El concepto escuela paralela fue propuesto en 1966 por Georges Friedmann, director del Centro de Comunicación de Masas de París, para referirse a la influencia educativa de los estímulos que reciben los alumnos del medio, principalmente aquellos que vienen a través de los medios de comunicación. A partir de esta propuesta se extiende la idea de que el medio educa y los medios de comunicación son una escuela paralela.
Una década después, Louis Porcher amplía este concepto en su libro homónimo diciendo: “La escuela paralela constituye el conjunto de las vías mediante las cuales, y al margen de la escuela, llegan hasta los alumnos (y a quienes no lo son), las informaciones, los conocimientos y cierta formación cultural, correspondiente a los más variados campos”. Y sostiene que esos nuevos canales de educación, no controlados por los docentes, llegan a los alumnos en forma asidua y masiva, por lo cual es importante saber si la escuela institucional y la escuela paralela van a ignorarse, a comportarse como adversarias, o a aliarse.
Y en 1988, Rodríguez Diéguez expresaba: “Comunicación y enseñanza son parte de una misma realidad. Una realidad que supone la inclusión del concepto de enseñanza en el más amplio de comunicación. Enseñar es siempre comunicar, pero no siempre la comunicación es enseñanza”.
La sociedad actual, denominada sociedad de la información o sociedad del conocimiento, plantea nuevos retos a la educación, la cual no pueden seguir existiendo del modo tradicional separada de la comunicación.
En este contexto, la enseñanza se encuentra frente a profundos desafíos, pues su función es preparar a las personas para vivir en sociedad, y como esta cambia constantemente, asimismo debe cambiar la educación para que siga cumpliendo su función. Y como los cambios sociales están relacionados, básicamente, con la generación y difusión de información y conocimientos, centro del mundo de la educación, es necesario que la escuela dominicana aproveche e incorpore cada vez más, los aportes de los medios de comunicación.
Aunque sin dejar de considerar lo que dicen Pérez Tornero y De Fonseca: Una escuela, o una institución educativa, es una entidad que comunica, transmite y proporciona orientaciones, códigos y lenguajes. Mientras que un medio de comunicación es un sistema que conduce el saber de su propio público y que además, ejerce tal grado de influencia, especialmente en los más jóvenes, que su acción puede denominarse educativa informal.
El compromiso con la educación requiere hoy más que antes una apuesta por el cambio, lo cual no es posible si se ignoran los medios de comunicación. El tiempo que les dedica, obviamente aumenta su campo de influencia y su potencialidad formativa, por lo cual hay que considerar el gran aporte que significa la escuela paralela en la construcción de aprendizajes.
Los medios de comunicación se han convertido en poderosos agentes educativos transmisores de la cultura. Los inagotables recursos que provee el Internet, los mass media (radio, televisión y prensa), los satélites, el cable de fibra óptica… ponen al alcance de instituciones y personas un caudal creciente de informaciones y de entornos informativos, formativos y lúdicos, al extremo de que la información es ahora sobreabundante y la preocupación de las familias y las escuelas debe ser por la calidad y la seguridad.
Las nuevas tecnologías constituyen una gran ayuda para las tareas educativas, pero al mismo tiempo generan dificultades para gestores y docentes que hay que considerar, ya que supone cambiar hábitos, aprender nuevas habilidades técnicas para manejar nuevos aparatos, y romper esquemas tradicionales…
Mientras los medios electrónicos e impresos aumentaron exponencialmente con la Internet, divulgando incesantemente una explosión de datos, informaciones y conocimientos, la escuela institucional, fiel a su tradición conservadora como aún es la dominicana, sus intentos son muy tímidos para encontrarse con la escuela paralela, que veloz y, en su incesante innovación de productos, absorbe cada vez más el tiempo libre de las personas en general y de los estudiantes en particular.
La escuela paralela y la institucional coexisten de manera indisoluble y ambas aportan a la formación de los estudiantes, cada una desde su espacio y responsabilidad. Por eso, las instituciones educativas de cualquier nivel deben afrontar la integración de los nuevos instrumentos tecnológicos, si quieren avanzar hacia el cambio imparable que requiere la educación en la sociedad digitalizada de este Siglo XXI.
Estas ideas pretenden señalar la necesidad de introducir, con acierto, las tecnologías de la información y la comunicación en el curriculum y determinar qué principios y aspectos psicopedagógicos son los adecuados para un buen funcionamiento en el aula.