Nací en 1957, en plena gestación del proyecto liberador de la revolución cubana, cuando un equipo pequeño de hombres comprometidos había logrado articular un proyecto y un ejército de liberación que tenía entre sus líderes personas de la capacidad ética,  estratégica y política de Fidel Castro Ruz y Ernesto Guevara (Che), quienes  guiados por un ideal libertario y emancipador, asumieron la empresa de enfrentar una férrea dictadura que contaba con el apoyo del Imperio del Norte.

Confieso que me considero privilegiado de haber tenido como referente ético y político en mi trabajo profesional al pueblo cubano y a su revolución con sus más de 5 décadas de desarrollo y de haber hecho parte de mis estudios pedagógicos en una universidad cubana, así como haber animado a mi sobrino Diego Jiménez a hacerse un profesional de la medicina en la universidad creada por el Estado Cubano para preparar médicos competentes, humanos y solidarios para servir en diferentes países de América Latina y África.

Hace 60 años, con la llegada a las costas cubanas del grupo expedicionario en el yate Granma, en 1956, comenzó una etapa decisiva en el proceso de gestación de la Revolución Cubana, cuyos frutos e influencia han permeado e influido en la vida ciudadana, económica y política, no solo del pueblo cubano, sino también de otros pueblos de América Latina, el Caribe, África y de otras latitudes.

En un contexto geopolítico de lucha entre el bloque liderado por Estados Unidos y el liderado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), de oposición del poder imperial de Estados Unidos, el ejército rebelde gestó el establecimiento, a pocos kilómetros del centro imperial,  del primer Estado socialista de América, con sus 57 de frutos evidentes.

La Revolución Cubana se mantuvo en pie a pesar de los reiterados intentos de derrocarla de Estados Unidos y sus transnacionales y a pesar de desmoronamiento del bloque soviético que durante un tiempo le sirvió de soporte. Al mismo tiempo que esto sucedía, contemplamos la caída del gobierno progresista de Salvador Allende en Chile, el fortalecimiento de las dictaduras en los países de Sudamérica, o el agotamiento de la revolución nicaragüense. En República Dominicana contemplamos el aborto del proyecto de la Revolución Democrática liderada por el gobierno de Bosch en 1963, así como el aplastamiento de la Revolución Constitucionalista del 1965, por la invasión norteamericana, en alianza con sectores económicos y militares del país.

¿Cuál es el principal fundamento ideológico de la Revolución Cubana? El 1 de mayo de 2000 en la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana el principal líder del movimiento revolucionario, Fidel Castro Ruz, dio a conocer su concepto de Revolución. Señaló el comandante: "Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo."

Pero no se trata solo de valorar un fundamento teórico de un proceso revolucionario, sino de evaluar sus frutos patentes. En el caso de la Revolución Cubana, podemos mencionar entre los más significativos:

  • El establecimiento del primer estado socialista en América Latina y el Caribe y el haberlo mantenido en medio de un contexto mundial adverso de imposición del modelo neoliberal capitalista.
  • El rompimiento con la lógica de la dictadura del mercado neoliberal y de la influencia de las grandes transnacionales del dinero y de la banca internacional.
  • El haber hecho logros significativos en los campos de la educación, salud, nutrición, repartición de las riquezas, y el desarrollo de la conciencia popular y ciudadana.
  • El fortalecimiento de la solidaridad internacional con los pueblos dependientes de los imperios del norte. Entre las acciones principales podemos señalar el hecho de haber colaborado en los procesos de liberación de los pueblos de América Latina y África. Otro hecho significativo ha sido la formación cubierta por el Estado cubano, de unos 25,000 médicos extranjeros en la escuela de Medicina de las Américas (UNAM).
  • El logro más significativo ha sido el haber logrado el desarrollo de una conciencia ética y política dispuesta a mantener los frutos del proceso revolucionario, más allá del envejecimiento o la desaparición física de algunos de sus principales líderes; lo que es el soporte para el mantenimiento de los avances de la Revolución en el actual contexto geopolítico.

En estos días en que la mayoría del pueblo cubano y los sectores progresistas, indignados y revolucionarios de los pueblos latinoamericanos, caribeños y africanos conscientes han contemplado la desaparición física de un líder de la talla ética y política de Fidel Castro, y mientras se realiza la caravana de la libertad en sentido inverso a la del 1959, es tiempo oportuno para firmar y confirmar la decisión ética, política y revolucionaria de preservar los frutos de la revolución cubana, como lo han hecho en estos días más de 6 millones de cubanos en los diferentes puntos de la isla caribeña.

Para quienes seguimos soñando con la construcción de sociedades justas, solidarias y equitativas, para quienes creemos en la necesidad de revertir el curso histórico impuesto a nuestros países por las corporaciones económicas transnacionales y nacionales abanderadas del capitalismo neoliberal, Fidel Castro seguirá siendo nuestro eterno referente ético y político. Por eso, tal como ha proclamado en estos días la multitud congregada en la Plaza de la Revolución, en La Habana, “Yo soy Fidel” y le decimos: “Hasta la victoria siempre, Comandante”.