Algunos autores consideran que los profesores para poder cumplir con su misión necesitan ser psicólogos observadores y filósofos de principios, pues requieren una amplia concepción de la realidad psicológica, del mundo y de la vida.

Muchos de los progresos de la pedagogía se deben a la psicología moderna, ya que con sus avances viene dando respuestas a problemas referentes a la inteligencia, atención, percepción, memoria, fatiga intelectual, formas de aprender, entre otros. Estos conocimientos determinan factores que influyen en la pedagogía y en el curriculum, permitiendo la elaboración de planes y programas de enseñanza, evaluando y teniendo en cuenta la naturaleza de los estudiantes. Investigaciones revelan que la psicología educativa ha contribuido con los estudios en educación, fortaleciendo y disipando dudas en cuanto a los procesos de enseñanza y aprendizaje.

La psicología educativa ofrece a los docentes el fundamento necesario -aliado a los demás conocimientos inherentes a la formación profesional- para la comprensión de las relaciones que se establecen en el contexto escolar. Coll (2004) entiende que la psicología de la educación contribuye a la comprensión de los procesos de cambio que atraviesa el sujeto en el recorrido de las actividades educativas, englobando el desarrollo y el aprendizaje.

Según los especialistas, la inteligencia es una capacidad mental que puede ser comprendida de diversas maneras. Por tal razón, existen diferentes teorías que la abordan de forma  distinta. Y a través del tiempo se han creado modelos que intentan explicarla. 

A mediados del Siglo XX, el psicólogo británico Raymond Bernard Cattell, uno de los psicólogos más influyentes de ese período, se dedicó a realizar investigaciones acerca de la inteligencia, la motivación y la personalidad humana. Su modelo sintetiza las principales ideas de las últimas décadas sobre la inteligencia, constituyéndose en el primero en proponer los conceptos de inteligencia fluida e inteligencia  cristalizada, desarrollando aún más la teoría con John Horn, para explicar la inteligencia.

La Teoría de Cattell-Horn de la Inteligencia Fluida y Cristalizada sugiere que la inteligencia se compone de dos capacidades diferentes que interactúan y trabajan juntas para producir la inteligencia individual general. Después la amplió y hoy se conoce como la Teoría de Cattell-Horn-Carol.

La inteligencia fluida (Gf) hace referencia a la capacidad de la persona para pensar, razonar y enfrentar situaciones nuevas de forma ágil, sin que el aprendizaje previo, la experiencia o el conocimiento adquirido supongan una ayuda determinante para su manifestación. Está básicamente configurada por aptitudes primarias como la inducción, deducción, relaciones y clasificaciones figurativas, amplitud de la memoria asociativa y rapidez intelectual, entre otras. Se considera un indicador muy fiable del potencial para lograr éxito académico y gran rendimiento profesional. Esta capacidad se puede medir a partir de tests, que determinan la potencialidad biológica que tiene el individuo para aprender o adquirir conocimientos.

Alcanza su máximo de desarrollo a edad temprana, alrededor de la adolescencia, y tiende a disminuir en paralelo al envejecimiento y el deterioro de las neuronas. Esta mengua puede deberse, también, a factores como accidentes, patologías, consumo de estupefacientes, etcétera. Estos tres factores pueden ocasionar lesiones o alteraciones en las distintas estructuras del cerebro y en el sistema nervioso central. Sin embargo, investigaciones han encontrado que los programas de entrenamiento cognitivo que trabajan distintos dominios, tanto en personas sanas como con deterioro cognitivo, mejoran la memoria, las funciones ejecutivas, la velocidad de procesamiento, la atención, la inteligencia fluida, y la autoevaluación sobre el propio desempeño cognitivo. Ejemplos del uso de la Gf incluyen resolver rompecabezas y usar estrategias de resolución de problemas. 

La inteligencia cristalizada (Gc) está relacionada con la acumulación de experiencia y estructuración de relaciones sociales. Algunos la identifican como la inteligencia pragmática y otros como sabiduría. Implica el conocimiento que proviene de la formación previa y las experiencias del pasado. Se refiere a la amplitud y a la profundidad de los conocimientos adquiridos por una persona. Es el conjunto de capacidades, estrategias y conocimientos que representa el nivel de desarrollo cognitivo alcanzado a través de la educación del sujeto y las experiencias vividas. Está constituida, fundamentalmente, por aptitudes relativas a la comprensión verbal, el establecimiento de relaciones semánticas, la evaluación y valorización de la experiencia, el establecimiento de juicios y conclusiones, los conocimientos mecánicos o la orientación espacial.

Como depende de la experiencia, una persona desarrollará su inteligencia cristalizada en la medida en que invierta su inteligencia fluida en experiencias de aprendizaje. Así, el potencial de desarrollo intelectual con el que una persona nace -inteligencia fluida- alcanzará un mayor o menor grado, según sean sus experiencias educativas. Además se puede seguir fomentando con la edad. Se mantiene más o menos estable hasta los 40 años donde puede incrementar o no, dependiendo de los conocimientos adquiridos de cada persona al largo de la vida.

Para poder entender las propiedades de la inteligencia cristalizada no solo es necesario revisar sus características y elementos, sino que se debe analizar su relación con la inteligencia fluida. De hecho, la relación entre ambos constructos constituyen la capacidad intelectual global de la persona, por lo que ambos tipos de inteligencia se retroalimentan constantemente.

En cuanto a la relación entre ambas inteligencias, a mayor inteligencia fluida, mayor capacidad de desarrollo de la inteligencia cristalizada. Mientras la inteligencia fluida determina el potencial de aprendizaje de la persona, la inteligencia cristalizada establece el conocimiento total adquirido durante los años vividos.