“Donde el dolor desgarre, donde el peligro amenace, donde la miseria oprima, allí estará Tamakún, el vengador errante” prometía el locutor que anunciaba, cual maestro de ceremonias, la comparecencia diaria de este personaje creado por Armando Couto que, debutó en la radionovela cubana en el año de 1941 y rápidamente, se difundió entre el público hispanoparlante.  Varias décadas mas tarde a partir de 1970, para hacerle frente a las desgracias individuales, debidamente trivializadas, la televisión mexicana a colores nos trajo una nueva propuesta de personaje- caricatura de héroe: El Chapulín Colorado que nunca llega a materializarse como heroe porque una sociedad de consumidores produce ganadores y perdedores, pero no heroes.

La distancia y la diferencia entre uno y otro está por lo demás contenida en la comparación de los protagonistas de la vida real. Tamakún era un personaje épico, dispuesto a luchar por la justicia, el bienestar colectivo y capaz de inspirar a cualquiera de los miles de hombres y mujeres que dieron su vida por el sueño de un mejor país. El Chapulín Colorado, responde al reclamo de la vida cotidiana en un solar donde los consumidores, que nunca fueron ni han sido ni se espera que sean ciudadanos, claman con fingida urgencia: ¿Y ahora, quien podrá defendernos? La respuesta es siempre una broma, a tono con la epoca, con el público.

En diciembre de 1941, en los Estados Unidos a inspirada en el pasado gansteril de Chicago y la arrabalización de los barrios del bajo Manhattan en Nueva York aparece bajo el formato de tiras cómicas Gotham City. Ciudad Gótica es una no ciudad por cuanto encarna la negación de todos los atributos de la ciudadanía. Para salvar a las víctimas de tan horrendo destino, para mitigar sus desgracias y para tratar en vano de poner un freno a los desmanes de esas autoridades, crearon a Batman, el redentor de males y enderezador de entuertos.

En esta nueva Ciudad Gótica de Santo Domingo donde vivimos y en la cual todas las autoridades son corruptas, todos los procesos están viciados y todos los derechos son conculcados. Los dominicanos de hoy están peor que los latinoamericanos del pasado que tuvieron a Tamakún y de los  norteamericanos que vivieron en Ciudad Gótica que tenían a Batman. Nosotros vivimos en Ciudad Gótica pero sin Batman, en lugar suyo tenemos a Blas Peralta como la tipología del legislador, un pingüino de síndico y un guasón al frente del país.

El problema de los intelectuales es que queremos que, en una sociedad de consumidores, la gente se comporte y asuma los valores y la conducta de ciudadanos. En una se pide y se quiere justicia, en la otra se aspira y espera a recibir lo que cada cual cree que le toca o lo que el canalla de turno le promete. Visto en contexto, tenemos lo que nos corresponde aunque muchos rehusamos aceptarlo como destino y preferimos la utopía porque, después de todo: ¿para que querría nadie un mundo sin utopías?