La Federación de Padres con Niños en Colegios Privados y Escuelas Pública (FEDEPADRES), ha solicitado al presidente de la República y al ministro de Educación la “eliminación de las Pruebas Nacionales ya que las mismas han sido un retroceso para los estudiantes… solo han servido para arruinarles la vida a los estudiantes de octavo grado y el bachillerato”.

Por más de veinte años las Pruebas Nacionales (PN) se han aplicado, y desde distintos sectores se ha pedido su eliminación. Sin embargo, el Minerd siempre responde con argumentos teóricos, especulativos, porque parece que nunca ha realizado un estudio que demuestre su contribución y pertinencia para mantenerlas. En el año 1996 eliminó las del cuarto grado del Nivel Básico.

Ante esta nueva petición la posición del Minerd, expuesta por el viceministro de Servicios Técnicos y Pedagógicos, Luis Enrique Matos, ha sido que “la eliminación de las pruebas complicaría un poquito más lo que estamos haciendo actualmente en la educación”. Y agrega: “Pruebas Nacionales le pasa revista al nivel de desarrollo del curriculum oficial que debe manejarse y desarrollarse en todas las escuelas del país y es al mismo tiempo el único mecanismo de control que tiene el sistema para conocer los niveles de avances en los grados terminales”.

Plantear que las PN es el “único mecanismo de control que tiene el sistema”, es una afirmación que revela la desconfianza de las autoridades en el trabajo que realizan las escuelas y la creencia de que pruebas sumativas estandarizadas mejora la calidad.

La evaluación formativa y sumativa integran un proceso inseparable, por tanto es responsabilidad de las escuelas la promoción o no de los alumnos. Y las pruebas estandarizadas juegan un papel clave en la estrategia para monitorear los estándares de desempeño de los alumnos, es decir, determinan logros, obstáculos y fortalezas que les promueven o impiden asimilar los contenidos y destrezas considerados valiosos para la formación como personas.

Asimismo, los mecanismos de comprobación de logros no deberían ser exclusivos de los grados terminales, también deberían realizarse en otros grados, como ocurre en tantos países. Es tiempo de eliminar el componente de promoción de las PN, pues este objetivo es innecesario.

Entre las justificaciones que se esgrimieron para instaurar las PN, fue que existían en todos los países de la región. Pero hoy, en la mayoría de éstos se aplican  pruebas diagnósticas censales y muestrales con valor estadístico, para obtener información del nivel de logro académico que los alumnos han adquirido en temas y contenidos vinculados con el curriculum vigente, para enfocar políticas públicas de acuerdo con los resultados.

La decisión de ejercer control asignándoles a PN un peso de 30% en la calificación de promoción de los estudiantes fue un absurdo, fruto del autoritarismo pedagógico; y como tal no han significado garantía de eficiencia y calidad.  Si hubiera sido así, la educación dominicana no ocupara casi el último lugar en las mediciones internacionales, y sí demostrando que no controlan “los avances, ni pasan revista al nivel de desarrollo del curriculum oficial”; sólo han desplazado el aspecto formativo de la evaluación que sí puede incidir en el mejoramiento del curriculum.

Las pruebas diagnósticas aportan insumos sólidos para la implementación de políticas públicas efectivas, para la planeación de la enseñanza en el aula, para la revisión de los requerimientos específicos de capacitación de los docentes y directivos, y para el involucramiento de los padres de familia en las tareas educativas, entre otras acciones.

A partir de 2015 se aplicarán aquí, a estudiantes de 15 años, las pruebas PISA, que cumplirán en parte estos objetivos, por tanto, la petición no debería ser de eliminar las PN, sino  de transformarlas y extenderlas a otros grados con carácter obligatorio y diagnóstico, para retroalimentar el curriculum.