La historia política dominicana tiene un punto de inflexión importante situado en el tránsito de la dictadura a la democracia. Pasados los turbulentos años del atentando antidemocrático de 1963 y la guerra civil de 1965 llega un período muy largo de sucesivos gobiernos clientelares de distintos colores, y dentro de los colores, de distintos matices.

Con las estructuras de un estado asistencialista intactas en los últimos 50 años, hemos aprendido a ver las infraestructuras construidas por los gobiernos como, dadivas o premios de lotería.

Algún intrépido lector podrá disentir, quizás con razón, de nuestra idea de que los grandes constructores de nuestra historia contemporánea han sido grandes aprovechadores de las oportunidades políticasque les han supuesto unos u otros proyectos.  Que si la carretera x o el proyecto habitacional yson más o menos convenientes políticamente,   probablemente haya sido el factor decisivo para su ejecución sobre cualquier otro factor estadístico de necesidad social.

El autor de esta columna se confiesa un gran admirador de las obras de infraestructuras de algunos de esos grandes constructos y, evidentemente,  al haber desarrollado gran parte de su vida en la ciudad de Santo Domingo, también ha sido un gran beneficiario como usuario de las mismas. Pero esto no  hace perder la objetividad, o por lo menos un punto de vista sincero y honesto, sobre la conveniencia de unos proyectos sobre otros.

Nos gusta el proyecto del metro de Santo Domingo. Habiendo conocido su excelente funcionamiento en otras ciudades del mundo, creemos en ese proyecto y queremos su éxito, pero también reconocemos que quizás lo correcto no sería hablar de obras de infraestructura sino,  hablar – mejor – de optimización de la inversión pública.

Queremos que el Metro de Santo Domingo sea, como dice la publicidad del consorcio español que nos ha vendido la tecnología y el Know How : “El Metro que toda ciudad quisiera tener cuando sea grande”. El siguiente enlace nos muestra aquella publicidad, un tanto peyorativa, dirigida a subir el ánimo de los usuarios del metro de Madrid:

Lo que hace grande al metro de Madrid, aparte de su impresionante y funcional infraestructura,es el excelente tándem que hace con la Empresa Municipal de Transporte ( EMT) que gestiona los autobuses en Madrid.

Sería un existo rotundo para la administración que se instale a partir de agosto de 2016 ( o la que continúe,  como parece que sucederá), reforzar el sistema de transporte urbano mediante la inversión sostenida en todo el entramado y en sentido general. Hacer que la OMSA retome su trayectoria original e incentivar su uso,  promoviendo un servicio de calidad.

Una sociedad equilibrada, funcional, inclusiva es aquella en la que los servicios públicos son mejores y más fiables que cualquier otra oferta alternativa. Reubicar a los “padres de familia” – también conocidos como “dueños del país”– que tienen el control del transporte urbano en una estructura gestionada y organizada por el Estado sería lo suyo… Balaguer no lo hizo, ni los que vinieron después tampoco…El problema, y eso lo sabemos, es que llevar a cabo un plan con esas miras tiene un alto coste político que ni unos ni otros están dispuestos a pagar.  

¡…Metro de Santo Domingo sí…Transporte colectivo rodado (autobuses y lanzaderas), también….!

A ver si somos capaces de avanzar más allá de proyectos aislados y trabajamos en un proyecto macro.