¿Qué le sucede a la sociedad dominicana que se deja pisotear, estafar y estuprar cada día? Por qué la generalizada creencia de que no hay oposición? ¿Por qué esa ausencia de partidos y dirigentes capaces, resueltos, innovadores? ¿Nos hemos vuelto brutos, corruptos, ineptos y cobardes? ¿Cuándo comenzó esta historia? Y lo mas importante. . . ¿cuándo y cómo terminará?

Comenzó en los años 80 cuando dejamos de ser ciudadanos para convertirnos en consumidores.  Dejamos de hacer política para hacer dinero, progresar y consumir.  Terminará cuando las nuevas realidades de un modelo agotado, un régimen decrépito y una pandemia nos obliguen a  buscar soluciones, a reclamar la ciudadanía.

El país -desde hace algunos años, no muchos- reclama orden ante la inseguridad reinante, honestidad frente a la corrupción rampante, justicia ante la impunidad descarada y determinación de poner esta casa en orden. Sin embargo, esta sociedad no ha encontrado candidato ni organización partidaria que encarne con convicción, determinación y astucia ese reclamo. La partidocracia ofrece mediocres, timoratos, politicos desechables, sin horizonte ni capacidad para afrontar un futuro que ya ha llegado.

Desde hace poco se busca sabiduría, carácter y capacidad pero los dirigentes políticos y candidatos actuales todavía siguen oyendo música en bellonera: quieren ser simpáticos, conciliadores, amplios, tolerantes etc. Se retratan invariablemente con una sonrisa estereotipada e inutil y no logran convencer porque están desfasados. Cualquier pelotero, reggaetonero y hasta un falso peregrino tiene mas capacidad de convocatoria que ellos.  Su discurso y accionar corresponden a la sociedad que éramos  no a la que ya somos. Evaden posturas claras, categóricas y convincentes en temas controversiales. No persiguen a los corruptos, ni prometen orden ni amenazan con castigo.  No son lideres de nada sino termómetros; marcan la temperatura propia, no la que tiene el cuerpo social. 

No hemos entendido cómo pasamos de la sociedad política de los años 60 y 70 que buscaba libertad, derechos humanos y progreso al mercadeo puro y simple de las décadas del 80 en adelante. Era el reinado del todo vale y ahora “to e to y na e na”.  A medida que el modelo neoliberal se agotó alrededor de 2016 y que la asociación de malhechores que preside Danilo Medina perpetró HACER LO QUE NUNCA SE HA HECHO  en este país estábamos reempezando a regresar a la política. La pandemia ha precipitado y acelerado el proceso.

Mas ahora que el coronavirus ha despojado a la economía dominicana de los ingresos en divisas, los empleos y los mercados de productos demandados por la industria turística.  Ahora que recibimos apenas una fracción de las remesas que antes llegaban y que permitían a miles de hombres jóvenes y mujeres en secciones y parajes dejar de trabajar para vivir de esas remesas. Tampoco tendremos inversión extranjera. Agravando todo lo anterior, tampoco podemos acudir a la emigración  porque todos los países están cerrados y nadie quiere inmigrantes. Sin el turismo, un amplio sector del empresariado entra en crisis o se va a pique, las clases medias pierden un modelo, los pobres el empleo y el sistema político un referente esencial; nos quedamos sin un poderoso inhibidor de conductas. Pero nuestros políticos, dirigentes y analistas siguen incrustados en los esquemas de mercadeo de décadas anteriores. 

El país regresa a la política y, en las turbulencias venideras e inevitables, se forjará otra generación de lideres a tono con la  nueva realidad. Esto demuestra que la falta de arrojo y visión de los dirigentes actuales, sus limitaciones y fallas no fueron, como yo mismo creía, un defecto personal. Teníamos, y aun nos queda, el tipo de dirigentes que la sociedad dominicana podía producir.

Una realidad distinta produce un nuevo liderazgo pero mientras tanto tenemos que seguir con los que tenemos y cualquier discrepancia de estos con lo que realmente necesitamos es histórica no personal. Antes era un tema de imagen donde el ejercicio partidario sigue anclado. Ahora hay un deficit de contenido. No bastan las sonrisas mágicas, faltan ideas claras. Antes eran promesas hoy necesitamos compromisos. Antes palabras. Hoy resultados.

Aquella frase famosa: cada pueblo tiene los dirigentes que se merece sigue siendo aplicable a los dominicanos. ¿Qué queríamos antes? Modernidad, prosperidad, riqueza. ¿Qué conseguimos? Farsantes, ladrones y estafadores. ¿Qué necesitamos ahora? Patria, decencia, decoro, trabajo, respeto, ley y justicia. ¿Qué tenemos? Payasos, mentirosos e ineptos. En el primer caso cualquier mercadólogo resolvía, era asunto de marca y finanzas. En el segundo caso, es cuestión de historia, liderazgo, ideas, valores.

¿Está claro?