Desde hace mucho tiempo se reconoce la existencia de estudiantes que confrontan dificultades para aprender y que todos no aprenden al mismo ritmo y de la misma manera, lo cual ha generado medidas punitivas como la repetición de curso.

Parecería que dichas medidas están asociadas al desarrollo de los países y a la calidad de la educación que se oferta, pues en sistemas educativos de éxito como el de Corea, Japón y Noruega, la repetición no existe.

La repetición de curso es una práctica vigente desde que existe la escuela como institución social, concretamente desde que se establecieron niveles educativos con determinados objetivos y competencias.

En Latinoamérica, que aun muestra altas tasas de repetición, la forma de tratar las dificultades de aprendizaje de los alumnos varía de un país a otro. En unos, los estudiantes de primaria o básica que no alcanzan el dominio adecuado de los objetivos y competencias del curriculum al final de cada grado las normativas los obligan a repetir, decisión que ejecutan los maestros. En otros, establecen la no repetición, al comienzo de esa escolaridad. RD forma parte de estos últimos.

En otras palabras, las normativas sobre promoción escolar en la educación primaria o básica presentan dos tendencias: promoción automática o repetición de curso. Esta última se basa en el principio de que ofrece al alumnado otra oportunidad de mejorar su aprendizaje y competencias. Sin embargo, para ellos significa separarse de sus compañeros y volver a trabajar asignaturas de la misma forma que no entendieron.

Para el Departamento de Educación de EE.UU hacer repetir a los estudiantes, sin cambiar las estrategias instruccionales, es inefectivo.

Cuando se examina el debate en la literatura educativa acerca de la validez, pertinencia y utilidad de la repetición escolar, teóricamente ideada como instrumento para exhibir mejores resultados educativos -léase mejorar las cifras estadísticas-, concurren diversos planteamientos.

Los investigadores latinoamericanos, reconocidos internacionalmente, Ernesto Schieffelbein y Rosa María Torres se han pronunciado sobre el tema. Para el primero, un alto índice de repetición es un claro indicador de baja calidad de enseñanza, o al menos de aprendizajes insuficientes. Y para Torres, la repetición refuerza el círculo vicioso de bajas expectativas, bajo rendimiento, baja autoestima y fracaso escolar.

El sistema de evaluación de los aprendizajes del Sistema Educativo Dominicano, lo  establece la Ordenanza 1’96 y las modificaciones de la 1´98. Entre los criterios y procedimientos para  evaluar los estudiantes del Nivel Inicial (cero a seis años), el Art. 33 reza: “En este Nivel los niños /as no serán reprobados”.

Para Básica, el Art. 47 dice: “La promoción de los /las estudiantes de ler. y 2do. grados no estará condicionada por los resultados de las pruebas y las calificaciones obtenidas. No se contempla la repitencia en esos grados”, es decir, establece la promoción automática (PA). Dos Párrafos completan este artículo.

  1. “Los maestros y maestras darán seguimiento al proceso de aprendizaje de esos niños y niñas, durante un período de dos años, por lo que el/la maestro/a de primer grado continuaría trabajando con su grupo de niños y niñas en el 2do. grado, preferiblemente”.
  2. “La maestra y el maestro de 3er. grado al recibir al grupo de niños y niñas, hará una evaluación diagnóstica, orientado por el/la maestro/a de los primeros dos grados para, tomando en cuenta sus niveles de desarrollo, adecuar el proceso a las características de los mismos”.

Quien escribe consultó varios maestros y maestras de tercer grado sobre el desarrollo de la PA. Estas son sus opiniones: “No hay suficiente compromiso”, en alusión a los maestros de primero y segundo. “En principio el docente tenía que seguir con el grupo pero eso no se cumple”. Y “Los niños llegan sin leer y tenemos la responsabilidad de enseñarles a leer y a escribir, además de lo propio”.

Ante la desatención de las escuelas a los párrafos 1 y 2, parecería que ninguna autoridad superior ha actuado, aunque sea para conocer por qué los alumnos de primero no continúan con sus mismos maestros o maestras. ¿Cuál será la opinión de los 18 directores regionales y los 104 distritales?, o ¿acaso el “preferiblemente” es el responsable?

La lectoescritura es el principal hándicap de la calidad de la educación dominicana. Mientras persistan sus deficiencias, la calidad será una pretensión o discurso, como hasta ahora.

Los docentes de los primeros grados deben ser formados de manera específica. Sin embargo, se persiste en la formación de generalistas, es decir, docentes que supuestamente pueden enseñar en los ocho grados de Básica y todas las asignaturas.

El ministro de Educación, Andrés Navarro, tendrá que enfrentar muchos retos. Medidas oportunas podrían ser la reorientación de la PA y el fortalecimiento en lectoescritura a los todos los maestros y maestras del Primer Ciclo del Nivel Primario. Las mismas, incidirían positivamente para que la PA deje de ser progreso escolar sin aprendizaje, mejorar la calidad educativa del ciclo y posicionar mejor el país en la evaluación LLECE/UNESCO, donde los estudiantes dominicanos de tercer grado siempre quedan por debajo de la media latinoamericana en lectura, escritura y matemática.