Este verano, una vez más, la prensa reporta que estudiantes de cuarto de bachillerato pidieron al Ministerio de Educación la eliminación de las Pruebas Nacionales (PN), pues consideran que las mismas no deberían ser para aprobarlos o reprobarlos, sino para evaluar el sistema educativo. Y que, directores y profesores de liceos públicos, tienen opiniones encontradas, mientras unos quieren que se eliminen, otros dicen que “es necesario este método de evaluación”.

Melanio Paredes, exministro de Educación, coincide con la petición de los estudiantes,  mientras Milagros Ortiz Bosch, exsecretaria de Estado de Educación, las justifica así: “deben mantenerse, ya que estas son un examen para los estudiantes y los maestros, y que debe servir como una medición para la calidad de la educación”.

El año pasado, ante una demanda similar planteada por la Federación de Padres de Niños en Escuelas Públicas y Privadas, el Ministerio de Educación descartó suprimirlas. Y Luis Enrique Matos, viceministro de Educación para los Servicios Técnicos Pedagógicos, consideró que si este tipo de pruebas ocasionan problemas a los estudiantes, también habría que eliminar los exámenes finales, las pruebas parciales, los trabajos de evaluación escritos y todos los demás. También agregó: “el sistema de Pruebas Nacionales es un mecanismo de control y diagnóstico, cuyo componente de promoción es de apenas el 30%, lo que significa que para la promoción de un estudiante se toma en cuenta el 70% que constituye la nota que trae del centro educativo”.

En todos los países la evaluación se ha convertido hoy en día en un instrumento indispensable para pilotar el desarrollo de sus sistemas educativos y para valorar el impacto de la política de mejora de la educación puesta en práctica.

Se evalúa a los alumnos para planificar y desarrollar mejor los procesos de enseñanza y aprendizaje que ocurren en las aulas; pero la evaluación va más allá  de la aplicación de pruebas a los estudiantes. Se evalúan las escuelas para lograr que funcionen mejor y más eficazmente y para conseguir que ofrezcan las condiciones que favorecen un aprendizaje de calidad. Al profesorado para incentivarle en su desarrollo profesional y promover las buenas prácticas docentes. El sistema educativo para valorar la adecuación, la pertinencia y la eficacia de las políticas educativas que se impulsan, plantean los especialistas. En este país  las PN han funcionado en una sola dirección: los estudiantes que deben someterse a ellas.

En educación, la calidad es un concepto complejo y multifactorial. Y en la actualidad, uno de los indicadores más utilizados para conocer el estado de la calidad de los sistemas educativos es el desempeño de los estudiantes en pruebas estandarizadas de conocimientos, las cuales procuran medir el nivel de desarrollo de competencias básicas de los estudiantes durante o al finalizar un nivel educativo. Sin embargo, esto no quiere decir que estas pruebas tengan  valor para la promoción de ellos, son diagnósticas muestrales o censales. Diferente a como ocurre en el país que le adjudicaron un valor de 30% de la calificación final, lo que indica desconfianza en el trabajo escolar.

Este país es de los pocos, si es que aún quedan algunos en Latinoamérica,  con  PN para promover los estudiantes de un nivel educativo a otro. Por tanto, más temprano que tarde, las PN actuales tendrán que ser transformadas en pruebas  diagnósticas, no solo porque han demostrado que han servido para poco en más de veinte años de aplicación, sino porque para determinar el nivel de calidad de la educación y compararse con otros, el Sistema Educativo Dominicano ya cuenta con tres pruebas internacionales estandarizadas muestrales, dos en el Nivel Primario que coordina la UNESCO y aplica el LLECE en tercero y sexto grado, y PISA de la OCDE en los primeros años del Nivel Secundario.

La escuela dominicana es hoy lo que han hecho de ella los distintos gobiernos y los incumbentes que los presidentes han elegido para conducir la educación nacional. Ha habido avances, pero todavía es mucho lo que falta por hacer, como universalizar el Nivel Inicial y retener la población del Nivel Secundario, entre otros.

Las autoridades del MINERD deberían cambiar la actitud ante la evaluación, pues la misma se concibe como un proceso permanente de investigación y formación continua, para mejorar efectivamente la educación y conseguir los verdaderos fines que persigue.

Por eso, mientras las PN sean para aportar un porcentaje de la puntuación final para aprobar el octavo grado y el cuarto  de bachillerato,  difícilmente mejorará  la calidad de la educación, pues próximas a cumplir 25 años no lo han conseguido. ¿Por qué seguir creyendo que lo harán?

La educación acontece en cada aula y en cada escuela, y por ello es ahí donde se gesta la calidad y la equidad, no con pruebas estandarizadas como las PN actuales. ¡Mejoren las escuelas en sus diferentes aspectos y la calidad educativa lo hará también!