En estos días una noticia relacionada con el mundo religioso, social y político ha estado siendo debatida en los medios de comunicación social: la expulsión de la Congregación Salesiana de Rogelio Cruz, una persona comprometida con las mejores causas de los sectores populares organizados, que luchan por vivir con dignidad, al interior de los colectivos sociales empobrecidos y excluidos y de una sociedad estructuralmente injusta.

¿Cuáles son las causas de tal expulsión?  Podemos señalar que se trata de una realidad multicausal, que está relacionada con la manera del funcionamiento multinacional,  monárquico y centralizado de las estructuras  de la Congregación Salesiana, como dependencia de la Iglesia Romano-Católica, que no admiten, por lo general, ningún tipo de disidencia ideológica, pastoral ni política en sus filas. En medio de esas estructuras el estilo de Rogelio, sus prácticas solidarias y sus opciones de identificación con las clases populares, lo han llevado a enfrentar los poderes establecidos, tradicionalmente aliados de los salesianos en el país, y a las corporaciones económicas y partidarias, que acaparan riquezas fruto del despojo de los bienes públicos y  la corrupción impune. Esas acciones depredadoras impiden que se empleen todos los recursos que debieran estar destinados a los servicios públicos y a las necesidades básicas de alimentación, salud, educación, vivienda, entre otras.

Rogelio Cruz ha formado parte de la Congregación Salesiana que está en el país desde los años 30 del siglo pasado, que contó entre sus miembros más destacados con el italiano Ricardo Pittini, quien fue arzobispo de Santo Domingo desde 1935  y que fue un cercano aliado y cómplice del dictador Rafael L. Trujillo. Fuentes consultadas por quien escribe achacan a Pittini la siguiente declaración: “Es verdad que Trujillo es un déspota y un asesino, pero la iglesia tiene que estar cercana a él, para conseguir algo para luego repartirlo entre los más pobres”.

La Congregación Salesiana y las Hijas de María Auxiliadora (salesianas) recibieron de parte de los gobiernos liderados por Trujillo y Balaguer grandes posesiones materiales en terrenos, estructuras, y edificios en Santo Domingo, Jarabacoa, Moca, La Vega, Mao, Santiago, entre otras ciudades. Y pusieron su personal y esas posesiones, por lo general,  al servicio educativo de los sectores sociales más empobrecidos y excluidos. Sería injusto no reconocerlo.  Los salesianos y las salesianas han hecho muchas obras educativas, asistenciales y de promoción humana con sus oratorios y centros juveniles, con sus proyectos con niños y niñas en situación de calle, con sus escuelas técnicas como ITESA en Santo Domingo, la Escuela Agrícola que primero funcionó en Moca y después en La Vega, entre otras.  Sin embargo, por lo general, en esos centros se educa para el individualismo, la auto-promoción y para promover prácticas asistencialistas; no se prioriza la formación de personas con conciencia crítica que cuestionen las estructuras establecidas, ni se comprometan con proyectos orientados a la búsqueda del bienestar colectivo y  la transformación social. Y quien escribe lo hace con conocimiento de causa.

Rogelio forma parte, desde hace varias décadas, del movimiento de Jesús enfrentado al templo y al palacio monárquico de Jerusalén. Forma parte de la izquierda religiosa isleña, caribeña y latinoamericana, identificada y  comprometida con la dignidad de los más pisoteados y explotados. Y como Jesús ha tenido conflictos permanentes e insalvables con el poder establecido. Como sucedió con Jesús de Nazaret y su movimiento profético ha enfrentado también el poder religioso aliado del poder económico  local y transnacional (como las mineras), corporativo, militar, mediático y partidario. Y como en el caso de Jesús y tantos otros profetas latinoamericanos le ha tocado asumir su viacrucis permanente, incomprensiones, pero también ha contado con el cariño, el aprecio y la admiración de quienes valoran su estilo, sus convicciones y testarudez, su discurso y su práctica ética y política.

Una de las estrategias mediáticas que ha utilizado el poder religioso para intentar justificar la expulsión de Rogelio ha sido acusarlo de tener y haber declarado varios hijos y así violar la norma celibataria impuesta por las autoridades eclesiásticas desde hace varios siglos. Sin embargo, tanto la Junta Central Electoral como Nuria Piera en su programa sabatino de investigación, se encargaron de desmentir tal información.  Incluso Nuria demostró que el actual Inspector Salesiano, la máxima autoridad de esa organización en el país, Francisco Batista, sí podía ser acusado de haber violado y embarazado durante su labor pastoral en La Vega, hace unos 25 años, a una adolescente de 16 años. Peor aún, la habría obligado a hacerse un aborto, para lo cual habría pagado unos $5000, tal cual lo narró la principal testiga de los hechos. Así, el juez acusador se convirtió en el principal acusado.

El gran profeta latinoamericano del siglo pasado Helder Cámara, obispo brasileño, dijo una vez: “Cuando doy de comer a un pobre me llaman santo; cuando pregunto por qué el pobre no tiene comida, entonces me llaman comunista”. Con Rogelio ha pasado algo parecido. Como el comunismo no está de moda, en el mundo neoliberal globalizado, entonces le llaman terrorista, inadaptado, irrespetuoso, desacatado…  Sin embargo, él sigue en sus andanzas y cuenta con un colectivo de personas y organizaciones  que se sienten identificados con su estilo y sus luchas indignadas y solidarias.

Rogelio será expulsado de la congregación salesiana y por tanto de las estructuras de la  Iglesia Romano-Católica; eso es noticia de una crónica anunciada. Sin embargo Rogelio estará más disponible, más liberado para seguir sirviendo a los grupos sociales más empobrecidos y oprimidos. El Movimiento de Jesús, así como el movimiento popular organizado, podrán recuperarlo plenamente; podremos seguir contando con sus palabras proféticas e indignadas y su presencia solidaria allí en donde esté en juego la defensa de la Casa Común y sus habitantes y la vida digna de los sectores sociales más empobrecidos y excluidos. Seguirá aportando significativamente a la construcción de una sociedad justa y equitativa, siguiendo el sueño de las primeras comunidades jesuánicas, en donde: “Entre ellos y ellas nadie sufría necesidad…  pues compartían todo cuanto tenían; vendían sus bienes y propiedades y repartían después el dinero entre todos y todas, según las necesidades de cada persona” (Hch 2,44-45; 4,34).

Nota

La  grandeza de los salesianos y un salesiano en desacato.  El   Día,  3-4-2018. http://eldia.com.do/la-grandeza-de-los-salesianos-y-un-salesiano-en-desacato/