El pasado jueves 19 se celebró en los locales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en Santo Domingo, un Foro sobre las condiciones de vida, raíces, cultura, identidad de las y los afrodescendientes en el territorio isleño que ocupan actualmente los pueblos haitiano y dominicano. Esto incluye, a quienes emigraron del oeste de la isla, hacia el este, y viceversa. Incluye, además, a la diáspora haitiana y dominicana diseminada por el mundo. En dicho evento participaron estudiosos e intelectuales haitianos y dominicanos, los cuales hablaron sobre los desafíos éticos, educativos y políticos actuales para la práctica del liderazgo de las personas y organizaciones que acompañan a las y los migrantes afro-descendientes en la defensa de sus derechos fundamentales; al interior de la isla, así como hacia afuera. La actividad fue coordinada por Matías Bosch de la Fundación Juan Bosch y Edwin Paraison de la Fundación Zilé, de Haití.
En el día de hoy, sábado 21 de abril, se estará celebrando la vigésimo octava asamblea anual de la Red Ecuménica Bíblica Dominicana (REBIDOM), en su local nacional situado en Sabana Perdida, Santo Domingo Norte. Entre los temas formativos que serán tratados estarán los desafíos que supone para las personas y organizaciones de tradición y espiritualidad jesuánico-cristianas, todo el tema actual del odio, xenofobia y campaña mediática contra las y los migrantes negros y sus descendientes, que se está desarrollando en la actualidad en el territorio dominicano.
Retomaremos y analizaremos algunos textos bíblicos relacionados con la migración humana y la actitud que deben tomar las comunidades de los territorios que reciben a quienes llegan a nuestras comunidades buscando mejores condiciones de vida. Desde el primer libro de la Biblia aparece un personaje referente de la fe judía llamado Abraham (Gn 12,1-2). A este se le invita a dejar su país y trasladarse a otra tierra. Y sabemos que los antepasados de los judíos y los palestinos emigraron desde los territorios que hoy ocupan Irak, Siria, Palestina e Israel y se dirigieron a Egipto, que era la potencia económica, política, agrícola y militar de la zona, buscando mejores condiciones de vida. Sin embargo, posteriormente, estos migrantes fueron esclavizados, según plantea el texto bíblico, por cerca de 4 siglos (1700-1300, a.e.c).
Un grupo de estos migrantes, liderados por Moisés, logró escapar de Egipto y dirigirse hacia la tierra de Canaán, de la que se creía que era una tierra que “mana leche y miel”, hacia el 1250 a.e.c. El trayecto duraría varias décadas y luego mediante un proceso de conquista y de articulación con otros grupos de inmigrantes, lograron articular un proyecto de país que se llamó Israel. Articularon durante cerca de dos siglos un proyecto tribal en donde se distribuyó la tierra y su producción, según las necesidades de las tribus y de las personas. Su organización social y política era descentralizada, con liderazgos tribales que se articulaban incluso para organizar la convivencia y defender las tribus de las agresiones militares de otros pueblos.
En los primeros 5 libros de la Biblia, que contienen las normas y leyes de convivencia que se dio el pueblo que se asentó en la tierra de Canaán, hay varios textos que legislan sobre el tema de la acogida y el buen trato de migrantes a los que se les llama “forasteros”, en un momento en que ya se había desarticulado el proyecto tribal y había surgido la monarquía, en donde los que antes eran usuarios y administradores de la tierra tribal se convirtieron en asalariados en los terrenos de El Rey y de sus principales funcionarios civiles, militares y religiosos.
Algunos textos legislan concretamente sobre el buen trato a los forasteros. Entre éstos podemos referirnos a algunos más significativos: “No oprimas al forastero, ya que ustedes saben lo que es ser forastero; porque fueron forasteros en la tierra de Egipto” (Ex 23,9). Y se invita a la integración del migrante en la comunidad: “Al forastero que reside junto a ustedes, le mirarán como a uno de su pueblo y le amarás como a ti mismo; pues forasteros fueron ustedes en la tierra de Egipto” (Lev 19,34). Hay, por tanto, una invitación al buen trato de quienes llegan, fundamentada en la memoria histórica de la situación de esclavitud que vivieron los antepasados que emigraron desde Egipto, la tierra de la opresión y la esclavitud.
Se propone igualdad ante las leyes de convivencia comunitaria. “En la asamblea, no habrá más que una norma para ustedes y para el forastero residente” (Núm. 15,15). Y a los productores de alimentos (Trigo, cevada, olivos, uva) se les propone permitir que parte de los bienes de la tierra sean destinados para la alimentación de pobres y forasteros: “Cuando coseches los frutos de tu tierra, no los recogerás hasta el último rincón, ni recogerás los restos de las espigas de la cosecha; los dejarás para el pobre y para el forastero” (Lev 23,22).
El pasado 1 de enero del presente año 2018, día internacional de la paz, el Papa Francisco, emitió un mensaje titulado: “Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz” (1). Para trabajar en el proceso de integración comunitaria de la población migrante, refugiada y víctimas de la trata de seres humanos se propone una estrategia que conjuga cuatro líneas de acción fundamentales: acoger, proteger, promover e integrar”. En dicho documento se describen las acciones que deberían desarrollarse en torno a cada una de esas cuatro líneas de acción.
En definitiva, en esta isla nuestra todos y todas somos migrantes o descendientes de migrantes que se han desplazado de un territorio a otro, del campo a la ciudad, de un barrio donde nacimos al otro, de un país al otro… pues según dicen los entendidos en esta isla hay ocupación humana desde hace unos 5000 años. Además, tenemos amigos, amigas, y familiares queridos que se desplazaron a otros territorios, fuera de la isla. Por eso acogernos, protegernos, servirnos y construir juntos una convivencia armónica entre residentes y migrantes, en cada territorio, es un desafío humano fundamental, para las personas e instituciones con corazón compasivo y brazos solidarios.
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