La Revolución Cubana tal y como esta había existido en su primera década heroica falleció oficialmente a partir de los acontecimientos de 1989. El apresamiento, juicio, condena y fusilamiento del General Arnaldo Ochoa Sánchez, Héroe Nacional de Cuba y otros tres oficiales entre ellos el legendario Antonio (Toni) de la Guardia jefe del departamento MC (Moneda Convertible) de la Dirección General de Inteligencia (DGI) del Ministerio del Interior de Cuba. Otros altos funcionarios entre ellos José Abrantes ministro del Interior y el general Patricio de la Guardia fueron, junto a otros seis acusados, condenados a largas penas de reclusión. Abrantes falleció poco después en la cárcel. Fueron acusados de participar en grandes operaciones de narcotráfico y comercio ilegal de diamantes, marfil y otros. El tribunal que los enjuició aseguró que las acciones de los acusados no eran del conocimiento ni habían recibido aprobación de ninguna instancia superior del gobierno y que, por su envergadura y naturaleza, ponían en peligro no solamente el prestigio y credibilidad de la revolución sino su propia existencia.
En Cuba, las operaciones clandestinas, encubiertas y por definición ilegales en relación a las leyes de otros países y a veces de la propia Cuba eran manejadas por la DGI y el departamento MC se ocupaba de proveer las divisas que esas labores consumían. Pero a medida que la demanda de divisas y el alcance de las operaciones cubanas en el extranjero asumió dimensiones extraordinarias el departamento MC amplió su ámbito de operaciones y ya, para generar divisas manejaba no solamente las empresas de CIMEX y MERBAR que producían cientos de millones de dólares al año sino que se involucraron en operaciones de contrabando desde Angola y al final con narcotraficantes colombianos permitiéndoles sobrevolar el territorio y hacer trasiego de embarques. Los cargos presentados contra los acusados eran en mayor o menor grado correctos pero, ni recibieron esos acusados asesoría legal, respeto por sus derechos ni tampoco era verdad que el alto mando ignoraba esas operaciones. Quien como yo, hubiera vivido en Cuba y conocido algo del funcionamiento de la DGI, del MININT y del gobierno sabe que no existía la mas mínima posibilidad de que Fidel, Raúl y el alto mando no conocieran y/o hubieran autorizado al menos algunas de esas operaciones pero también hay que decir, que en Cuba había, no solamente en el MININT sino en todas partes una zona gris, entre la ilegalidad y la legalidad y a eso se le llamaba “por la libre” o un “libretazo” indicando que alguien se había excedido, que había cruzado ciertos límites y no hay porque dudar de que algo de esto también estuviera presente en las operaciones del departamento MC y si así fue, no es verdad que lo hicieron en animo de delinquir sino porque creían que eso también obraba a favor de la Revolución.
Poco tiempo después del caso Ochoa que conmocionó las entrañas del régimen y estremeció a la población el gobierno legalizó “Los Paladares” que era el nombre de los pequeños restaurantes y comedores privados a cargo de “cuentapropistas” o sea pequeños empresarios que antes habían operado ilegalmente y sufrido acoso. En 1993 se legalizó la tenencia de divisas que antes había sido un delito de envergadura y generalmente evidencia de vínculo con el mercado negro o peor aun, con el exilio que ya, para los años 90 había dejado de llamarse “la gusanera”. Las remesas de cubanos a sus familiares en la isla que siempre habían sido una fuente de divisas, adquirieron de repente una importancia capital, favorecieron la liberalización mencionada pero también, otorgaron un cierto grado de legitimidad y prestigio al exilio por cuanto, este, por esa vez, pasó a ser parte de la solución de un problema y no su causa. Esto no podía suceder sin que tuviera consecuencias políticas en el posicionamiento del exilio mas allá de lo que había significado el éxodo del Mariel.
Estas medidas quedaron encuadradas y coincidieron desde 1991 con la notificación rusa de que no iban a cumplir los compromisos de entrega de petróleo a Cuba según lo pactado. El petróleo era esencial para la agricultura, la industria y el transporte. Fidel respondió importando cientos de miles de bicicletas, empleando uno de sus símbolos mas conspicuos: “los camellos”, que eran plataformas tiradas por equipo pesado sobre las que se transportaban personas. Transformando la agricultura a marcha forzada Cuba dejó atrás una parte de la caña que ya no necesitaba para negociar con Rusia y acudió a soluciones verdaderamente extraordinarias en todos los órdenes. Este periodo de carencias extraordinarias, de precariedades que se creían superadas recibió el nombre de “Periodo Especial” . El turismo, la búsqueda de divisas, el sostenimiento de los planes industriales, mineros, la producción de carne y leche, todo sufrió y la economía naturalmente se contrajo.
El colapso de la Unión Soviética de donde recibía financiamiento, asistencia, apoyo logístico, respaldo, suministro y legitimidad político ideológica asestó un golpe devastador a Cuba, sin embargo, Fidel no sucumbió sino que encontró alternativas, buscó recursos, inventó, innovó, descubrió y de cualquier manera sobrevivió pero ya esa parte de la epopeya no corresponde a la revolución cubana del periodo heroico sino a la presidencia de Fidel, a su defensa del poder y esta defensa significaba defender a toda costa los logros y conquistas que la revolución había establecido en su primera década pero también las misiones internacionales a través de las cuales Fidel trataba de lograr en otros países lo que ya no era posible alcanzar dentro de Cuba. Adicionalmente, la presencia cubana en numerosos países era una manera de Fidel acosar a su enemigo, de recordarle que no lo habían vencido y de procurar propinarle todas las derrotas de que fuera capaz.
La suerte de Fidel cambió a mediados de la década de los 90 cuando tras numerosas innovaciones, cambios y ajustes en la estructura de mando, la introducción de medidas liberalizadoras y una búsqueda agresiva de incentivos materiales revirtieron el proceso de contracción y produjeron una mejoría en la situación económica. En Venezuela Hugo Chávez era electo presidente en 1999 y pronto Cuba restablecería una línea de suministro de petróleo como había logrado forjar acuerdos exportando maestros, médicos y técnicos a cambio de otros productos esenciales a su economía. Todas esas medidas dieron testimonio de la destreza y determinación de Fidel, consolidaban su poder político personal, la fuerza de su voluntad, la dureza de su determinación pero no eran capaces de salvar la etapa heroica de la revolución de 1959 ni sus valores porque sencillamente ya no era posible.
A finales del siglo XX Fidel no era el líder, el jefe de un país, la cabeza de un régimen que luchaba por sobrevivir. Su gestión debe ser apreciada y valorada en este contexto. Todavía habría de dar muestras adicionales y fehacientes de talento, determinación, astucia, sabiduría y experiencia. Aunque ya no era aquella revolución de 1959 Fidel seguía todavía rebelde, independiente y tenaz defendiendo las conquistas de aquel periodo, las misiones internacionales y el legado de ambas.
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