(A propósito de la obra HRSuriel)
Toda obra de arte es una exaltación siniestra del ser. La desmesura de una utopía. Un suplicio lindante al sacrificio. Un ente roto que busca la libertad. La obra de HRSuriel (Santo Domingo, 1979) es la liberación onírica del inconsciente.
Sería necesario un continuo control de nuestros pensamientos y de todas aquellas imágenes que se presentan a nuestra mente cuando nos encontramos en estado de vigilia, pero también tienen un estrecho parentesco con las que percibimos en el sueño. Es curioso que en el sueño de este artista dominicano ninguna imagen, por extraña que sea, nos sorprenda por su poder metafísico.
Sin embargo, aunque el sueño para HRSuriel es fenómeno extrañísimo y un misterio inexplicable, aún más inexplicable es el misterio y el aspecto que nuestra mente confiere a ciertos objetos, a ciertos aspectos de la vida. Psíquicamente hablando, el hecho de descubrir un aspecto misterioso en los objetos sería un síntoma de anormalidad cerebral afín a ciertos fenómenos de la locura. Creo que en cada persona pueden rastrearse tales momentos anormales, y cuanto más felices cuando se manifiestan en individuos dotados de talento creativo y de clarividencia. El arte es la red fatal que coge al vuelo, como grandes mariposas misteriosas, estos extraños momentos que escapan a la inocencia y a la distracción de los hombres comunes y corrientes.
A través de una movilidad alucinada, con trasfondo de convulsión mental, en una negrura común de agudas gradaciones o gamas enloquecidas, nos encontramos con un esquema bizarro del sueño.
Se dice de los sueños que son vanos: no porque los sueños pasen por nosotros “per quietem” y no dejan huella en nuestra vida; no porque los sueños vuelen fuera de la realidad; no porque los sueños huyan de nuestro juicio: sino porque los sueños carecen de memoria, porque en los sueños falta el pasado y el porvenir; toda justificación y toda promesa.
Freud describía lo extraño (“unheimlich”) de forma parecida. Experimentamos extrañeza cuando somos incapaces de determinar nuestra relación con algo que nos encontramos, cuando no podemos establecer un límite psíquico entre esto y nosotros. Freud observaba que, “mucha gente experimenta sentimiento (de extrañeza) en su grado más alto en relación a la muerte y los cadáveres, el regreso de los muertos, de los espíritus y fantasmas”. Se construyen cuerpos monstruosos mediante la deformación y la combinación para encarnar aquello que se teme. El yo del artista se forma en los límites del deseo, y el conocimiento del yo surge del esfuerzo por dejarlo atrás. Pero hay más de una relación posible de la conciencia aguda del yo artístico que subsigue a la consecución del deseo: HRSuriel lo concibe como una “contracción” del yo sobre sí mismo y lo encuentra simplemente extraño.