Ningún partido ni dirigente está a la altura del reto planteado por un partido-gobierno que, en su expresión mas desfachatada, ha logrado acaparar todos los poderes públicos y varios de los privados como son, el control total de los medios de comunicación y la acumulación desmesurada de riquezas. Todo el mundo concuerda en esto.
¿Por qué no hay partidos ni dirigentes capaces, resueltos, innovadores? ¿ es que todos nos hemos vuelto brutos, corruptos, ineptos y cobardes? ¿qué le sucede a la sociedad dominicana que se deja pisotear, estafar y estuprar cada día? ¿Cuándo comenzó esta historia? Y lo mas importante. . . ¿cuándo y como terminará?
La sociedad política dominicana terminó con la muerte de Bosch, Balaguer y Peña Gómez. Ellos fueron los últimos líderes con una visión –buena o mala, no importa- de algo, no competían por ser simpáticos ni andaban con una sonrisa estúpida a cuestas, eran gente que querían llegar a algún lugar y llevarnos a nosotros sin dejarse arrastrar por los acontecimientos. Todos fallecieron, pero la sociedad y el país del cual fueron líderes falleció también.
Tanto como a escala mundial, en el plano local tuvieron lugar cambios dramáticos. Los ciudadanos nos convertimos gradualmente en consumidores y como consumidores atendemos la publicidad no la política, perseguimos metas materiales concretas e individuales no proyectos nacionales ni sociales. Como consumidores queremos productos no promesas, espectáculo y chercha no compromiso ni obligaciones ni tampoco derechos.
No tenemos dirigentes ni partidos porque no hacían falta. Estábamos ocupados en comprar y comprometidos con las deudas para hacerlo. Bosch, Balaguer y Peña habían dejado de tener sentido para nosotros. Eran viejos caciques, parte del pasado sin nada que ver con el futuro. En lugar de políticos con una visión que no necesitábamos, porque teníamos una propia, optamos por los ilusionistas, los charlatanes y los pimpollos. Gente con una sonrisa a tiempo, una promesa oportuna, un éxito a la vista y algo de todo eso para cada uno de nosotros.
Tenemos los partidos y los dirigentes que nos merecemos, los que debía producir el país en esta etapa donde perdonamos todo menos que no se tenga éxito y donde es la apariencia y no el contenido lo que importa. El asunto no ha sido si es legal, correcto, necesario sino si tiene o tendrá éxito. La gente vota por el que cree que va a ganar y los candidatos se proponen como ganadores. El transfuguismo en política es como el consumidor que compra el detergente mas barato sin importar la marca porque no es leal a ninguna. Todo estuvo bien. El sistema funcionaba normal hasta que a estos tipos se les fue la mano y todo empezó a salirse de control, la inflación, la inseguridad, la delincuencia, la corrupción. Los sueños se convirtieron en pesadillas.
Una vez inmersos en la pesadilla salimos a buscar los partidos y los dirigentes que representándonos, nos liberaran de esta lacra al menor costo posible para seguir consumiendo y fue entonces que nos dimos cuenta del desencuentro porque para lograr lo que el país quiere ahora hay que volver a la política pero no tenemos políticos sino empresarios de la política, no tenemos partidos sino entelequias, no tenemos audacia porque los consumidores no son audaces nunca, no tenemos lealtades porque en el mercado todo se compra y se vende. O sea que estamos pidiéndole peras al olmo, por eso tenemos Marcha Verde y para que nos entendamos temprano, sépase que los partidos y los dirigentes que necesitamos ahora no los tenemos y habrá que fabricarlos y la única manera de fabricarlos es a través de las crisis y en las calles y no hay que desesperarse, ni dejar de luchar. Lo que si hay es que aprender y entender que la gallina no pone donde ponía y en los próximos trabajos voy a referirme en concreto a varios casos con nombre y apellido.