La familia Vicini, Pepín Corripio y algunos mas son percibidos por la población y considerados por las autoridades como los dueños del país.
La élite de dirigentes y funcionarios peledeistas en el poder lograron erigirse y todavía son los dueños del poder político sin embargo.
El control de las calles, quien gobierna en el terreno, lo cotidiano, está en manos del narco cuyos modelo inspira y cuyos valores y prácticas prevalecen.
Estos empresarios y sus ricas familias, juntos, pero no revueltos con esa élite política, tienen secuestrado el modelo económico y cualquier noción de libre competencia pero la proclaman como si existiera; disfrutan de cierto grado de control político y acceso privilegiado al poder del Estado. Se entienden e interactúan. Cada cual dentro de su área.
Alrededor del narco los asociados, beneficiarios, subalternos conforman una nueva estirpe, un tipo de crápula que se impone. Cada uno es un modelo, cada uno tiene su área de influencia y control y entre ambos extremos está el rebaño de clase media derechizada, empresarios sin oligopolio, gente por cuenta propia, trabajadores sin presente y pueblo sin futuro. Solamente de una parte de estos sectores puede surgir un esfuerzo político renovador y un último intento por evitar la catástrofe.
Las calles del país, en cualquier ciudad o poblado están repletas de ruido, sexualidad, mal gusto, grosería, basura y desorden. Los vehículos lujosos, el atuendo extravagante, la expresión soberbia y el comportamiento chusma los definen e identifican pero los ricos, como no andan por las calles, ni se percatan de que perdieron el control. Ya los ricos no son el modelo de los sin nada. Han sido sustituidos por el narco, los peloteros, la farándula y su crápula.
Una parte del rebaño, sin dinero, personalidad, ni presente ni futuro, los imita porque, alentados por los medios los asume como modelo y valida su conducta y sus valores. El narco, los suyos y los adherentes son dueños de aceras y calzadas, luces y carriles, parques y avenidas. Cada espacio público ha sido tomado y por eso este país es un caos, un lugar odioso, peligroso e ingobernable. Pero –ojo- el narco no se extralimita y deja el control político del país a la nueva elite política y a las familias ricas que ya lo usufructuaban. Es una perfecta pero insostenible división del trabajo.
La Marcha Verde original, donde concurrió todo el desencanto pero también la esperanza, podría mimetizase en opción política de los que sufren la tragedia diaria de vivir en este que se ha convertido en un país de mierda. Si no es así, si no logramos parar a Danilo Medina, cuando esto estalle y va a estallar ¿quienes creen ustedes que estarán en condiciones de imponerse?