1.- El reclamo de elecciones “limpias y transparentes” enarbolado por una parte del país y no solamente dentro de los dirigentes y partidos de oposición. A mi entender, las elecciones pasadas limpias no fueron, pero transparentes si. El fraude, los fraudes, con y sin adjetivos, estuvo y sigue estando a la vista de todos, por lo tanto, repito, fueron transparentes aunque no limpias.
2.- La otra cosa que tampoco entiendo es que, el mismo país que denuncia y documenta el fraude en las pasadas elecciones alude y se refiere a Danilo Medina como el Presidente Medina lo que a mi juicio entraña una contradicción doble. Primero porque de un acto, hecho o proceso ilegítimo (aunque organizado por entidad legal) no puede surgir una condición legítima. Ese es, además de universal, el argumento que las autoridades dominicanas invocaron a raíz de la sentencia que ilegalizaba a los haitianos nacidos en suelo dominicano pero de padres haitianos argumentando que, de la estadía ilegal de los padres en el país no podían nacer derechos legales para los descendientes. La segunda contradicción es que si se denuncian las elecciones como ilegales y fraudulentas, referirse al señor Danilo Medina como Presidente Medina es una contradicción ahora como lo ha sido desde el año 2012 cuando Hipólito Mejía ganó las elecciones pero el poder impuso al Sr. Medina y resulta ser un sin sentido porque concede en la titularidad lo que niega en el reclamo. Si su “triunfo” fue producto del fraude, llamarlo Presidente implica otorgarle una legitimidad que no se corresponde con los hechos denunciados ni con su resultado. La JCE puede y proclamará al señor Medina Presidente, pero solo el consentimiento, la “no objeción” de la ciudadanía podrá otorgarle legitimidad.
3.-Aplicar el calificativo de “tollo” a las pasadas elecciones me parece un extravío. Las elecciones no fueron un tollo, sino una conjura transparente donde los desaciertos solamente perjudicaron a una parte. Un “tollo” embarra a todos por igual y sus resultados son aleatorios no predecibles. El “tollo” parece estar en la cabeza, en la mente, en el sentir y en el querer de los dominicanos que no han admitido la “transparencia” ni tienen clara la diferencia entre “legalidad” que puede ser comprada, vendida o concedida por cualquier autoridad y “legitimidad” que solamente emana del consentimiento libre y la aquiescencia conforme de nosotros, los gobernados.