El pasado sábado se realizó un hermoso concierto en la fortaleza Ozama, rememorando los 40 años (1974-2014)  de Siete Días con el Pueblo.  Este Primer Encuentro Internacional de la Nueva Canción fue un festival político-musical que se realizó en el país del 25 de noviembre al 1 de diciembre de 1974, convocado por la Central General de Trabajadores (CGT). Aquella vez fue contra el gobierno de turno, encabezado por Joaquín Balaguer, líder del Partido Reformista. Hubo presentaciones en varias ciudades como Santo Domingo, Santiago y San Pedro de Macorís. En la capital los lugares de encuentro principales fueron el Palacio de los Deportes, el Centro Olímpico y Casa de Teatro.

El Ministerio de Cultura ha promovido varias actividades relacionadas con la conmemoración del acontecimiento artístico Siete Días con el Pueblo; entre éstas dos de las más significativas han sido el festival en la Fortaleza Ozama del pasado sábado 29 de noviembre, en que sonaron de nuevo las mismas canciones de entonces y el reconocimiento realizado por la Cámara de Diputados el pasado viernes 28, a los organizadores del evento, celebrado hace 40 años.

En el primer festival participaron artistas comprometidos con las mejores causas del pueblo dominicano como Sonia Silvestre, Luis Días, Víctor Víctor, Claudio Cohén, Ramón Leonardo, Manuel de Jesús, entre otros; y grupos musicales nacionales como Expresión Joven, Nueva Forma, Convite y Pueblo Nuevo en Alto. De la misma manera participaron la  Rondalla Universitaria de la UASD y las orquestas populares de Johnny Ventura, Rafael Solano, Cuco Valoy y Wilfrido Vargas, en un canto que hizo estallar  las ansias de libertad tantas veces reprimidas. Y se sumaron, además, diversos grupos teatrales que representaban la violencia del régimen balaguerista, las luchas del pueblo, y las ansias incontenibles de un pueblo indignado que toma conciencia y busca nuevos caminos de libertad.

El evento artístico-político se  celebró en el contexto de los “12 años de Balaguer” y  tuvo entre sus artistas internacionales a los argentinos Mercedes Sosa y Bernardo Palombo, los puertorriqueños Danny Rivera, Antonio Cabán Vale (El Topo), Lucecita Benítez y Estrella Artau, los cubanos Silvio Rodríguez y Noel Nicola; los españoles Víctor Manuel y Ana Belén, el catalán Francesc Pi de la Serra; el grupo venezolano Los Guaraguaos, el mexicano Guadalupe Trigo y el uruguayo Roberto Darwin.

El evento fue organizado y promovido por la Central General de Trabajadores (CGT),  exigiendo libre organización sindical, bajo el liderazgo de Francisco Antonio Santos, Nélsida Marmolejos y Enrique de León. Estos líderes sindicales,  junto a Cholo Brenes, quien asumió la dirección artística de este inolvidable festival, tuvieron capacidad para concitar el respaldo de un grupo significativo de artistas internacionales y nacionales, de intelectuales, comunicadores, productores y una inmensa gama de colaboradores, colaboradoras y personas voluntarias.

En medio de un contexto de represión, de violencia y asesinatos contra las personas que se atrevían a defender el derecho a la expresión, en la sangrienta época de los 12 años, con una gran cantidad de presos por su ideología política y con otro número significativo de exiliados, la coyuntura estaba preparada para lanzar al país y al mundo un canto indignado por la libertad y el cese de la represión.

Es en medio de un contexto nacional, caribeño y latinoamericano, de lucha por las libertades públicas que la incipiente Central General de los Trabajadores convoca a artistas nacionales e internacionales, así como a los sectores más progresistas, entre los que estuvieron los grupos de la canción social de protesta, a unirse para la realización de esta importante actividad. El evento artístico recogió, además, las luchas de los sindicatos de trabajadores y trabajadoras por conseguir mejores condiciones de vida para la clase obrera.

El régimen balaguerista permitió, en un primer momento, la celebración del festival, porque seguramente no conocía su trascendencia política. De hecho, no se pudo celebrar lo programado para el último día (2 de diciembre, de 1974) porque en el concierto del día 1 de diciembre hubo un inesperado pedido por la liberación de los presos y el regreso de los exiliados. La petición se presentó con un enorme cartel al final de uno de los conciertos. Como consecuencia, al otro día, el gobierno decidió suspender la actividad de cierre del festival y determinó la expulsión de los artistas de otros países que habían venido para la actividad.

Siete días con el Pueblo ha sido catalogado como una de las actividades artísticas más importantes de los años 70, por su clara incidencia en la vida política del país, en el proceso de construcción de las libertades públicas y por su proyección inspiradora a otros países de América Latina y el Caribe. Por eso, uno de los protagonistas de la organización del festival, el periodista J. B. Díaz, ha señalado: “Los Siete Días con el Pueblo al final de 1974 sembraron energías que arrasarían en los años siguientes con la ignominia de cientos de presos políticos  y miles de exiliados y abrirían una etapa de incubación democrática que todavía hoy no acaba de consolidarse. (…). Los que trabajamos por aquellos 7 días y los vivimos desde adentro, sobre la angustia de la represión y los cercos policiales, quedamos comprometidos por el canto hondo”.

El cantautor y actual Ministro de Cultura José Ant. Rodríguez ha sido el más entusiasta propulsor de la celebración de los 40 años de Siete Días con el Pueblo. Porque para él se trata del “Acontecimiento político musical más importante que se haya celebrado en América Latina”.

En el concierto del pasado sábado, en la Fortaleza Ozama, varios cantautores y artistas jóvenes asumieron el canto indignado, de protesta y de propuesta, de Siete Días con el Pueblo. Quienes estuvimos presentes disfrutamos y fortalecimos el espíritu indómito; vimos desfilar, en un derroche de buen canto, a talentos jóvenes como: Covi Quintana, Cristal Marie, Marel Alemany, Bobby Delgado, Henya Tejeda, Víctor del Villar, Giorgio Siladi, Janio Lora, Carolina Solís, Lenny Abreu, Gnómigo, Nathalie Hazim, Pamel Mancebo y el grupo Aura. La actividad fue coordinada por la actriz Aidita Selman y tuvo la dirección musical de Juan Francisco Ordoñez.

La pregunta fundamental que surge ahora es si la memoria histórica de los 40 años de Siete Díaz con el Pueblo se puede quedar solo en la simple conmemoración. Es el momento oportuno para preguntarse, ¿qué ha sucedido en los últimos años con la lucha obrera en el país? ¿Qué ha pasado con los sindicatos? ¿Cómo hemos llegado a este nivel de desarticulación del movimiento social y del movimiento sindical? ¿Qué ha sucedido en los últimos 40 años  con la canción social, con la canción de protesta? ¿Qué significa que los cantautores jóvenes hayan decidido cantar canciones con contenido social?

Enrique de León, -uno de los líderes sindicales de la CGT y uno de los principales organizadores del festival celebrado en 1974- se refirió, en la actividad de reconocimiento a los artistas y líderes sindicales de Siete Días con el Pueblo, en la Cámara de Diputados,  a las “Viejas y nuevas banderas de Siete Días con el Pueblo”. Y aludió a la lucha de los cañeros, por conseguir una pensión decente después de haber dejado su vida en los cañaverales y de crear riquezas para el país. Se refirió al intento actual del empresariado por eliminar derechos ya adquiridos por las y los trabajadores. Habló, además, del derecho de las mujeres a tomar la decisión de mantener o no un embarazo cuando es fruto de la violencia machista o de la seducción incestuosa; habló, por supuesto, de la lucha contra la corrupción impune de la actual oligarquía económico-partidaria, entre otras causas pendientes.

La última canción del concierto del pasado sábado fue “Obreros a luchar”, de Expresión Joven, interpretada por todos los artistas que participaron mientras sostenían una tela que decía “libertad para los presos y regreso de los exiliados”, el mismo mensaje que los cantantes homenajeados mostraron en el Estadio Olímpico en 1974, el 1 de diciembre del 1974.

En definitiva la sociedad dominicana tiene que ser impregnada de los aires nuevos y esperanzadores de Siete Días con el Pueblo. Es necesario retomar la canción indignada, la canción profética comprometida, que denuncia la opresión y anuncia un porvenir digno para todos los hombres y mujeres, niños, niñas y adolescentes, que desde sus familias y organizaciones, luchan por una vida digna, en el territorio isleño, caribeño, latinoamericano y mundial.