En verdad que es muy difícil entender que, a siglos de que llegara aquí el capital con su debe y haber, con su noción del valor y con la idea de que sin la mejor retribución del trabajo no es posible su expansión con desarrollo social y estabilidad; y que a 170 años de leyes, instituciones, procesos, coyunturas y sucesiones, sea al Presidente de la República a quien le toque, como si fuera el señor feudal, decidir un vulgar aumento del salario minimo que ya lleva meses de discución. Pero sí. A la la larga lista de signos de nuestro atrasa y abandono de la institucionalidad, sume esto también.