Salgo de mi casa para hacer una caminata matutina. En el camino me encuentro con la profesora Juana y su niña de siete años, Raquel. Las saludo y mientras vamos caminando les pregunto de qué estaban conversando. Me comenta Juana que su niña Raquel está hastiada con la propaganda del candidato a senador por el PLD en la provincia de San Cristóbal. Esta niña está aprendiendo a leer y ya le llama a la atención la gran cantidad de afiches que hay en las calles de la ciudad de este candidato. Y me confesó la infante: “!Este hombre me tiene ya harta, por donde quiera que voy ahí me sale su fotografía!”
En las últimas semanas nos hemos enterado de la muerte de tres personas que asumieron un liderazgo dialogante, solidario y realmente comprometido con las mejores causas de la sociedad dominicana. La activista social y militante feminista Magaly Pineda fue una mujer excepcional, que luchó hasta su muerte por la formación de la conciencia crítica y la defensa de los derechos de las mujeres y el fortalecimiento de las organizaciones femeninas que luchan por la inclusión social y la mejora de las condiciones de vida de las mujeres, desde una perspectiva de derechos. Por otro lado, hemos perdido físicamente a Hamlet Hermann y Claudio Caamaño, quienes en compañía de Francis Caamaño, participaron en algunas de las acciones más significativas orientadas a cambiar el rumbo de la sociedad dominicana, mediante el intento de colaborar con la creación de una sociedad justa, como la revolución constitucionalista del 1965 y el proyecto de insurrección de la guerrilla del 1973.
En el pasado mes de marzo hemos celebrado la Semana Santa y quienes pertenecemos al Movimiento de Jesús hemos hecho memoria de algunos de los acontecimientos más importantes de la vida ese significativo personaje histórico. Entre esos acontecimientos hemos recordando su asesinato utilizando uno de los métodos más crueles de la época: la crucifixión.
Hemos hecho memoria, además, de algunos de los acontecimientos más importantes de las primeras comunidades que formaron parte del Movimiento de Jesús, las cuales nos informaron del hecho de que después de tres días de haber sido sepultado el Nazareno, una de las compañeras del grupo, María Magdalena, fue al sepulcro de Jesús el domingo de madrugada. Sin embargo, no encontró el cuerpo del Maestro, se le apareció el mismo Jesús y la envió a comunicar a los demás compañeros y compañeras que aunque físicamente él no estaba ya con la comunidad; su espíritu, su inspiración, su amor solidario y su proyecto liberador seguían vivos.
Uno de los textos bíblicos más significativos que leemos en este período después de la Semana Santa, que quienes pertenecemos al Movimiento llamamos tiempos de Pascua, es el relato del encuentro de Jesús con dos integrantes del grupo de discípulos que regresan a su pueblo Emaús, desanimados, porque su líder, había sido asesinado por los poderes fácticos de su tiempo (Lc 24,13-35); según nos lo relata Lucas uno de los mejores escritores y teólogos del siglo primero.
El relato lucano señala que mientras los discípulos van recorriendo el trayecto de 11 kilómetros que había de Jerusalén al pueblo de Emaús, Jesús se les aparece en persona, aunque ellos no le reconocieron como tal. El que se hizo compañero de camino de los discípulos desanimados, comienza escuchando el diálogo que llevan los peregrinos mientras van de camino. Le hacen referencia a lo acontecido en el caso de Jesús de Nazaret, definido como profeta poderoso en hechos y palabras, de quien ellos esperaban que liderara un movimiento de liberación en Israel.
El acompañante se dedica a ayudar a los discípulos peregrinos a recuperar la memoria histórica de los acontecimientos y los personajes relacionados con el proyecto de liberación y la reconstrucción de un proyecto de Vida Digna. Por eso sale en el relato la mención a Moisés, el líder del proyecto de liberación de la esclavitud de Egipto, el mediador para construir la legislación de un pueblo liberado y la preparación para la conquista de un territorio en donde crear un proyecto de nación, en donde “manaba leche y miel”, es decir en donde se constituyó un proyecto de repartición de la tierra y de sus productos a partir de las necesidades de cada familia.
Mientras van escuchando al peregrino, el corazón de los discípulos comienza a “arder”, según señala el texto. La memoria de liberación retoma nuevo significado. Los corazones desanimados están ahora en disposición de animarse y retomar el proyecto popular originario. Por eso el peregrino es invitado a quedarse en la casa de los discípulos peregrinos, ya que era de noche. El peregrino se sienta en la mesa. Hace la función del papá de la casa que toma un pan grande y lo reparte entre los comensales, según la costumbre. Pero al repartir el pan los discípulos reconocen plenamente al Maestro; en ese mismo instante, sin embargo, este desaparece.
Los discípulos re-animados por las palabras concientizadoras del peregrino y alimentados por el pan compartido de la fraternidad, deciden retomar el camino, volver a Jerusalén y reunirse con el resto de los compañeros y compañeras para retomar el camino, proclamar que el proyecto de vida propuesto por Jesús seguía vivo y que era necesario retomar la misión encomendada orientada al desarrollo del Proyecto de Vida Digna.
Ojalá que en este período pre-electoral y en este abril, memoria y símbolo de las luchas del pueblo dominicano por su libertad, sigamos reflexionando sobre el tipo de liderazgo partidario, comunitario, religioso y popular que necesita este pueblo, para que la pequeña Raquel, así como las demás niñas, niños, adolescentes, jóvenes y personas adultas no tengamos que seguir hastiados por la conducta pervertida de liderazgos que inundan las ciudades de afiches y fotografías, pero que no dan la cara después de las elecciones, ni están en disposición de ponerse en el camino del pueblo hastiado y desanimado, que necesita retomar la esperanza y la construcción de un proyecto de Vida Digna, con un liderazgo dialogante, honesto, solidario y comprometido.