó a toda la población en contra del status de la corruptela reinante, los que tienen el poder tras bastidores mandaron a desmovilizar el movimiento y todos se desperdigaron en opciones partidistas que “promueven cambios” desde el Congreso o los municipios, “cambios” que solo se ven en las mejorías económicas del que sube a puestos y su círculo de clientela más cercana. Vaya cambio.

En esta primera vuelta al sol de figureo en la prensa escrita reflexiono y me pregunto qué ha cambiado y en qué se contribuye con estas elucubraciones. Miro a mi alrededor, miro a la juventud absorta en el mundo virtual, creyendo que la vida de la sociedad se encuentra en la pantalla de su celular o en sus publicaciones de twitter o Instagram, y me pregunto si en verdad algo cambiará en esta nueva vuelta que ahora comienza, o en este nuevo año electorero que pudiera cambiar la cara del que se sienta en la silla, pero que no lo hará, o al menos eso creo, en cuanto al fenómeno de EVOLUCIÓN que sí adorna al planeta. No nos levantaremos mañana ni siquiera a probar hacerlo diferente. Cualquier cosa, lo que sea. Qué tal si probamos a hacer algo diferente cualitativamente a lo que hacemos cotidianamente. Asombrosamente un joven nos mostró un vídeo en youtube llamado “guerreros del planeta” que trata sobre personas que en diferentes partes del planeta vienen haciendo cosas pequeñas, pero que contribuyen al cambio que realmente necesitamos. Saben qué necesitamos? MÁS AMOR Y MENOS EGOÍSMO. Probemos.