Teniendo como trasfondo el murmullo de los resultados de la última encuesta Gallup/Hoy, la comisión organizadora del proceso Convención del PRM está contando los votos emitidos en ese evento, los cuales determinarán quienes dirigirán los diversos organismos de dirección del partido. El proceso no ha sido lo traumático que muchos deseaban que fueses y que otros tantos auguraban, lo cual de por sí ya es un logro, pero los errores y las inexcusables deficiencias cometidas durante la distribución de los materiales para la votación no les hacen honor a las siglas de ese partido; como tampoco el curioso pacto sin “acuerdo” entre los dos principales jefes de grupos para presentar conjuntamente sus candidatos a la presidencia y secretaria general del PRM.
Podría pensarse que el discurrir del evento con relativa calma se debió al pacto arriba referido, pero igual podría decirse que eso se debió a que en la generalidad de dirigentes y militantes de ese partido existe una firme voluntad de evitar públicamente los actos de violencia física o verbal que fueron tan frecuentes en el antiguo PRD. Con ese ánimo, quizás, pudo haberse realizado la Convención sin el condicionamiento del ejercicio de la libre votación que significó para esa militante la participación de los jefes/facciones a favor de sus candidatos preferidos y quizás en el limitado desempeño de los otros. De esa manera hubiese sido más genuinamente democrático el proceso y quizás las diferencias de votos entre los participantes no hubiese sido tan extremas.
En otro orden, los resultados de la encuesta Gallup/Hoy que comienzan a aparecer evidencian la magnitud del desgate de Danilo Medina y el enorme rechazo a las intenciones reeleccionista suyas y de su círculo y en los que Luis Abinader reafirma su sostenida principalía como dirigente del PRM y como candidato de la oposición, superando significativamente a Danilo como a Leonel, cuando se le pregunta a la gente que a quien prefiere como presidente para el 2020. En esa pregunta estos dos últimos aparecen empate. Con ese contexto, una Convención del PRM sin baches y sin la inexcusable incapacidad para llevar a tiempo los materiales de votación a Santiago y en las cuatro ciudades más importantes del Sur hubiese potenciado aún más a ese partido.
A pesar de esos baches, el PRM se ha dado una dirección en la que se destacan muchos dirigentes que podrían profundizar en este una cultura menos clientelista y una imprescindible aproximación a sectores de la sociedad civil mediante una racionalización, modernización y democratización de la práctica política en esa colectividad. Pero esos atributos son insuficientes para vincularse con sectores claves de la sociedad civil y de las organizaciones políticas, para eso, los dos principales elegidos en esta Convención, y muchos otros, incluido el principal dirigente de ese partido deberán superar sus evidentes posiciones conservadoras sobre temas cruciales que se debaten en el país y el mundo: el estado de derechos (carácter laico del etc.) la corrupción pública/privada, Odebrecht, entre otros.
Es una verdad de simple sentido común que una colectividad política o de cualquier índole no propende al cambio simplemente por la edad de sus dirigentes, sino por las ideas que estos puedan tener sobre los valores universales de la democracia, del carácter social que en última instancia tiene la propiedad y, por lo tanto, de sus los límites etc., alrededor de la definición de esas ideas es que ese partido se definirá si es o no moderno, algo que no se agota en un proceso de Convención ni mucho menos en un documento o una serie de documentos u hojas sobre temas coyunturales, sino en una práctica cotidiana. Sobre estas cuestiones es que tiene que definirse la nueva dirección que asuma el PRM.
Es posible que gran parte de los nuevos dirigentes no se planteen esos temas, pero percibo que muchos, independientemente de sus edades, son sensibles a los mismos, es más, conozco no pocos, bien situados dentro y fuera de ese partido, que se planean estas cuestiones y lo único que se les podría pedir es que sean consecuentes con sus ideas y aprendan a vivir con cabeza propia, independientemente de sus pertenencias a una determinada facción. Los nuevos dirigentes salidos de la Convención del PRM contraen una seria responsabilidad no sólo frente a su militancia, sino frente a un país que necesita un cambio de rumbo y, quiérase o no, el PRM constituye una realidad sociológica y política que no puede soslayarse en cualquier acción tendente a producir ese cambio.