Por años y años, las autoridades dejaron deteriorar las dos carreteras que unen a Santiago y Puerto Plata, la de Navarrete y de la Cumbre. Al llegar a muy mal estado, comenzaron a repararlas y en eso llevan varios años sin que se vislumbre el fin. Van a cuentagotas, como si estuvieran abriendo nuevos surcos por terrenos impenetrables en una zona remota.
El pasado fin de semana, que fue largo, en medio de las reparaciones, no había suficientes policías ni representantes del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) para organizar el tránsito, o dar respuesta rápida si se presentaba algún problema.
El sábado se armó tremendo tapón en la carretera vía Navarrete, después del túnel. Allí estuve atrapada y vi poquísimos policías. De los pocos que había, solo dos hacían un intento por desbloquear el entaponamiento a un lado y otro de la carretera.
Es verdad que los choferes no ayudan porque en su desesperación forman tres líneas donde solo debe haber una, pero faltaba la presencia de la fuerza pública. Por ahí hay pueblos con destacamentos de policías que debieron estar prestos para intervenir. De hecho, siempre me ha extrañado porqué, con frecuencia, veo muchos policías y guardias donde no hacen falta, y pocos donde sí se necesitan. ¡Incomprensible!
Mientras en la zona este del país se han construido grandes autovías por donde transitan pocos vehículos (tan pocos que las usan como pistas para correr a excesiva velocidad en violación a las leyes de tránsito); en la zona norte, y en particular, entre Santiago y Puerto Plata, ha predominado la negligencia gubernamental.
La ruta Santiago – Puerta Plata es de alto tránsito porque hay muchos poblados intermedios, se transporta mucha carga, y Santiago genera el mayor flujo de pasajeros hacia la zona de Puerto Plata. Estas son razones suficientes para tener excelentes vías de comunicación entre esas dos ciudades. ¡Pero no! Tanto la carretera por Navarrete como por la Cumbre están en pésimo estado. ¡Una barbaridad!
Esto ha generado múltiples accidentes, mayores costos en el transporte, reducción del turismo entre Puerto Plata y Santiago, huelgas en los poblados, y polvareda por años que afecta la salud de los habitantes cercanos a las carreteras.
Es cierto que la zona montañosa dificulta los trabajos de reconstrucción, pero eso no explica la lentitud y la desidia con que se realizan las reparaciones. El Metro de Santo Domingo era difícil de construir y se hizo en tiempo récord.
A diferencia del turismo del este, que es un turismo de plantación; es decir, los turistas llegan, se internan en sus hoteles de playas “privadas”, consumen dentro, y tienen poquísimo contacto con la población dominicana (ni siquiera Higuey ha progresado), en la zona de Puerto Plata hay un turismo más integrado a los pueblos. De ahí que una buena carretera entre Puerto Plata y Santiago contribuiría también a aumentar el flujo de turistas en la región del Cibao.
Pero la razón fundamental para terminar rápidamente esas carreteras es que por ambas se transporta mucha población dominicana y mucha carga.
En general, los gobiernos del PLD han destinado pocos recursos al interior del país en comparación con el Gran Santo Domingo, y uno de los ejemplos más evidentes de la distorsión es el mal estado, por muchos años, de las dos carreteras que unen a Santiago y Puerto Plata. ¡Dan vergüenza!
Es tiempo de que el Gobierno termine de reconstruir esas carreteras, ambas de suma importancia para la región norte.