La profundidad del descalabro del PLD, el proceso de construcción de una amplia coalición de partidos de oposición encabezada por el PRM y algunos contenidos esenciales de las propuestas programáticas de esa coalición, constituyen los puntos más salientes de la presente coyuntura electoral. Establecen una conjugación de elementos, entre otros, que hacen de la actual coyuntura política la mejor oportunidad que se nos haya presentado para producir un cambio de régimen con posibilidad de producir también un cambio de hacer política en nuestro país. Como ahora, la oposición nunca había logrado plasmar en un documento/programa tantos elementos novedosos político/conceptuales en una coyuntura electoral.
En tal sentido, la fractura entre partidos y sociedad, peor aún, la fractura entre sociedad y política que se expresa en las grandes movilizaciones de masas en gran parte del mundo, como de alguna manera también se han expresado aquí, según diversos autores, debe enfrentarse con un nuevo marco institucional que ponga el territorio y la gente que lo habita en el centro de la política. Es ese el eje transversal de cualquier proyecto de desarrollo o de sociedad y el proyecto de programa del PRM y aliados así lo consigna en su proyecto de cambio. A tal propósito, propone el Desarrollo Local como forma de poner en tensión todas las energías de las actores sociales, políticos y económicos para el desarrollo de un determinado territorio.
A diferencia del pasado, la gente no se vincula a la política a través de grandes proyectos impulsados sólo por el Estado o un líder mesiánico/carismático que decide todo confundiéndose con el Estado. Hoy la gente quiere una vinculación con la política a través de la participación y esto sólo es posible y eficaz a través de proyectos concretos que mejoren su calidad de vida en sus respectivos espacios o territorios. El programa del PRM y sus aliados plantea el Desarrollo Local como la mejor forma de potenciar las políticas públicas que permitan a la gente salir de la dependencia, a veces parasitaria, de las acciones e iniciativas del Estado que además no siempre son pertinentes.
Para tal finalidad, plantea la creación de “Agencias de Desarrollo Local en los niveles municipales y provinciales” para generar redes en las comunidades para aprovechar sus recursos: históricos, culturales y naturales para su desarrollo. Esa propuesta se deriva de la reflexión en los años 80 sobre las causas y efectos del final del “estado benefactor”, y sobre la necesidad de diseñar otro modelo de desarrollo y de relacionamiento entre Estado y sociedad. Actualmente, esa perspectiva de análisis es retomada por algunos pensadores buscando respuesta a las causas de las grandes movilizaciones de masas que sacuden varios sistemas políticos.
En nuestro caso, asumir esa nueva perspectiva de desarrollo y de hacer política es excepcional, pero lo es más el proceso de discusión en que esta se ha construido. Pero eso no basta, es necesario tener conciencia de que todo proyecto de sociedad requiere instituciones sólidas y reformas constitucionales que les sirvan de base, sin excluir una Constituyente (pero sin pensarla como única o panacea). Trabajar en esa perspectiva resulta un imperativo para los partidos de la coalición, porque un amplio acuerdo político es clave para un nuevo relacionamiento entre los gobiernos central y municipales como otra vía para limitar la ruptura que existe entre sociedad y política y como algo indispensable para producir un cambio sustantivo.
Es esa la cuestión. La filosofía o concepción de un programa de gobierno es la base fundamental para calificar una propuesta de cambio de régimen, pero ese cambio sólo es posible si se establece un acuerdo político entre las fuerzas sociales y políticas determinantes de la coalición de colectividades que lo proponen y si las direcciones y las bases de estas colectividades lo asumen con seriedad. La coalición de partidos que encabeza el PRM ha iniciado un proceso de discusión de Programa arriba referido como otro momento de la construcción de esa coalición, que es una experiencia de acción y pedagogía políticas inédita en nuestro país.
Eso no es garantía automática de un triunfo electoral, ni tampoco que ese triunfo de por sí un cambio sustancial del del nuevo régimen que habría de surgir de dicho triunfo, pero una propuesta programática basada en una nueva concepción del desarrollo y de la política, conjugada con una certera política de acción para evitar la compra del voto antes de la votación con la compra de cédulas y cualquier manipulación electrónica del voto emitido, haría de la próximas elecciones una oportunidad que dejar de aprovecharla sería una irresponsabilidad o una mezquindad políticas imperdonable.
El programa tiene limitaciones, es claro, y en otra entrega estas podrían ser abordadas, pero hay tiempo para incorporar mejoras y la discusión en curso es una óptima oportunidad para ponerle fin a la desenfrenada perversidad del peledeismo conectándose con la nueva forma de hacer política que demanda este tiempo de protestas y movilizaciones de masas.